Inicios de cantos, amigos y girasoles.

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Hace mucho tiempo, en los jardines que la madre naturaleza guarda para sus hijos, había un pequeño chico de pueblo que se agachaba para ver las flores, sentir el pasto bajo su mano y de vez en cuando se acostaba en la tierra para sentirse uno con la fauna y flora, su única compañía. En el pueblo aledaño nadie se le acercaba porque creían que era muy raro, frío y distante. Un joven huérfano que hablaba con las flores y los animales, no saliendo nunca del bosque ni de las praderas mas que para intentar hablar con alguien de vez en cuando, para ver si algún día encajaba en una sociedad, pues soñaba caminar entre las multitudes sin que la gente se le volteara el rostro y mostraran, como mínimo, respeto, pero era en vano todas las veces.

Un día, sin embargo, fue distinto. En uno de sus ratos observando las flores, su mirada curiosa se topó con la de una chica que miraba la misma flor. Ella le regaló una gentil sonrisa y un saludo tan cordial y, a la vez, tan sencillo que haría a la realeza arrodillarse de frustración y envidia, para al final, poner la cereza sobre el pastel presentándose con un nombre que recordaría para siempre: Solario.

No queriendo faltar el respeto a la primera persona que se le acercó con tanto entusiasmo y gracia, el chico le presentó de vuelta el suyo: Plutón.

Aquella flor que ambos observaban, era un girasol. Solario solía recoger semillas de girasol para usos medicinales, sin embargo aquél estaba muy joven y todavía no daba semillas, pero seguía siendo hermoso.

A Plutón le encantaba el contraste entre gracia, elegancia, humildad y nobleza que representaba Solario mientras que a ella le encantaba la ternura, curiosidad y determinación de Plutón. Ambos encajaron de inmediato.

Desde ese día, no había uno solo en el que Plutón y Solario no exploraran juntos el bosque, contando historias y chistes, riendo, recolectando los diversos frutos de la naturaleza y de los mundos que eran la mente de cada uno de ellos. Plutón llevaba a Solario lugares hermosos que ella nunca antes había explorado, mientras que ella le presentaba a su circulo de amigos y a aquellos a quienes ella ayudaba haciendo medicina casera, a escondidas ya que no era bien visto por el pueblo ni la iglesia ese tipo de actividades, sin embargo, se las arreglaban para vivir bajo esas condiciones y seguir haciendo lo que amaban; ayudar a las personas. Eran felices.

Una tarde tras haber recolectado frutos de un arbol, ambos se dirigieron a una colina a observar el paisaje, y mientras el viento jugaba con sus cabellos, mientras el sol iluminaba sus espaldas y pintaba de dorado el paisaje, Plutón y Solario pensaban sobre lo que hacían por los demás, amaban la sonrisa de aquellas personas cuyas plegarias eran escuchadas, y aborrecían las acciones de aquellos que se aprovechaban de los mas débiles, solamente por tener poder sobre ellos. Plutón estaba decidido en hacer algo al respecto, se sentía capaz de hacer algo, entonces, con una seria curiosidad, Solario le pregunta:

''¿Quieres cambiar el mundo?''

Sin dudarlo, Plutón respondió

''Absolutamente, haría todo por voltear las cosas, lucharía por ello''

Los ojos de Solario se iluminaron, como si hubiera encontrado agua en un desierto, y se le ocurrió, para muestra de su dedicación a la tarea, que se habrían de prometer el uno al otro que sin importar el riesgo, el peligro ni ningún tipo de adversidad, lograrían un cambio, las personas serían tratadas en buenas condiciones sin miedo y ellos podrían mostrar la cara sin preocupaciones ni juicios. Plutón amó la idea, y Solario, encantada, lo abrazó llena de emocion.

Un poco apenado de admitirlo, incluso a si mismo, Plutón no pudo evitar notar la suavidad de la piel de Solario, como los pétalos de un girasol, era maravilloso.

Plutón nunca olvidaría aquel día y, mucho menos, el que vino después...

Plutón y el General SaturnoWhere stories live. Discover now