Fuegos Artificiales

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Y Mika le contó la noche anterior todo lo que tenía que saber, todo lo que tuvo que haber sabido.

Y ambos habían llorado, llorando desconsoladamente. Mika lloro porque recordó su vergüenza y la tristeza que había causado a sus padres y a su hermano; porque gracias a ella lo que se había construido en doce años se había arruinado en 15 minutos, lloró porque había permitido que un imbécil le arruinara la vida y le arrebatara la felicidad de su rostro.

Y él, Kouyou había llorado no por tristeza o por la pena que le causaba su hermana a la familia. Lloró por la impotencia de no haberla podido proteger y de no haber podido dar la cara por ella; porque no podía ir y partirle la cara al idiota que la había destrozado. Porque lo hacía sentir inútil.

Invito a Mika a asistir al festival con él, para que se sintiera feliz y la alegría le invadiera, para ver la sonrisa de la chica. Para ver a su hermana como siempre la vio, como siempre la admiro.

No obtuvo una respuesta en ese momento, ni durante el desayuno, ni siquiera en la tarde cuando descubrió que su mama terminaba de arreglar la última caja de mudanza y en un gancho colgaba el Yukata favorito de Mika. Su madre también quería que la chica sonriera, pero ella se negó.

Kouyou con el corazón destrozado fue hacia el instituto para ver por última vez a sus amigos, no pensaba decirle a ninguno de ellos que se iba. No pensaba decírselo a Takanori, mucho menos a Akira y sobretodo no se lo diría a Shiroyama. Sobre todo a él, más ahora sentía una necesidad tremenda de estar con él.

Como si lo conociera de años.

Cuando llego al instituto vio a todos sus compañeros y vio a la misma institución convertida en un auténtico festival de primavera; había múltiples puestos de comida y de juegos en el patio principal, guirnaldas de papel y lámparas con ayuda de carrizo adornaban la entrada, además de letreros de los puestos e incluso letreros de buena suerte para los de último curso.

Y a su memoria como de flash llegaron una serie de recuerdos, aquel donde llegaba al pueblo del que ahora se iba, llego cuando había un festival y recuerda que su padre les llevo para que se sintieran mejor por haberse ido de la capital donde vivían con sus abuelos, así que en familia fueron al festival, y ahí recordó conoció a alguien, un amigo... ¿A quién?

– ¡Takashima! No sabía que ibas a venir –la voz que oyó fue la de un compañero del último curso, cuando volvió sus ojos a la voz le descubrió era el chico Yutaka, iba vestido con una vestimenta tradicional, se veía extrañamente bien y se notaba la tristeza en sus ojos.

Seguramente porque ya se iba del instituto, una nueva etapa.

–Fue de último momento, estaba aburrido en casa –sonrió ampliamente cuando su mayor le pasaba una pequeña papeleta con el programa de eventos impreso, le llamo la atención el que haría el grupo de Takanori más porque sabía que su amigo había participado.

–Entiendo... –no hubo más comentarios, ambos se miraron entre si y después al resto de las personas en el festival.

Cuando estivo por volver a hablar de nuevo se interrumpieron, esta vez era Takanori quien gritaba emocionado y corría hacia el ár de chicos, llevaba el uniforme impecable, como siempre y la sonrisa en su rostro le daba otro aspecto. Un aspecto más atractivo, más confiado.

Era lo que aquel pequeño necesitaba, confianza que le hiciera externar todo el brillo que ya tenía dentro de sí.

–Me alegra mucho que vinieras, así podrás ver mi presentación –Takanori sonrió pero dirigió su vista no hacia el castaño, si no más allá, miro hacia la entrada del instituto y ahí se detuvieron sus ojos –¡Yuu!

Mejores amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora