Capitulo 30

153 13 0
                                    

Después de que el abogado de mis papas me hubiera ido a recoger a la comisaría me había ido a mi departamento, había pasado tres días encerrado, hasta que por fuerza habían entrado mis papas y Claudia, no quería verlos, no quería saber nada de nadie, me dijeron las típicas frases, de "lo superaras" "encontraras a alguien mas" y todas esas tonterías, fingí estar bien y los convencí de que se fueran, pero no estaba bien me dolía el alma, pasé dos semanas sin salir, sin hacer nada, estaba desesperado, el miedo a la oscuridad me paralizaba, Anna había sido mi luz, ¿Como podía vivir sin ella?.

Dejé la maestría, dejé todo, otra semana más, días minutos y segundos los contaba con un desequilibrio psicológico que sabía que a nada bueno me conducía, pensé en suicidarme pero no podía, Anna estaba en este mundo para que me iba a otro mundo si ella no iba a estar en él. Necesitaba consejo sabía a donde ir a buscarlo.

Fui al panteón, me senté en el mausoleo de la familia de Anna, de mi familia yo me había casado con ella primero, aunque recordaba "darle el divorcio" en mi momento de mayor estupidez, haberme alejado de ella había sido peor que perder la vista. Creía que no iba a haber un día peor que el que me había quedado ciego pero si lo había, había sido el día que mi luz verdaderamente se había ido.

--Necesito su ayuda, por favor ayúdenme a recuperarla--

Estuve llorando un buen rato en el panteón, después de muchas pláticas imaginarias con cada uno de ellos, recordé la que había tenido Anna con su abuela antes de morir:

"Mi niña tienes que ser feliz, hoy nos reunimos todos para celebrar que eres maravillosa y demostrarte lo mucho que te queremos, por favor se feliz, te lo ruego desde lo más profundo de mi corazón y se que desde lo más profundo del corazón de mi hija, tienes que luchar, no te rindas, no te niegues la felicidad, tienes que vivir por todos los que se fueron hoy, no pudimos quedarnos para estar contigo pero te dejamos la vida para que la vivas feliz, promete que vas a luchar por ser feliz, prométemelo"

La misión que tenía Anna en este mundo era ser feliz, no podía ser la razón para impedircelo, ellos hubieran dado todo por ayudarla a ser feliz, eso era justo lo que yo iba a hacer. Saber que ella estaba bien, saber que ella era feliz iba a ser mi razón de vivir.

Hablé a grupo AIMA y pedí cita con Sam, era horrible pensar que alguna vez me había paseado por esos pasillos sintiéndome orgulloso y feliz, había abandonado a grupo AIMA y a su gente me sentía un cobarde, no tenía el valor de regresar pero necesitaba saber de Anna.

Cuando estaba por llegar a grupo AIMA, sonó mi celular, era Sam.

--Hola Mateo, me informaron hoy que tengo una cita contigo a las 11, ¿Quieres que nos veamos en grupo AIMA o preferirías en una cafetería?--

--En una cafeteria-- Le dije, sabía que Anna y él habían estado mintiendo sobre el porque me había separado de los asuntos de grupo AIMA.

Me dio la dirección y se la pase a Charlie que me llevó hasta el punto, me describió un poco el lugar y me dejó en la puerta, le dije a la señorita de la entrada que buscaba a Sam Jones, ella me condujo hasta donde él estaba, podía sentir el rastro del aroma de Anna en él, nos saludamos de manos y me senté.

--Me da gusto que hayas recuperado la memoria-- Me dijo con sinceridad.

--Aunque fue un poco tarde, al parecer--

--Esto no esta siendo muy cómodo, ¿Podrías ir directo al grano?-- Me dijo con voz nerviosa.

--Quiero estar cerca de Anna, se que ella no te va a dejar, que busca velar por el bien de su bebé, no quiero destruir lo que tienen es solo que me gustaría estar cerca de ella, saber que es feliz-- Sam suspiró sonoramente y empezó a tamborilear los dedos señal de que estaba analizando mis palabras.

Tu oscuridad es mi felicidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora