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Durante los últimos años la vida de Alaska no ha dejado de cambiar y sorprenderla siempre con nueva información o sucesos que le hacen cuestionarse muchas cosas...
El estómago de Alaska rugió mientras se dirigía hacia las mazmorras del colegio, estaba hambrienta y la cena estaba por comenzar, sin embargo, no podía ir hacia el Gran Comedor aún. Luego de haber escapado del castigo de Umbridge con éxito necesitaba ver a Severus, quería que supiera de lo ocurrido cuanto antes.
La puerta del despacho del profesor se encontraba entreabierta, algo que era poco usual, pero le indicaba que había alguien más acompañando a Snape. Golpeó la puerta un par de veces con sus nudillos y se adentra en la lúgubre y poco iluminada habitación. Un estudiante de tercer año estaba de pie frente al escritorio, escuchando atentamente las instrucciones que estaba recibiendo.
-Disculpe profesor -Habló Alaska una vez que su jefe de casa puso la atención en ella-. Cuando tenga tiempo me gustaría informarle sobre una situación; como prefecta me parece importante que lo sepa.
Snape no sabía decir si la chica estaba siendo honesta con él o no, ¿quería deshacerse del chico o realmente tenía algo importante que decirle? No se preocupó en averiguarlo, sin mucha hesitación le ordenó al chico que los dejara a solas.
-¿Qué sucedió? ¿Está todo bien?
-La profesora Umbridge tiene serios problemas con sus castigos. -Se quejó Alaska, sentándose con molestia en la silla.
-Escuche que recibiste un castigo por gritarle en su primera clase, ¿me contarás qué sucedió?
-Fue culpa suya, no quiero entrar en detalles -Respondió-. Lo que importa es lo que obliga a hacer a sus estudiantes durante las detenciones. Mira esto.
Acercó su mano para que Snape pudiera ver con claridad la herida en su torso, a pesar de haber escrito sólo una vez su mano seguía muy irritada y las palabras estaban marcadas, por lo que podían leerse con claridad.
-La pluma utilizó tu sangre para escribir -Notó Snape al examinar la herida-. Una táctica medieval, pero conveniente en algunas situaciones.
-¿Conveniente? -Repitió Alaska pasmada-. ¡Está abusando físicamente de sus estudiantes! No permitiré que vuelva a ocurrir.
-No tienes que preocuparte por la profesora Umbridge, yo me encargaré de acabar con todos tus castigos -El hombre sacó un viejo frasco con ungüento que le entregó a la chica-. Con una condición.
-Usualmente no deberían haber condiciones cuando se trata de asegurar la seguridad de los estudiantes.
-Quiero que me cuentes que sucedió en la clase, ¿por qué le faltaste el respeto?
Alaska suspiró con molestia-. Ella fue la irrespetuosa, no yo.
En realidad Alaska no había hablado mucho con Snape sobre sus sentimientos con respecto a la muerte de su mejor amigo, aquella había sido una conversación que evitó cada día. Él le había contado su experiencia con una situación familiar, pero fue todo.
