La Gravedad Entre Nosotras (Jerrie Thirlwards)

Capítulo 10: La gravedad entre nosotras

Jade

Según el reloj en la pared de mi dormitorio, son las 12:20. He estado despierta durante cerca de quince minutos, pero no me he movido excepto para respirar. Es peor que la última vez que me desperté al lado de Perrie. En ese momento, no había averiguado lo que estaba sintiendo. Pero ahora soy hiper consciente de ello. Desperdicié horas y horas tratando de ponerle un nombre a ello. Cuando finalmente tuve una firme comprensión de como llamar a lo que estaba sintiendo, perdí aún más tiempo tratando de hacerlo desaparecer. Digo que perdí tiempo porque fue el intento más inútil que he hecho de algo.

Al verla ahora — acostada aquí tan pacíficamente, viéndose tan hermosa por fuera como por dentro — no debería haber sido una sorpresa que mis sentimientos por ella fueran algo menos platónicos. No estoy hablando del aspecto físico en absoluto. Eso no quiere decir que no sea atractiva. Es decir, ¡duh! Mírala. La chica tiene unos ojos azules increibles, labios carnosos, la radiante piel pálida, y abdominales tonificados a la perfección. No me importa si eres gay o heterosexual, hombre o mujer; literalmente tendrías que ser ciego para no encontrarla atractiva. No sé si la química física sería un problema para mí, pero en este momento no estoy preocupada por eso. No es tan simple como una fascinación de la carne. Es todo sobre ella lo que amo: su inteligencia, su ambición, su talento, su sentido del humor, su fiabilidad, su bondad.

El verdadero problema es que ella es mi mejor amiga. Tenemos una innegable conexión que es más intensa que 10.000 grados Kelvin y más dinámica que la actividad sísmica. Es como si hubiera gravedad entre nosotras — ella es lo único que me ancla al mundo, impidiéndome flotar en la estratosfera superior y perderme en el espacio. No puedo arriesgarme a perderla. Sería una cáscara vacía de una persona si no estuviera en mi vida. La alarma del reloj de pulsera de Perrie suena a las 12:30. Ella comienza lentamente a moverse. Cierro los ojos a toda prisa. No puede atraparme viéndola dormir. Eso es demasiado espeluznante, y por no mencionar, obvio. El colchón debajo de ella se contrae mientras se empuja sobre sus codos. Me está mirando. Todavía tengo los ojos cerrados, pero puedo sentir su mirada como si fuera algo corpóreo.

- Jade -susurra, empujando ligeramente un mechon desordenado detrás de la oreja izquierda. Haz eso de nuevo. Tócame en cualquier parte-. Jade -repite-, es hora de despertar. -Abro los ojos para encontrarla inclinada sobre mí. Esta bañada en el tenue, lejano resplandor de las luces de la calle. El brillo blanco verdoso la ilumina de forma que sólo puedo distinguir la curvatura de los labios. Ella está sonriendo. ¡Dios, Pez! ¿Por qué tienes que ser tan deslumbrante, incluso en la oscuridad?- Hola, Bella Durmiente -dice.

-Hola, a tí -susurro. Mi cerebro está gritando, 'Bésala, bésala, bésala!' Pero hay un golpe en la puerta de mi dormitorio. Sin esperar una respuesta, mi padre entra y enciende la luz. Estoy de espaldas y Perrie está aún ligeramente inclinada sobre mí. La conmoción en la cara de mi padre es preciosa. Sé que él piensa que nos pilló. Quiero decir '¡Bien hecho, papá. Podríamos haber estado desnudas, revolcándonos como conejos, y habrías arruinado todo!' Pero no quiero que tenga un derrame cerebral ni nada, así que me quedo callada. Él tose.

-Lo siento, no quería interrumpir.

-Um, no, no interrumpió nada -Perrie tropieza con sus palabras-. Sólo acabamos de despertar.

-Ya veo -responde-. Jade, quería ver si necesitabas ayuda para llevar las cosas abajo. Tu coche estará aquí pronto. -Tanto Perrie como yo nos incorporamos. Colgamos nuestras piernas por un lado de la cama y pateamos nuestras pantorrillas de la manera en que lo hacen los niños pequeños.

-Suena bien, papá. Gracias. -Mi papá agarra dos maletas. Perrie se acerca a la pila y agarra dos más-. Donde quiera que voy, hay servicio de habitaciones -bromeo-.