Ella solo bajó la mirada, pues se sentía muy incómoda de que un desconocido la viera de tal forma.
— Disculpe, permitame presentarme. - ofreciéndole su mano — mi nombre es Rodrigo, Rodrigo Salvatierra.
— Mucho gusto, señor Salvatierra, yo soy Inés Huerta. - tomando su mano. — Vuelvo a disculparme por el incidente de hace unos momentos, de verdad. - apenada.
— Ya dije que pierda cuidado con eso, a cualquiera le puede pasar. - dando una de sus mejores sonrisas.
— Bueno si me disculpa, yo me retiro, tengo cosas que hacer, hasta luego, señor y mil disculpas nuevamente, con permiso. - dicho esto emprendió su camino sin mirar atrás.
Él la siguió con la mirada hasta que despareció por completo, se quedó hipnotizado con la belleza de esa mujer, tanto, que no dejó de pensar en ella todo el día.
Inés, por su lado siguió caminando sin rumbo alguno, decidió sentarse un ratito en una banca para pensar, estaba preocupada y desesperada por no saber nada de su hijo en esas semanas, cada vez que ella le marcaba o trataba de acercarse, él la rechazaba, se permitió derramar unas cuantas lágrimas sin que nadie la mirase, y cuando estaba apunto de retomar su camino para la hacienda, se encontró con el ser más despreciable que pudiera existir.
— Mira nomás a quién me vengo a encontrar por aquí - mostrando su asquerosa dentadura. — ¿Cómo has estado, Inesita chula? - trató de acercarse, pero ella retrocedió.
— Eso no es algo que a ti te importe, Loreto - dijo mirándolo con cierto desprecio, se dispuso a marcharse de ese lugar pero él se lo impidió agarrándola con un poco de brusquedad por el ante brazo.
— ¡Suéltame! - exigió de inmediato y haciendo fuerza para fazarse de su agarre, pero no lo logró, él la apretó un poco más.
— Tú y yo vamos a hablar, lo quieras o no. - haciendo presión para que ella cediera.
— Yo no tengo nada que hablar contigo, y es mejor que me sueltes, me estás lastimando. -dijo furiosa.
— No te voy a soltar, es más, te vienes conmigo. - tratando de llevársela a la fuerza.
— ¡Estás loco! - le gritó exaltada. — Yo no voy contigo a ningún lado, y ya te dije que me sueltes, o no respondo.
— ¿Y qué pienas hacer, llamar al perro de Victoriano Santos para que venga por ti? - preguntó con ironía.— No me hagas reír.
Ella solo rió un instante y sin previo aviso le dio un golpe bajo, éste al sentir tal dolor no dudó en soltarla de inmediato.
— Que te quede clara una cosa, Loreto Guzmán, ya no soy esa muchachita ingenua de la cual abusabas tan vil y cobardemente sin piedad alguna, de esa Inés ya no queda nada, y créeme que por defender a mi hijo soy capaz de todo. -sin más, salió corriendo de ahí, el tan solo verlo la enfermaba, no soportaba a ese hombre por nada el mundo, solo lamentaba que Emiliano fuera su hijo.
Estaba tan apurada que no se doy cuenta que alguien venía de frente y chocó nuevamente.
— ¿Se encuentra bien? - preguntó el joven preocupado.
— Sí, pierda cuidado, - poniendo una mano en su pecho, ya que venía a las carreras. — Discúlpeme, por favor.
— No hay problema. - sonrió mirándola fijamente a los ojos y sintió algo extraño, pero a la vez bonito.
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Mi primer y unico amor.
FanfictionInés y Victoriano, tendrán que pasar muchos obstáculos para poder vivir su amor libremente y ser felices por siempre.