II. ¿Me concede este baile?

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Florencia, 1633

"No pienso ir a ese baile" le lanzo a mi padre el vestido que me había encontrado sobre la cama ese día

"Beatrix, llevan meses planeando este acontecimiento" responde él imperturbable "Además, es una oportunidad para organizar un nuevo compromiso y que logres una vida mejor" 

"Querrás decir para que tú logres una vida mejor" respondo con amargura

Hacía ya meses que la epidemia había terminado, pero la ciudad no había vuelto a ser la misma. Pese a los esfuerzos de la familia, mi madre se había sumado a la lista de muertes por la epidemia y nos habíamos visto obligados a trasladarnos a un refugio hasta que las cosas se calmaron. No hacía demasiado que habíamos vuelto a nuestra casa. Los clientes llegaban al negocio familiar a cuentagotas y, la situación había llegado a ser lo bastante desesperada para que mi padre vendiese su astrolabio (aunque no sin antes vender todas las joyas y vestidos de mamá)

"Tu madre y yo no te educamos para que nos dieras esa clase de respuestas. Y deberías empezar a prepararte. No querrás llegar tarde" 

Mi padre sale de la habitación y dejo escapar un sonido de frustración. Sabe perfectamente que si saca a mamá o a mi hermana Eliza en la conversación, es casi como obligarme a obedecer. Miro con odio el vestido negro y azul que se supone debía llevar esa noche (N/A: el vestido descrito lo podéis encontrar en la imagen del capítulo) Detesto el negro, me da un aspecto demasiado pálido, además de que el apenas haber salido de casa en el último año le ha dado a mi piel un aspecto aún más pálido del que suele tener normalmente. Supongo que esa sería la intención de mi padre al elegir la prenda. Últimamente parecía haberse puesto de moda el tener un aspecto similar al de un cadáver andante

Sería mejor que empezase a arreglarme. Preparo la jofaina con agua y empiezo a lavarme lo más despacio posible. Mientras lo hago, intento organizar mentalmente toda la información que sé sobre el misterioso anfitrión. Sólo conocía algunos datos sueltos pero, teniendo en cuenta que uno de ellos era que iban a ser más de 50 invitados, podía suponer que era un hombre rico. 

Una parte de mi se preguntaba por qué a ese hombre no le había afectado la epidemia, que había dejado empobrecida incluso a la alta burguesía de la ciudad. Mi padre cree que se debía a su trabajo. Al parecer, el hombre misterioso provenía de una familia de mercaderes y se encontraba fuera de Italia al inicio de la plaga. 

Puede considerarse afortunado. Pienso mientras recojo la toalla para secarme. Si es tan rico como creo, es posible que ya esté casado. O al menos comprometido. Un hombre de ese nivel no tendrá interés en la hija superviviente de una familia de burgueses venida a menos

Me miro en el espejo de cuerpo entero. Mi ojos azules siguen tal y como los recordaba. Pero es lo único. Mi pelo rubio ha perdido el brillo y, posiblemente esté lleno de nudos. Mi padre vendió el cepillo que me había regalado mi madre hacía ya cuatro meses. Además, la escasez de comida también me había dejado bastante delgada. No se podía decir que estuviera esquelética, pero mi peso no encajaría en el ideal de belleza de los últimos años. Sonrío. Otra razón para que me rechaze 

De repente, noto un escalofrío en la espalda. Tengo la sensación de que alguien me observa.... Sin embargo, estoy en mi habitación, en mi propia casa. Quizás sea sólo mi propia paranoia.... Casi un año sin salir de casa afectaba a cualquiera

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Al llegar a la fiesta, no puedo evitar reprimir un pequeño suspiro de asombro ante la gran cantidad de gente que parece estar allí presente. Aunque quizás se tratase sólo de una impresión mía.

Al recordar la verdadera razón por la que mi padre me ha llevado a ese evento, se me encoge el corazón. Sin embargo, pronto veo que todo el mundo parece tener ya pareja. Si mi suposición era correcta, no se acercarían mucho a mi. Mi vestido azul y negro, aunque bonito, se ve sencillo en comparación con algunos de los que me rodean. Justo mientras lo pienso pasa a mi lado una mujer llevando un vestido de seda verde pálido que posiblemente costaría treinta veces más que mi vestido y los pocos adornos que llevaba

Mi estrategia sería quedarme en un rincón y ser poco accesible. Eso debería funcionar. Si nadie se me acerca, no tendría que soportar la presión de un compromiso. Al cabo de un rato, noto una mano en mi hombro. Me giro despacio, dispuesta a dar una respuesta fría

"¿Me concede este baile?" pregunta una voz masculina 

LÁGRIMAS SILENCIOSASWhere stories live. Discover now