I El Comienzo

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—Los nervios no me dejaban concentrar, estaba tan molesta con mi hermana haberme inscrito a una cita a ciegas, eso no tiene perdón, de verdad me veo tan sola como para que me estén buscando una pareja, creo que aún no es el tiempo de que yo este con alguien, soy tan feliz así con mi vida, disfruto de la lectura, de caminar por el centro viendo aparadores y pensando en cómo será mi hombre ideal, aunque tal vez nunca encuentre a alguien así, no sé en qué momento dije sí cuando mi adorable hermana me conto acerca de una agencia donde te organizan una cita a ciegas, ella es tan… como llamarla soñadora e ingenua pensar que ahí encontrarán a mi hombre ideal, por Dios ni buscándolo en marte aparecerá, tal vez he idealizado a los hombres y por eso no me gusta ninguno en particular, pero eso de ir a una cita a ciegas no me lo creo, mucho menos el estar nerviosa, bueno tengo razón, no sé qué clase de bicho sea ese hombre del cual solo sé que es Mr. K, un nombre bastante… no sé  cómo explicarlo, que bueno el mío no se queda atrás mi hermanita no pudo romperse la cabeza un poco mas y soy Miss M, me rio mentalmente, muero de la pena más en fin me concentraré en el trabajo e iré a esa cita..

