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Capítulo 6

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El sonido de la chapa de la puerta hace que me sobresalte y me levante de un brinco, mi mente piensa en el peor de los casos, piensa en que puede tratarse de la reina u alguna otra persona del palacio que pueda delatar mi estadía aquí y ahora sí, verme metida en serios problemas junto con el príncipe, a quien de pronto estoy comenzando a maldecir internamente por dejarme sola en su habitación.

¿Qué acaso no pensó en los riesgos? Me temo que no lo hizo, a decir verdad, ninguno de los dos lo hizo, nos dejamos llevar por el alboroto de la situación e hicimos las cosas sin pensar.

Contengo la respiración cuando veo la puerta abrirse y el aire regresa a mis pulmones cuando veo a Jaxon entrar en ella con una expresión tranquila.

—Lo siento —dice haciendo una seña hacia la llave que trae consigo—. No quería tocar para no levantar sospechas.

Me acerco a él, mi pulso está acelerado y mi instinto es darle un golpecito en el brazo.

—Dios, casi me matas de un susto.

No me importa sonar como una exagerada.

—En verdad lo siento, no ha sido mi intención del todo —dice en un tono algo preocupado.

—Está bien, olvídalo —digo restándole algo de importancia. Tengo que tomar una gran bocanada de aire para controlar mis emociones, porque mi mente se niega a deshacerse de la idea de que seremos atrapados en cualquier momento, no veo la hora de irme del palacio—. ¿Y bien? ¿Hay alguien más que nos pueda meter en líos?

Niega con seguridad.

—Afortunadamente no, pero creo que sería bueno que nos vayamos. Mejor ahora antes de que alguien más llegue.

Asiento tímidamente y me acerco a él para salir de la habitación, caminamos por los pasillos en silencio, mientras lo hacemos, aprovecho para admirar el palacio. Es más que hermoso por dentro, sin embargo, a medida que avanzamos, la voz masculina de una persona no tarda mucho en hacerse presente, justo antes de que doblemos en uno de los pasillos. Escucho a Jaxon maldecir por lo bajo para luego tirar de mí y entrar en una habitación demasiado pequeña y angosta, donde nuestros cuerpos quedan a centímetros del uno del otro, a tientas, Jaxon busca el interruptor para encender la luz y compruebo que estamos en el cuarto de limpieza.

—Creo que es Victor —susurra con el ceño fruncido. Su respiración choca con la mía y me percato de que una de sus manos está sosteniendo con gran firmeza mi cintura que hace que me sonroje, la voz masculina de alguien hablando por teléfono se hace más audible que minutos atrás—. Si tenemos suerte, se irá luego.

Hay un par de cajas y productos de limpieza que reducen el espacio entre nosotros, cosa que impide que ambos podamos separarnos, me permito mirar a sus ojos, los cuales siguen estando de un tono intenso, tal y como lo estaban antes de salir de su dormitorio, noto que se relame los labios haciéndolos ver más rojos de los que ya son mientras me observa; tengo que admitir que ese pequeño e insignificante gesto provoca cierto interés en mí por saber si sus labios son tan suaves como lucen.

Los pasos detrás de la puerta parecen detenerse justo en frente de ella y la chapa de la comienza a moverse, estoy cien por ciento segura de que se trata de la persona en aquella llamada telefónica. Con sumo cuidado Jaxon se apresura a colocarle llave, por mi parte, se me escapa un chillido pequeño.

—Sh —me calla—. No hables.

La chapa continúa moviéndose, quien sea que está detrás de ella, está forcejando desesperadamente y mi corazón se acelera al mismo tiempo que mi respiración se entrecorta. Si nos atrapan, no sé que es lo peor que podría pasarnos, incluso aunque ya no usan guillotinas en este lugar, me imagino en una de ellas, lista para que me corten la cabeza, por suerte la chapa deja de ser moverse luego de unos segundos y mis hombros se relajan un poco.

Una noche royalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora