Al otro lado del túnel.

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"Sólo los sueños y los recuerdos son verdaderos, ante la falsedad engañosa de lo que llamamos el presente y la realidad."

Alejandro Dolina

El túnel apestaba a musgo y humedad, el piso estaba empapado de una sustancia un tanto viscosa y a cada paso que daban parecía que el resplandor que los había atraído en primer lugar se alejaba.

Caminaron varias horas en silencio. A lo que parecía el mitad del túnel, el resplandor desapareció completamente y tuvieron que seguir a oscuras. Como el líquido del piso era pegajoso, tuvieron que cargar las maletas lo cual hizo de la caminata aun más pesada, ignorando el hecho de que tampoco podían sentarse a tomar un descanso o soltar las maletas para estirarse.

 

Cuando estaban a punto de sucumbir a la deshidratación y la falta de alimento y sueño, el resplandor volvió a aparecer como una diminuta esfera de luz en la parte más alejada de aquel oscuro túnel. Amelia y Robbie corrieron a él como perros hambrientos y a cada paso que daban se engrandecía más y más hasta haber quedado del mismo tamaño que a la entrada del túnel.

No se veía nada del otro lado, sólo la luz cegadora de aquel halo. Robbie y Amelia cruzaron miradas y, tras un asentimiento, él se acercó nuevamente y examinó con detenimiento lo que tenía frente a él.

 

-No sé qué es esto, pero creo que hay que cruzar juntos.- Amelia estaba tan atemorizada y hambrienta que aceptó la propuesta sin pensar dos veces.

Salieron a una especie de desierto terroso abandonado. La maleza estaba seca y hacía un calor infernal. El halo hizo un ruido parecido a un pez succionando y se cerró, dejando tras de sí un pedazo de roca. A lo lejos se veía una especie de parque de diversiones destartalado y oxidado y en el medio una gran carpa de circo picada y muy sucia.

 

-Supongo que no hay nada mejor.- Suspiró Amelia y, acto seguido, avanzó hacia el circo. El aro de luz los había dejado en una especie de escalinata, por lo tanto tuvieron que caminar de bajada hacia el circo. A medio camino había un letrero oxidado que dictaba "Bienvenidos a Mystery" con letras blancas en un estilo muy extravagante, por todo el piso habían panfletos de un circo. Amelia recogió uno: era completamente blanco y en medio tenía la foto de una chica muy guapa pintada de payaso con los ojos cerrados, debajo de ella y con letras rojas se leía "Cirque dans la rue" y no había más.

 

Había algo en Mystery, algo raro. Y es que cada metro que avanzaban provocaba un cambio radical. Con el paso de los minutos se podía escuchar música de circo, ruidos de elefantes, risa de niños, juegos mecánicos en funcionamiento y un olor a algodón de azúcar, palomitas de maíz y comida freída impregnaba el aire. Se escuchaba el murmullo del oleaje y una suave brisita salada llegaba de pronto a sus fosas nasales.

 

Cuando estuvieron a unos tres kilómetros del circo, el paisaje cambio y empezó a lucir como un espejismo fantasmal de un circo en perfecto estado, la feria que había detrás de éste funcionaba como cualquier otra y se podía ver a cientos de personas entrando y saliendo de ella. Estaba situado junto a una hermosa playa con agua cristalina, lo que explicaba el olor a sal y el ruido de las olas.

Robbie y Amelia miraron a su alrededor en busca de una ciudad o lo que fuera que sostenía a tanta gente, pero sólo pudieron ver una gran casa detrás de ellos, justo donde seencontraba el halo unas horas antes.

-Por favor dime que tú también lo ves y que no es sólo una alucinación causada pro la deshidratación.- Dijo Robbie con voz reseca. Amelia volteó cansinamente y con rostro espectral y dijo con voz calma:

-Yo soy tu alucinación por la deshidratación.- Robbie palideció al instante y Amelia se quebró en risas.- Es broma, Rob. Yo también lo veo, y si sabes lo que es bueno, me acompañarás allá a ver si tienen agua y comida.

Y ambos avanzaron tranquilamente hacia su peor pesadilla, sólo que ellos aun no lo sabían.

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