"Lo bueno está por llegar" (Por un momento III)

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Galicia les espera esa noche. Raoul tiene unas ganas inmensas de salir al escenario y sentir el calor de A Coruña. Siente tantas cosas sobre el escenario que duda de la existencia del día en que deje de querer subirse a él. Además, ahora que las cosas con Agoney no están tan tensas como semanas atrás, se siente mucho mejor con uno de los dos temas que tiene que interpretar.

Y... no quiere admitirlo, y no lo hará, no en voz alta, pero se muere de ganas de que Agoney escuche la letra que debe cantar junto a él, que la escuche, la entienda y, de alguna manera, sienta lo mismo que siente él. No pensarías que iba a marcharme con las manos vacías por ti.

Cada día le echa más de menos y esta es una realidad. De hecho, le da rabia haber tenido que volar desde Barcelona (cortesía de Universal habiendo reservado los vuelos con mucha antelación y poniendo el lugar de partida como su ciudad natal). Le hubiera gustado compartir vuelo con el canario.

Escuchan el estadio llenarse de euforia mientras los profesionales trabajan en sus peinados, maquillaje y vestuario. Los bailarines repasan sus coreografías cantando las melodías con los nombres de los pasos y formaciones que deben cumplir.

- ¿Nerviosa? – pregunta Raoul a Miriam, pues esa noche tiene pensado presentar su single a su tierra.

- No sabía que se podía estar así de nerviosa.

- Lo harás genial.

Raoul pasea por el camerino por puro aburrimiento mientras espera a que le retoquen el pelo. Divisa a Agoney en una de las sillas con una de las maquilladoras retocando sus ojos. Se acerca porque no tiene motivos para no hacerlo.

- Pareces un mapache.

- Calla, idiota – ríe Agoney. Él también se siente mucho más relajado con Raoul y, de hecho, se tiene que morder los labios muchas veces para no sonreír como un... encoñado.

- ¿Qué vamos a hacer hoy?

La maquilladora suelta una carcajada y Raoul le resta importancia, centrándose en los párpados oscuros y medio abiertos de Agoney, centrando ahora un poco de atención en él.

- ¿No te van a peinar?

Raoul frunce el ceño en confusión y se gira hacia uno de los espejos. Sí, será mejor que le apliquen un poco de laca... tiene los mechones por todos lados, suaves y finos, un poco más rubios bajo la luz de los focos que rodean el espejo.

- Estoy esperando a mi turno, listillo.

- Pues es una pena. Ya sabes lo que pienso.

Y claro que lo sabe. Una ola de calor le acelera el pulso. Agoney siempre le ha dicho que su pelo favorito es el que le queda después de haberle comido a besos en la cama. Despeinado, increíblemente suave, deformado por sus dedos.

Como los ojos de Agoney han sido liberados de la brocha de maquillaje, los abre completamente para fijarlos en Raoul. Raoul... sonrojado a más no poder e intentando pensar en lo que sea menos en Agoney en su cama. En lo que sea.

- ¿Qué vamos a hacer hoy? – repite, esta vez sin mirarle a los ojos y respirando hondo.

Agoney se da cuenta de que ha sido un error sugerirse de tal manera, pero no era la intención. Era un cumplido... bastante arriesgado, sí, pero en ningún momento quería encenderlo. Aun así, lo que más le duele es que Raoul se está obligando a apagarse.

Agoney se siente horrible por pensarlo, pero se muere de ganas de sentirse deseado por Raoul, y verle siendo capaz de ocultar el remolino de llamas y recuerdos que le consume por dentro le hace sentir enternecido y frustrado a la vez. Enternecido porque joder, podría devolvérmela en forma de golpe bajo o incluso de beso desesperado... podría, pero no lo va a hacer porque le respeta mucho más de lo que le desea. Y eso Agoney lo sabe. Y por eso le frustra, porque en parte está convencido de que un par de sus besos le harían mucho más bien que la puta distancia que él mismo exigió. Joder, deja de echarle de menos.

Por un momento (One-Shot Ragoney)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