El nido

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No sé cuanto tiempo pasó. Mi mente, como si fuera un televisor que funcionaba mal, se apagaba y se prendía intermitentemente. Aparecían más criaturas, era solo el aire. Huía y no paraba de verlas; tampoco paraba de ver maniaticos pretendiendo tragar mi carne. Me quedé hecho un ovillo en el suelo esperando que mi mente se calmara un poco. Pero nunca se calmó del todo. En mis delirios, veía el cadáver de Paola arrastrarse hasta mi convertido en un montón de entrañas, similar a un montón de piel escurrida arrancada de su estructura. Y así como una babosa paralítica se arrastraba hasta mí que retrocedía horrorizado con los ojos llenos de lágrimas, hasta casi tocarme. Entonces se desvanecía y aparecía a lo lejos, o veía otra cosa o simplemente mi mente se apagaba y dejaba de recibir señal de ningún tipo.

"Despiértenme por favor, estoy viviendo una pesadilla". Gritaba lleno de desesperación. 

Incapaz de diferenciar la realidad del delirio decidí que no saldría de allí, con la esperanza de ser salvado. No tengo idea cuantos días pasé en ese encierro intentando poner mi mente en orden. O quizás solo fue un día multiplicado por la sed y el hambre y la desesperación. Solo sé que desperté en el suelo y finalmente no había más imágenes retorcidas. Me pregunté si sería fiebre, si alguna de esas cosas me habría contagiado la enfermedad y deliraba de la fiebre. Pero no padecía ningún síntoma de fiebre, salvo las alucinaciones.

Me puse de pie y tomé la tarjeta en mis manos.

-¡Son todos unos hijos de puta!- Grité. 

Y comencé a correr por todos lados buscando con urgencia alguna salida. Estaba débil. Sentía como mis músculos sangraban ácido de batería. Golpeaba una puerta, otra. Probaba y probaba. Hasta que finalmente una puerta pareció abrirse con la tarjeta, tras ella había un amplio despacho muy similar al que había visto en la enorme casa quinta: un escritorio clásico y varias criaturas metidas en tubos como una colección morbosa. Registré tanto el armario antiguo y también clásico, de madera barnizada y oscura, como el escritorio propiamente: Solo encontré otra tarjeta y algo de munición para la pistola. Procedí a rellenar el cargador de esta y fumé de un paquete de cigarrillos olvidado. 

La cabeza me daba vueltas como si acabara de salir de una borrachera. Mirando bien la tarjeta vi que tenía el rótulo "farmacia".

Tras continuar un largo rato buscando la puerta indicada finalmente di con ella. Tras cruzar el umbral un largo almacén con toneladas de cajas apiladas en estantes estuvo ante mí. Yo no reconocía ninguna de las drogas que allí habían. Encontre unas cuantas páginas abrochadas tiradas en el suelo con carácter de paper que describían al parecer un nuevo producto.

"Entre otras cosas" decían "El desarrollo ha servido para que creemos un nuevo y novedoso método de cura para el ejército.
 Ciertas cépas del virus modificadas adecuadamente actúan como nanobots, siendo posible programarlos para reconstruir el tejido vivo en base a la información genética.
Hemos aplicado a estos "nano-médicos" ciertas sustancias estimulantes que aceleran el proceso considerablemente. Se ha visto que una herida producida (foto a) en un humano de prueba, es curada en siete minutos, cincuenta y tres segundos cronometrados.
Teniendo en cuenta que es una herida poco profunda, no es de sorprender. Se ha pasado a una prueba mayor, sobre heridos de mayor gravedad, con lo cual fue posible curar tras una operación, a un hombre con una bala alojada en la pleura pulmonar, en dos días (fotos b, c, d) donde se muestran adecuadamente el proceso de curación de las heridas. Y a otro hombre con una fractura craneal, tras ser intervenido quirúrgicamente, en cinco días.
 Si todo va de acuerdo al plan pronto podremos desarrollar algunos otros avances para combatir enfermedades y otro tipo de padecimientos. La ciencia parece no tener límites. Sumamente orgulloso de los resultados obtenidos. Todo el futuro por delante.

Christian B Steward, Umbrella Inc. "

Sin embargo a pesar de lo esperanzador de la carta, en las demás páginas se encontraban algunos de los efectos secundarios causados por este "remedio" entre los que se encontraban mutaciones, problemas mentales agudos y muertes por falta de tolerancia. En un apéndice se pedía continuar con las pruebas antes de dar con el producto por terminado. Y finalmente se exponía 

"es solo el comienzo...podremos mejorarlo con el tiempo".

La nota tenía por título "First Aid Spray". 

En otra nota se mencionaba que una de las pruebas defectuosas acabó por mutar a un hombre regular en una gigantezca bestia con varias extremidades y una notable sed de sangre. Con una musculatura fuera de lo normal y su entero ser deformado al punto de parecer más bien, las personas afectadas por la radiación de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. 

Imagenes de mis padres, de Paula, de mis amigos del pueblo ¡Cuantos amigos había tenido! Todo se había ido. Largué unas cuantas lágrimas antes de que la furia me poseyera otra vez. Dentro de la farmacia encontré algo de munición hurgando en las bajomesadas. Pude recargar mi pistola y la escopeta. La mágnum seguía vacía. Seguía estancado, aunque no por mucho tiempo.

En un pequeño rincón de la farmacia había una puerta sin rótulo, que seguramente llevaba a la heladera donde guardaban los medicamentos que necesitaban frío. Tenía un pequeño tablero para digitar una contraseña. Recordé entonces que había visto algo anotado en un papel. Regresé hasta donde había visto aquellos numeros anotados y casi sin aliento digité aquello con la esperanza de que sirviera de algo. La puerta se destrabó.  Al ingresar dentro una enorme heladera, que se había descongelado, dejando el suelo lleno de agua. El clima dentro era casi cálido; aquel lugar era más grande que un galpón. Y eso no fue lo peor, el sitio estaba totalmente invadido. 

Aquellos humanoides similares a anfibios habían armado una especie de espumón dentro, lleno de huevos y había no uno, sino millones de ellos custodiando el nido. Me pregunté si no estaría delirando otra vez pero el sonido de mis pies en el agua los alertó de mi presencia. Y cuando intenté retroceder una lluvia de ataques me cayó encima. Rodé por los suelos viendo borroso. Lo cual me hizo darme cuenta que estaba por completo en la realidad. Me empezó a caer sangre por la cara, me habían partido una ceja de un latigazo. 

Estaba un poco mareado, todo me daba vueltas. Estuve al borde de ser noqueado por aquel poderoso impacto. Y aprovechando mi debilidad momentanea todas las criaturas que había se me hecharon encima. Comencé a correr pesadamente por el gigantezco charco de agua mientras intentaba que mi cabeza me respondiera para poder alzar la escopeta y comenzar a defenderme. Fui para un lado, luego al revés. Intenté despistarlos. Me di cuenta que poseían varios ojos panorámicos y telegrafiaban mis movimientos. Finalmente me acorralaron y enseñaron unos dientes de depredador gigantezcos llenos de furia. A lo lejos las pequeñas crías parecían más bien fetos humanos con aletas pequeñas unos tentáculos similares a dedos de pequeñas manos a su alrededor.

Levanté veloz la escopeta y un disparo empujó hacia atrás a varios de ellos. El resto, los que no habían recibido el impacto se enfurecieron aún más. Disparo tras disparo fueron cayendo. Y finalmente volví a no tener balas. El miedo que me provocó gatillar y tener la escopeta vacía casi me hace acurrucarme. Pero en ese momento el soldado me repitió

-Mata. Sobrevive.

Y entonces saqué la pistola y continué arremetiendo. Cuando esta estuvo vacía también, quiero decir, quedaban un montón de esas cosas recordé en un fugaz instante a Paula y todo lo demás otra vez. Esta vez no sentí tristeza. No. Volví a sentir aquella furia. Y el soldado acribillado estaba conmigo esa vez. No era algo ajeno, estaba en mí. Era yo. Yo era aquel soldado buscando vengar su muerte ante una corporación extranjera manipulando el país.

Para cuando terminó aquello estaba completamente exhausto. Algunas cosas se retorcían en el suelo intentando ponerse de pie. Las crias estaban flotando en el agua podrida con la huella de mis borsegos impresa sobre toda su biscosidad. 

Juan cargó su fusil (Resident Evil fan fic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora