Chico sonrisa

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Era miércoles y el sol estaba en su máxima expresión por encima de los chicos a la hora del almuerzo.

Yuu estaba sentado comiendo vegetales al vapor, ya que su madre se había empeñado tanto en que todos siguieran la dieta de su abuela. Al pelinegro no le disgustaba pero tampoco lo hacía feliz, las verduras en su mayoría le sabían a masa seca e insípida.

Veía a lo lejos como Shima entrenaba en el equipo de fútbol de la escuela. Pensó que definitivamente ese chico estaba haciendo todo lo posible por ese sueño. Sonrió masticando un brócoli.

Alguien se sentó a su lado.

Por el rabillo del ojo noto una mata castaña de pelo, y seguramente habría saludado con entusiasmo pues el único mata castaña era Takanori... si tan sólo Takanori hubiese ido al instituto ese día.

–No sabía que te gustarán los vegetales –la maraña castaña hablo. Yuu miró hacia esa voz. Era su superior, Yutaka.

–Mh, son buenas –se encogió de hombros mientras apuñalaba con sus palillos una zanahoria.

Hubo silencio. Yuu en su vida había entablado palabras con el castaño risueño, solo esa vez que le puso un ultimátum... y en realidad él no había hablado.

Aunque siempre le había dejado con la duda.

–Faltan un par de meses para que el curso terminé y quiero... –Yuu miró a Yutaka, este ya le miraba con total atención –quiero saber ¿Por qué la amenaza al inicio de ciclo?

Yutaka rió. Era una risa agradable, contagiosa. Yuu hizo lo posible por no reír también.

–Todas las chicas hablaban de tí, era raro no oír a una chica hablar de Shiroyama Yuu, "Aoi" que enamoraba chicas con solo pestañear –Yutaka rió y esta vez Yuu lo hizo también. Sonaba ridículo.

Sin embargo eso no le respondía.

–¿Sólo por eso? –el pelinegro sabía que había otra razón. Y la quería saber.

–Bueno... –Yutaka suspiró y acarició su propia nuca con la vista al suelo. Incluso un sonrojo en sus mejillas –yo, yo creo que eran celos...

Un hueco se hizo en el estómago de Yuu.

Las verduras ahora querían salir como entraron. Aunque de una forma grotesca e insultante.

¿Celos? ¡Celos!

No se precipitó. Respiro profundamente.

–Yutaka... –no sabía ni como empezar, su voz temblaba –no quiero que te ofendas, pero... a mí de verdad me gustan la chicas, y...

–¿Qué? –Yutaka lo miro realmente confundido y medio segundo después rompió en carcajadas. Otra vez–. No, no, no...

Yuu solo esbozó una sonrisa nerviosa

¿No?

Espero a que su mayor dejará de reír y secará las lágrimas de sus ojos. Yutaka respiró hondo.

–No me gustas Shiroyama –la risa se asomó de nuevo en los labios de este. En Yuu también, una sonrisa de alivio –me gustan las chicas, y sé que a ti también... no son celos porque me atraigas, no... no, realmente son celos porque tienes en tu personalidad y en tí mismo algo que envidio

Otro hueco en el estómago de Yuu. Pero se sentía distinto.

Un mayor lo había halagado de alguna manera, envidiaba algo de él y eso era un halago. Y no era cualquier mayor: era ni más ni menos que Tanabe Yutaka; de los mejores promedios de la escuela, becado, sonrisa de comercial de pasta dental. Responsable, honesto, estudioso, trabajador.  El líder de los jefes de grupo. Éxito en persona. Futuro prometedor. Esperanza de Japón.

Alguien de esa magnitud lo envidiaba. Si hubiese sabido eso hacia unos meses su ego lo habría elevado hasta el Everest o más allá. Su ego ahora se comparaba a un tapete... pisoteado.

–¿Qué? –murmuro el pelinegro tratando de ocultar su incredulidad.

Tanabe suspiró.

–Tu personalidad... puedes hacer que una chica ¡Quién sea! Se interese en ti, que acceda a salir contigo, que se rinda ante ti y no entiendo cómo lo haces ¡De verdad que no! –el castaño estaba entusiasmado y Yuu aún más –desde que entraste a primer grado, eras tema en las chicas de mi curso y del superior... decían que tu apariencia ruda, o qué también eras suave, no lo sé... Y te puse un ultimátum por ello, no quería que nadie más te amará –Yuu soltó un carcajada y Tanabe también –quería opacar yo tu personalidad con la mía, pero no funcionó... yo solo tengo esta sonrisa bonita

–Das miedo cuando te lo propones –Yuu añadió tratando de infundir confianza en el chico desmoronando –eso llama la atención de las chicas

–Ah, no tanto –Yutaka suspiro y miró al patio mirando pasar a las chicas y chicos de otros cursos –a veces asusta de más y no puedo contra ello, no sé realmente como conquistar a alguien... además, el ultimátum fue porque aún en primer grado monopolizabas a la chica que me gustaba y eso no era justo.

Yuu se desconcertó aún más. La chica que le gustaba ¿Quién? Buscó sus recuerdos de primer año y solo tenía a una chica constante en su cabeza y en sus días.  Pero... ¿De verdad era ella?

–Sonreía cuando hablaba de tí y te defendía... yo creo que realmente le gustabas –Yuu se ruborizó, lo que Tanabe estaba diciendo, ¿Era real? –se concentró en tí y en Shima, y lo entendía... por él, no por tí

Ya no dudó sobre quién era. Su cuerpo tembló. No podía ser peor.

–Cuando se graduó aún me gustaba y decidí ponerte un alto... ella me gustaba y tú le gustabas; y no iba a dejar que eso me pasará de nuevo... si alguien me gustaba tú no ibas a interferir... pero...

–Nadie más –Yuu respondió por el castaño notando como todos uno a uno iban de vuelta a su salón de clase.

–Desde que yo iba en primer grado, solo ella, incluso ahora es sólo ella –una sonrisa débil y dolorosa se atravesó en su rostro —pensé que entablando una amistad contigo, con Akira iba a funcionar pero... estoy en el mismo punto del inicio, un punto cero... en la nada.

Shima caminaba rumbo al salón de clases. Ignoró a ambos chicos. Yuu se sintió devastado.

–Takashima Mika –Yuu dijo en voz baja, claramente.

–Mika –los ojos de Yutaka brillaron al pronunciar el nombre, casi saboreando las letras –tú eras muy importante para los hermanos Takashima, quizá aún lo eres para Mika... en el partido lo comprobé... lamento lo de Kouyou...

Yuu amargamente sonrió. Ya con su lamento era suficiente.

Mika le gustaba y quizá si hubiera una oportunidad real lo intentaría. Pero la había visto crecer, y ella a él. Había visto el paso necesario de la pubertad en ambos chicos.

Mika era también su hermana mayor. Y la amaba por eso. 

–Lo hubieras dicho antes –colocó el pelinegro una mano en el hombro contrario –a ella, se lo hubieras dicho.

Yutaka negó con una gran sonrisa en los labios y los ojos cristalinos.

–No, así dura más... –Yutaka se puso de pie y sacudió sus ropas, limpio sus ojos y sonrió de nuevo. Como si nada pasará– ahora hay que ir a clases... ¿Tienes algo que hacer por la tarde? Quiero ir a una librería, ¿Puedes acompañarme?

Yuu se contagió de es sonrisa. Y asintió.

El destino y el amor en silencio le habían dado un nuevo amigo.




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