Capítulo 4 • Cárcel

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¿Sabes lo que es estar en la cárcel, Dabi? Par mi, fue la peor experiencia que he tenido en toda mi vida. Nunca he estado acostumbrada a vivir rodead de lujos, ya lo sabes. Pero eso, eso era otro maldito nivel.

De un momento a otro, ahí estaba yo. Delante de esa oscura puerta de metal abriéndose de abajo a arriba dejando ver su interior tan poco colorido.
De esa puerta salió un viento escalofriante así como imponía aquel edificio.
Entré acompañada de los inspectores y con unas esposas reteniendo mis manos a la espalda.

En ese momento estaba temblando, muriendo de miedo por lo que me podría pasar dentro y no sabías dónde estabas, en unos días mi vida se había convertido en un maldito infierno.

Aún me acuerdo del número de mi celda.

El número remarcaba arriba de la puerta.

1 6 3

Ya había una chica sentada de espaldas a nosotros en una esquina. Tenía el pelo corto y oscuro, y claramente muy desaliñado. Vestía un atuendo naranja un poco roto. Cuando el comisario abrió la reja para que me metiera dentro, la chica se giró bruscamente hacia donde nos encontrábamos. Sus ojos parecían los de un gato muerto de hambre, de un tono cobrizo que resaltaba por toda la oscuridad de la habitación. Tenía muchas ojeras y su piel era muy blanca. Su rostro era delgado al igual que su cuerpo el cual parecía un cadáver.

— 203, más te vale que trates bien a tu nueva compañera. Espero que sobrevida al menos 3 días. — Murmuró lo último pero lo llegué a escuchar, muy claramente. Me pegó un empujón para que entrara y cerrara la puerta.

La habitación era un cuadrado perfecto con toda la parte delantera con rejas y una sola ventana muy pequeña en la parte de atrás también con rejas. En el fondo había un muro en el cual era el único sitio donde podía haber un mínimo de privacidad y en un alterar había una litera donde solo eran colchones muy desgastados con una fina manta por encima.

Me senté en una de las camas y comencé a observar a la chica que volvió a arrinconarse donde estaba antes.

— ¿Qué día es? — Preguntó antes de que pudiese decir nada.

— Martes... — Conteste. — Martes 16.

— ¿Qué mes?

— Junio. — Volví a responderle. Ella empezó a tallar algo en la esquina donde estaba con una piedra que cogió del suelo. Me incomodé y empecé a sudar. — ¿Cuánto tiempo llevas aquí? — Le pregunté para tranquilizarme.

— 1035 días. Lo que se resume en 2 años y 8 meses si no lo calculo mal. — Se empezó a reír, no sabía porque lo hacía. ¿Estaba loca? ¿La cordura había podido con ella? Al cabo de unos minutos se paró de reír de un tirón y empezó a dar golpes con el pie en el suelo. Empecé a mirar a todas partes, en busca de algo. No sabía el qué. — ¿Quieres que te deje inconsciente? — Dijo y se acercó a mí con una piedra bastante grande. Empecé a titubear. — Tranquila, no te hará daño — Sus pupilas se hicieron más pequeñas y aparecieron en ellas un brillo. "No por favor" Suplicaba en mi interior pero de mi boca no salía ni una palabra.

Con sus manos cogió de mi camisa, me levantó y me tiró hacia una pared, haciendo que mi espalda crujiera. Luego me arrastró por el suelo cogiéndome del pelo mientras se reía y al final me cogió de nuevo por alto y me tiro directamente al suelo. Mi cabeza se estampó contra este y me empezó a salir sangre. Sentía como me pateaba el estomago y como la sangre invadía mi camisa blanca. De pronto todo quedaba muy lejos, su risa, sus golpes...

En esos momentos te eché tanto de menos, tenía la esperanza de que me sacaras de allí y me llevaras a un sitio seguro, donde poder dormir tranquila en tu pecho y poder curarme tranquila sabiendo que me estabas protegiendo

Al dia siguiente me desperté con una venda en mi cabeza y en mi estomago y a los 5 minutos de que me despertara, abrieron la reja.

— ¡Hora del trabajo! — Grito un carcelero.

— ¡No pienso ir! — Contestó la loca. Yo me levante y me dirigí con vigilancia del carcelero al patio. Prefería estar haciendo cualquier otra cosa antes que estar en un mismo sitio con esa persona.

Afuera solo había tipos enormes con un ceño fruncido y algunos con cicatrices por su rostro. Algunos cortaban madera, otras piedras... A mí me pusieron a cortar plantas y después madera. Al cabo de un rato nos trajeron un vaso de agua para cada uno. De vez en cuando miraba al cielo.

Veía los rastros blancos de aviones por el cielo azul celeste, con las montañas casi invisibles por la translúcida niebla. Cuando subía mi mirada para arriba me preguntaba a dónde irían las personas subidas en los aviones y porque razón se iban o volvía a su destino original También me preguntaba donde estarías tú. Siempre he querido irme de esta ciudad, ya lo sabes, a cualquier otro sitio, por eso envidio a aquellas personas que pueden irse o pueden elegir volver a donde estaban, porque yo no tenía elección. Quería irme y sin embargo, no podía. Por eso miraba hacia el cielo con anhelo de que algún día como este, pudiese estar allí yendo hacía algún lugar escapando de mi realidad. Esperaba que no durara para siempre. Menos mal que fue así

3 días más como esos. 3 días fueron lo que me maltrataron como si fuera una asquerosa perra y me miraban en los trabajos como si fuera una puta comible. 3 días fueron los que lloré, grité, trabajé y me desmaye de hambre y sueño. Pero sobretodo en esos 3 días pensé. Descubrí que tuve mucha suerte cuando me recogisteis vosotros. Tuve demasiada suerte. En esos 3 días supe que no todos los villanos, o más bien casi ninguno, pensáis igual. Y que la mayoría actúa por impulso, venganza o simple disfrute al dolor ajeno.

Por suerte tras esos 3 días me sacaron de la celda, celda a la cual los golpes fueron parte del tiempo que estuve ahí. Sin saberlo volví a la época de cuando estaba con vosotros, pero peor, mucho peor. Sin descanso, golpe tras golpe. Y ni siquiera dejaban utilizar los koseis, como era obvio. Encima lo mucho que me curaban era con vendas. Nada más. El inspector fue a recogerme junto a Endeavor y Shoto. Abracé al bicolor en cuanto pude, no se porque. Busqué algo de cariño. Él me correspondió el abrazo un poco incómodo. Sentí el calor de su cuerpo y sus manos detrás de mi espalda y hundí mi cabeza en su cuello. Me sentí aliviada cuando lo hice y después de abrazarle me dirigí al inspector que me había interrogado.

— ¿Tanto crees que estoy de parte de esos villanos? — Pregunté.

— No, yo no. Pero hay muchos que dudan. Aquí has visto con son los verdaderos villanos. — Decía mientras caminaba hacía mi y se colocaba detrás mía.

— ¿Qué haces? — Le pregunté.

— Ponerte unas esposas. — ¿Otras? ¿Y ahora qué? — Vamos a juicio.

¿Un Solo Bando? | Dabi y Tú [COMPLETA]Where stories live. Discover now