Capítulo 2

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Viernes, 20:09 PM.
11 horas restantes.

Agarré mi mochila que estaba en el piso cuando llegamos a la estación de servicio. Miré a Joaquín, que estaba muy concentrado en mirar como dos chicas pasaban en frente. Reí y me adentré en el baño.

Me cambié el jean por un short tiro alto y la remera por una larga, a la que le hice un nudo. Hacía demasiado calor.

Salí y me adentré en la tienda. Joaquín me miraba, impaciente. ¿Este pibe no sabe esperar dos segundos?

Cuando estuve adentro, ojeé las frituras pero terminé agarrando unas pringles y una Sprite grande. Cuando me dirigí a la caja, agarré dos chupetines y cinco chocolatinas. Ah, y una caja de cigarrillos. Pagué y salí con la bolsa en mano, caminando hasta el auto.

—Al fin. Estaba pensando seriamente en irme y dejarte acá por tardar —soltó cuando me adentré en el coche.

—Que exagerado. Fueron cinco minutos.

—En realidad, veintitres —dijo mirando su reloj. Sonreí y me encogí de hombros.

—Ups. Discúlpame. Pero tengo chocolates, eso soluciona todo —saqué los chocolates de la bolsa y él me miró, regalandome una hermosa sonrisa.

—Exijo el de chocolate blanco con chocolinas.

—Si, seguro —el de chocolate blanco con chocolinas era mi preferido, sería imposible que me lo sacará.

Digo sería, porque cuando estaba por morderlo, él me lo sacó en un ágil movimiento y se lo metió rápidamente a la boca. Lo miré indignada.

—¡Ey! ¡Era mi chocolate!

—Era. Ahora es de mi estómago —me sonrió y yo gruñi.

Saqué las pringles de mi bolsa y me saqué las ojotas.

—¿Puedo apoyar los pies en el asiento? —pregunté, porque no iba a ser tan confianzuda como para hacer eso. Joa asintió y yo me senté como indio.

—¿Me das una pringles?

—Abrí la boca —él me hizo caso. Cuando la abrió, le tiré la pringle. Le golpeó en la mejilla y cayó en su muslo.

—¿Qué haces? —reí—. Ah ya entendí. Dale, va de nuevo —abrió la boca nuevamente y ahora le entró en la boca. Aplaudí y él me guiño un ojo.

Prendí el Bluetooth y puse música. Esta vez no puse rock, si no los éxitos de Argentina.

Mi cama empezó a sonar. Tararee un poco la canción y cuando llegó al estribillo, Joaquín empezó a hacer unos sonidos muy raros junto a unas caras graciosas. Largué una carcajada y él me miró por unos instantes. Me sonrojé y bajé la mirada, avergonzada.

—Seguí riéndote, te ves hermosa.

Mis mejillas parecían prendidas fuego. Le regalé una simpática sonrisa y seguí comiendo pringles, en silencio y observando el panorama.

Después de eso, como si nada hubiese pasado, seguimos conversando. Él me contó de su vida como jugador de fútbol y me dijo cuál era su equipo, a lo que yo le respondí que no se nada de fútbol. Y me dijo que buscará su Instagram, y vi los miles de seguidores que tenía.

Estoy viajando con un puto jugador de fútbol y recién me enteró.

Mamá me va a matar.

12 horas » tucu correa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora