Supernova.

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Esa mañana, Plutón despertó con la cara en el suelo, solo.

El sol no mostraba su cara todavía, lo cual era extraño.

Plutón buscó a Solario, en vano. El bosque estaba vacío y Plutón no podía evitar sentir en su corazón que algo no andaba bien, de modo que fue al pueblo a ver si hallaba algo que pudiera ayudarlo a resolver el misterio.

Era posible que Solario estuviese ocupada en otra parte, pensó, o que se estuviera escondiendo para tenderle una sorpresa, quizás, pero nunca se pudo haber imaginado la escena que lo recibiría en el pueblo: Un rio de gente tenía llena la calle principal, su bulla hacía el viento, sus antorchas hacían la luz, mientras algunos llevaban grandes trozos de madera, todos en dirección a la plaza. Plutón no sabía lo que pasaba, seguía la multitud intentando conseguir una respuesta, fue allí cuando llegó a la plaza y vio tres postes parados encima de ramas y pequeños troncos, cada uno con personas atadas a el, y en el del medio, estaba Solario.

Plutón salió corriendo hacia ella, pero un cura lo detuvo, advirtiéndole que aquella chica que el veía delante de sus ojos era una hereje, una bruja y una amenaza para la civilización, y que, junto a sus iguales, debía ser destruida con el mismo fuego que la creó. Plutón no creyó una sola palabra, peleó intentando librarse del cura, hasta que vio a Solario a los ojos, el tiempo dejó de existir y no debían decir palabras para saber que pensaban en ese momento; ella no quería verlo así, asustado, iracundo y al borde de las lágrimas así como él no quería verla atada a un poste en una plaza llena de gente iracunda, despilfarrando mentiras sobre una persona que el conocía bien. La mirada de Solario le hablaba: ''Vete, no quiero que estés aquí. Tapate los ojos y no importa lo que pase, huye lejos y no veas atrás.''
Lagrimas se amontonaban en los ojos de Plutón, sin salir. El tiempo volvió a escena y el cura instruyó a Plutón a que se fuese con sus padres, cosa que no podía hacer, de modo que simplemente se alejó de la escena, no sin antes verla de nuevo, sus ojos reflejaban compasión, amor, algo que esa gente no tenía.

Plutón sabía que debía irse lejos, pero no podía dejar sola a Solario, así que se quedo escondido a ver lo que sucedía.
Las personas echaron los últimos maderos a la pila y, tras un sermón sobre la justicia divina, el cura ordenó echar antorchas a los postes.

Quedó grabada en los ojos de Plutón la escena: Solario junto a esas personas, yéndose de este mundo en gritos mientras el fuego los desintegraba de segundo a segundo, hasta que ya no fueran más que ceniza.
Plutón no pudo llorar, su corazón y su mundo acababan de morir delante de sus ojos.

Finalmente, Plutón hizo caso a Solario y huyó lejos, con la esperanza de dejarlo todo atrás, empezar desde cero una nueva vida, con un nuevo nombre.

Plutón y el General SaturnoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang