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Jungkook quería ver a Taehyung más de lo que nunca se habría imaginado.

Se sentía como una niña loca por algún Idol, con la diferencia de que Taehyung no era un Idol. Estuvo alrededor de quince minutos dando vueltas en círculos en su habitación tratando de hallar la manera de hacer que Taehyung hablara con él y le dijese algo. Algo que le quitara un poco de toda la preocupación con la que cargaba sobre sus hombros.

Salió de su departamento, viendo al castaño salir al mismo tiempo seguido del rubio. Jimin se apresuró y tomó la mano de Taehyung para caminar junto a él, el rubio quiso poder caminar rápidamente, pero Taehyung no podía hacerlo, entonces tuvo que resignarse a eso, sabía que el pelinegro los observaba mientras se alejaban, sabía que quería hablar con Taehyung. Y lo que era más importante; el castaño también quería hablar con él, incluso si resultaba físicamente doloroso. Con todo el dolor de su corazón, se detuvo, el castaño lo miró extrañado, sin saber por qué había hecho eso.

—Voy a mi casa, Taetae—. Dijo depositando un beso en su cabeza. —Ve con tu chico antes de que me arrepienta, volveré en tres horas con algo para comer. En caso de que te sientas mal, por favor llámame y vendré inmediatamente.

A Taehyung se le llenaron los ojos de lágrimas y le dijo a Jimin un gracias que había sonado tan feliz que el rubio solo pudo sonreír por dicho acto. Taehyung se dió la vuelta y miró a Jungkook observándolo con los ojos llenos de brillo, le sonrió y se acercó lentamente a él. Jungkook le devolvió la más hermosa de las sonrisas mientras Taehyung sacaba la llave de su departamento y abría invitando al menor a entrar.

Estaba igual que siempre, la consola en una pequeña mesa frente a la televisión con la caja de overwatch sobre esta, los dos sillones puff en los que se sentaban a jugar Mario kart, el mueble lleno de videojuegos que los dos amaban y debajo de la televisión que colgaba de la pared la nintendo 64 que el castaño aún guardaba porque le encantaba Mario 64. Pero había algo diferente, sí. Había un cuadro con un sencillo collage con cuatro fotos que se habían tomado un día en que estaban jugando reposando en la mesita de noche que Taehyung tenía a lado de su sillón personal. Tomó el cuadro con la foto y la acarició por pura inercia, sonriendo otra vez.

Taehyung no lo odiaba, él lo quería tanto como él a Taehyung, aún seguían siendo amigos después de todo. El castaño se recargó en la pared, observando con adoración como Jungkook miraba la foto con emoción queriendo grabar esa imagen para siempre en su cabeza, deseando tatuarla en su alma.

Se acercó a Jungkook hasta quedar a su lado y se permitió recargar su cabeza en el hombro del menor, este último dejó caer su cabeza sobre la de Taehyung y suspiró.

—¿Te has estado alimentando correctamente, Tae? Luces más delgado—. Preguntó preocupado.

—Siendo sincero, no he podido comer bien Jungkookie, me enfermé terriblemente y sentía que la garganta se me desgarraba cuando quería tragar algo—. No era del todo una mentira, de hecho era totalmente cierto, Jungkook miró al castaño con preocupación. —Acompáñame a mi habitación, Jiminie me amenazó con que me va a matar si no descanso.

El pelinegro asintió y acompañó a Taehyung hasta su habitación y ya ahí se recostó a su lado, comenzaron a charlar de cosas triviales mientras se reían de una y otra cosa, el castaño tenía tanto miedo y en su interior los pétalos comenzaron a danzar mientras veía los ojos del menor brillar con una intensidad con la que nunca lo habían hecho, o tal vez estaba tan perdido en sus ojos que cada que los veía le parecían más hermosos que la vez anterior. Todo lo que se refería al menor le parecía maravilloso, desde la forma en que peinaba su cabello hasta los movimientos exagerados que hacía con las manos cada vez que hablaba, la pasión con la que cantaba, la concentración que tenía al jugar, la manera en la que lo miraba, como si fuese lo más bello que había visto. Como si lo amara...

Se aventuró a acurrucarse en el pecho de Jungkook y lo abrazó esperando que se tensara o algo por el estilo, pero en vez de eso, Jungkook comenzó a acariciar su nuca y hundió su nariz en su cabello, aspirando el aroma a shampoo de vainilla.

—No me vuelvas a dejar solo, Taehyung.

—No lo haré—. Taehyung se hundió más en el pecho del menor y entrelazó sus piernas con las de él.

—Prometelo o no te creeré—. Pidió el menor.

—Lo prometo Jungkookie, me quedaré a tu lado hasta que no pueda más—. Dijo sintiendo las lágrimas amontonarse un sus ojos.

—¿Hasta tu último respiro, Taehyung?

—Hasta mi último respiro—. Confirmó comenzando a sollozar.

—Tae, no llores ¿vale? No estoy molesto por lo que pasó, entiendo que necesitaras tu espacio, de verdad lo comprendo—. El pelinegro abrazó a Taehyung, logrando sacar el llanto del último.

Comenzó a cantar una canción para Taehyung en un intento de calmar su llanto, pero este solo incrementaba, el mayor se sentía muy culpable por haberlo dejado solo sabiendo que Jungkook no contaba con casi nadie puesto que él había viajado a otra ciudad para conseguir una buena universidad. O al menos eso creía él. Con una de sus manos obligó al castaño a alzar su rostro y miró sus ojos llenos de lágrimas, sus ojos eran constelaciones para el menor, llenas de brillo y luz propia, eran tan preciosos, cómo era posible que Jungkook nunca se hubiera dado cuenta de esto teniéndolo tan cerca. Entonces comprendió que sus sentimientos por la persona que se había convertido en su mejor amigo estaban cambiando, se estaban haciendo más fuertes, más difíciles de controlar.

Jungkook se estaba enamorando de una persona que ya tenía a alguien, y eso solo podía terminar en tragedia.
















Pendejos los dos

•Es Tat Weh...それは痛い...• 'kth×jjk'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora