I

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La brisa marítima entraba descaradamente por el gran ventanal, el bulto debajo de las sábanas se removió con molestia apretando la tela más a su cuerpo. Como odiaba despertarse antes de que el despertador sonase. Tras un par de minuto el estridente sonido de la alarma llegó, una firme y huesuda mano salió de debajo de las sábanas apagando el dichoso aparato.
El bulto entre la fina tela se movió inquieto deshaciéndose de ella al mismo tiempo que bostezaba tranquilamente.

— ¡Buenos días mundo, espero que hoy haga un día brillante!— exclamó levantándose torpemente de la cama.

Una vez en pie tanteó el espacio que había entre la cama y la pared hasta dar con su bastón blanco.

— ¡Ulises, buenos días a ti también!

El perro dejó de estar sentado para levantarse moviendo su cola felizmente frotándose contra las piernas del amo.

— Ulises sabes que no me gustan esas cosas ¡Ulises para!— ordenó y el perro se alejó esperando al hombre que avanzaba lentamente hacia la puerta— ¿Sabes que Ulises? Hoy tengo el presentimiento de que será un día maravilloso-bajaba ahora las escaleras cuidadosamente, no es que se fuese a caer simplemente le gustaba ser cauteloso. Ya estaba acostumbrado a bajarlas.

Nada más llegar a la cocina encendió la radio y comenzó la tarea de preparar el desayuno, movía las caderas al ritmo de la música.

Ooh baby baby bae, I love you
I can see my baby swingin' Down on the West Coast— cantaba animado mientras ponía mermelada en sus tostadas— ¡Ay qué lindo día hará hoy, Ulises!

El perro a sus pies comenzó a agitar la cola de un lado a otro con nerviosismo.

Lo siguiente que hizo el joven después de desayunar fue realizar su rutina: se duchaba, se lavaba los dientes y se vestía cuidadosamente con la ropa que Dolly le dejaba en la silla acomodada.

Dolly era su criada, aunque a él no le gustaba utilizar aquel término porque Dolly era mucho más que una simple sirvienta, mucho antes de que ella trabajase para el muchacho ya le hacia compañía e intentaba ayudarle en todo lo posible. Dolly para el joven era como parte de su pequeña familia formada por Ulises, Dolly y él mismo.

Así que una vez vestido esperó a que Dolly llegase para que le pusiera el arnés a Ulises. Cuando todo estuvo listo se despidió de la mujer y dejó que el can le guiase.

Ulises era su perro fiel, había sido entrenado para guiarle aunque al muchacho le gustaba más la compañía que le hacía el animal que cualquier otra cosa a pesar de que a él no le gustaban los perros, Ulises formaba parte de la pequeña familia formada por Dolly, Ulises y el joven.

Una vez que hubo llegado a su destino entro junto al animal.

— ¡Bienvenido!— gritó uno de los camareros— ¿Necesita ayuda, señor?

Al mismo tiempo un par de camareros se acercaron a donde estaba el chico dispuestos a ayudarle.

— No se preocupe, Ulises y yo controlamos ¿Verdad, chico?

El can estaba firme esperando a una nueva orden de su amo.

— eso sí— dijo mientras entraba totalmente en el local— ¿Quedan dos asientos libres?

Tras la afirmativa de los camareros se sentó en una silla junto a su compañero y pidió un café. Sólo tenía que esperar.
Al cabo de escasos minutos, una chica pasó al local preguntando por el muchacho el camarero señaló la mesa junto a la ventana.

— ¡Hola!— saludó energética

— ¿Eres Umi? Encantado, yo soy Dazai-ambos estrecharon la mano y la chica tomó asiento.

Desde tus ojos [Soukoku]Where stories live. Discover now