—Estoy frente al restaurante donde es la cita con Mr. K, me siento inquieta las piernas no me responden quiero entrar, pero no me atrevo, espero haber llegado primero y que él me busque a mí, por fin reúno el valor para entrar, busco la señal que acordamos y no la veo así que pido una mesa para dos en el lugar más alejado, si he de hacer el ridículo que no sea con público, coloco la tonta rosa plástica color rosa que será la señal para saber que soy la cita a ciegas  y recibo un texto, estoy un poco retrasado, el tráfico esta insoportable, una disculpa…Mr. K, habrase visto hombre más impuntual, saco un libro y me pongo a disfrutar de una agradable lectura acompañada de un delicioso chocolate, que me ayudara a pasar el mal rato, estoy tan concentrada en mi lectura que no me doy cuenta de que ha pasado más de media hora y ese tal K no llega, de pronto escucho una voz que eriza mi piel y me hace sentir mariposas en el estomago, —buenas tardes la señorita M, no puedo evitar darme cuenta que se está burlando de mi nombre, que se ha creído el insolente después de llegar tarde pretende hacerse el gracioso, dejo mi lectura y me dispongo a contestarle como se merece, me quedo congelada, frente a mí está el hombre más especial que jamás había visto y su sonrisa es tan dulce, su ojos son como la oscuridad con luna llena. No sé qué decir, ni cómo actuar, esto será amor a primera vista, debo tener cara de tonta no puedo articular una sola palabra.
—Disculpe la demora el tráfico estaba de locos y no puede llegar a tiempo, le pido borre de su memoria esta tardanza mi nombre es K  —lo ha dicho con una sonrisa tan angelical que no puedo resistirme, —está bien contesto con una ligera sonrisa, lo importante es que llego, tome asiento por favor.
—veo que ya ordenó —Si, tenía que matar el tiempo mientras llegaba,  por mi mente pasan mil preguntas ¿qué se hace en una cita a ciegas?,  ¿cómo entablas una conversación con un perfecto desconocido? cuando este es un hombre tan espectacular, había preparado mi discurso de despedida porque pensé que sería horrendo y nada interesante, ahora que hago para no parecer una tonta, me gusta, me gusta Mr. K, trato de fingir que no me ha impactado aunque la verdad es otra muy distinta, mis piernas tiemblan como una gelatina y mi corazón late a mil por segundo, no sé cómo iniciar una conversación hace mucho que no tengo una cita y menos una cita a ciegas.
— Me disculpo una vez más por la demora, ahora me podría decir su nombre, me gustaría conocer un poco más a mi cita, —lo dice con una sonrisa que logra erizar mi piel no entiendo aún que tiene este hombre, que logro llamar mi  atención, su boca es tan sensual que en este momento quisiera probarla, quito de mi cabeza esos pensamientos y pongo toda la atención en la conversación tengo que parecer interesante para que haya una nueva cita, —Mi nombre es Mailen, su nombre es… me toma de la mano y me regala una sonrisa —Hae, un placer conocerle, justo en ese momento donde nuestros ojos se encontraron el mesero inoportuno nos interrumpe trayendo la carta, este hombre se ajusta a mis exigencias, no imagino que alguien así no tenga mujeres con quien salir es increíble  —¿ordenamos? —me saca de mis pensamientos —Sí, pongo una tierna sonrisa, mi mente está en blanco no sé qué decir o cómo comportarme —nos podemos tutear, creo que somos muy jóvenes para tanta formalidad, no te parece Mailen —me agrada en verdad me agrada, quiero seguir saliendo con él, es todo lo que imagine, ahora estoy en deuda con mi hermana, por mi está bien —me han dicho que la repostería aquí es muy buena te apetece un postre —claro —por ser nuestra primera cita te dejaré elegir —no puedo con esto me ha dejado elegir creo que nuestro postre debes ser un milhojas de trufa el de esta cafetería es una variante de la receta original y tiene nata montada, espero le guste, te parece si ordenamos un milhojas de trufa —lo que decidas para mí está bien, hago una señal al mesero y viene enseguida le indico que deseamos y el pide una bebida, ahora que ya hemos ordenado no sé de qué conversar —¿a qué se dedica? Sale la pregunta si pensar —quedamos en tutearnos o no fue así —me pongo como un tomate y solo puedo decir lo siento —te disculpo por ese hermoso color que ha brotado de tus mejillas —lo dice con un tono de voz que logra erizar mi piel y me hace sentir mariposas en el estómago —Soy el Presidente de una Constructora — ¿Eres arquitecto? —No, ingeniero y tú —que interesante, tú construyes casas y yo las decoro, soy diseñadora de interiores —esto es una coincidencia, pero por qué no te conocí antes, mi empresa entrega las casas y departamentos listos para habitar y tenemos una cartera de decoradores y nunca he visto tu nombre —tal vez porque yo no decoro casas mi trabajo son más las oficinas y algunos hoteles —me gustaría conocer tu trabajo, —cuando lo dice noto un brillo especial en sus ojos, logré llamar su atención eso me gusta, claro cuando quieras puedo mostrarte alguno de mis trabajos —¿tal vez mañana? —eso me sorprende no pensé que la segunda cita fuera tan pronto, por supuesto, a qué hora, contesto sin pensar —responde con una enorme sonrisa —a las seis está bien, te mando un mensaje para decirte donde nos vemos —esto es un sueño, tengo una segunda cita, está bien, veo el reloj y ya es muy tarde, hago la señal al mesero para pedir la cuenta — ¿ordenarás algo más? —no solo pediré la cuenta — ¿por qué? ¿Te he incomodado? —No es eso, ya es muy tarde y debo llegar a casa, si no mi madre se preocupará y no me gusta que se angustie —muy bien, yo pagare la cuenta, ¿cómo te irás? — como llegue, en mi auto se escapa una risilla traviesa esa respuesta fue muy estúpida —me permites acompañarte a tu auto —está bien, salimos de la cafetería y caminamos al estacionamiento que se encuentra a una cuadra de distancia, hace mucho frío y yo no vengo vestida como para soportarlo sin poderlo controlar mi cuerpo tiembla por el frío, de pronto siento algo cálido es su saco —me permites abrazarte así sentirás menos el frío — estoy sin palabras es la primera cita y el es todo un caballero, gracias eres muy amable, pero alguien que nos conozca nos puede ver y mal interpretar las cosas —¿tienes algún compromiso con alguien? — ¡No! —pues yo tampoco, entonces no se diga más — en un segundo siento su brazo rodear mi espalda, no encuentro las palabras para explicar lo que sentí en ese momento, creo que fue una mezcla de ternura, miedo y deseo, su aroma es agradable y su calidez mágica, nunca pensé decir esto, estoy enamorada y en la primera cita, llegamos a mi auto, nos despedimos como dos buenos amigos, me planto un beso en la mejilla y esto es el inicio de un apasionado y mágico amor.

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Cita  a CiegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora