Si, mi capitán.

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-Quiero que lo vigiles. Eres el único capaz de usar el Mokuton. Puedes controlar a la bestia que hay en su interior en caso de que se salga de control. Naruto es un niño incomprendido y gracias a los aldeanos no sería nada extraño que despertara en él un sentimiento de odio. La bestia podría aprovecharse de ello-.

Yamato asintió ante la orden. La verdad era que cuidar a un niño de 5 años no estaba en su lista de deseos pero era una orden directa del Hokage.

Inició entonces la observación. Seguía cautelosamente al pequeño rubio a todas partes. Tenía una idea de cómo sería la vida de éste pero imaginar y ver el maltrato injusto de los aldeanos, la soledad que Naruto pasaba y su gran apetito era muy distinto.

Yamato vio con gracia a Naruto ingeniarse para conseguir comida y un lugar en el cual dormir cuando se internaba en el bosque para pasar varios días en él. Ese detalle si que lo agarró desprevenido. No era normal que siendo tan sólo un niño disfrutara tanto de estar aquel lugar tan solitario. Al parecer disfrutaba bastante de la naturaleza.

También pudo notar a leguas que quería ser mejor, superarse y adquirir habilidades Ninjas. Los ojos azules se iluminaba cada que veían a algún shinobi entrenar. Aquel brillo no se veía con dulces o juguetes. Sólo con Ninjas y curiosamente con ramen. Esta era obviamente la comida favorita del rubio.

Primeramente pensó que observar al niño sería algo monótono y aburrido. Gratamente no era así. Cada día se encontraba con cosas nuevas y divertidas. Era entretenido.

Unos años pasaron. Naruto ya estaba en su cumpleaños número 10.

El AMBU que lo vigilaba sabía que era momento de presentarse y empezar una nueva fase. Lo pensó durante un tiempo prudente y el Hokage había aceptado su petición.

Sin más, luego de años de sólo observar, decidió salir de las sombras y hacerse notar por su objetivo.

Se había echo uno con la pared del comedor del rubio. Cuando lo vio sentado comiendo un tazón de ramen concluyó que era el momento adecuado. -Hola-. Saludó mientras se desprendía lentamente de la pared.

El rubio alzó la mirada con miedo. Él era el único que estaba en la casa -¡Ahhhhh!-. Se asustó ante la aparición e hizo fuerza hacia atrás cayendo de espaldas con la silla. Se sobó la cabeza y se paró rápido del suelo. -¡Me asustaste!-. Gritó enfadado.

- Lo lamento-. Elevó ambas manos dando a entender al rubio que debía calmarse.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué te apareces en mi casa de esa manera?! ¡Pensé que eras un fantasma! ¡De veras! -.

Fue en ese momento en que Yamato reparó que seguía aún con la máscara AMBU. Se la quitó.

-No soy un fantasma. Mi nombre es Yamato y seré tu capitán desde hoy-.

-¿Mi capitán?-.

-Claro, he visto que quieres ser fuerte, puedo ayudarte con eso. Sólo si prometes poner todo de ti-.

-¿Quiere... entrenarme?-. Susurró como no creyendo aquellas palabras. Después de todo, casi toda la aldea prefería estar alejada y se lo hacían saber de forma cruel. Sin mencionar que en la academia era el payaso de la clase.

-Si. Órdenes de mi superior así que espero que ni estés pensando en una negativa-. Mintió. Él fue quien pidió la oportunidad.

Inicio de Retrospectiva.

-¿Qué deseas Yamato?-. Preguntó el Tercero sentado fumando con su pipa viendo al hombre arrodillado ante él. Había llegado hacía un minutos y dijo que tenía una petición lo que era inusual.

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