05

2.4K 156 46
                                    

Mis piernas se mantienen estiradas, no se doblan por más de haber estado girando por más de diez minutos en la misma posición

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mis piernas se mantienen estiradas, no se doblan por más de haber estado girando por más de diez minutos en la misma posición. La pierna derecha se estira para volver a cerrarse, repitiendo el proceso con cada nuevo giro. El par de ojos grises que conozco a la perfección me observa fijamente, no parpadean por miedo a perder el equilibrio conseguido en tan solo un par de segundos.

El leotardo negro se ajusta perfectamente a mi cintura, la falda negra transparente queda flotando en el aire como dos alas a la altura de mi cadera. Me hace sentir como si de un pequeño pájaro cantarín se tratase. El suéter gris hasta arriba del ombligo no impide que los movimientos sean limpios y firmes. Una radiante sonrisa llena mi rostro cada vez que miro hacia mi reflejo en el gran cristal, moviéndome animadamente ante la mirada llena de aprobación de la maestra. Ella continúa dando órdenes en francés que todas mis demás compañeras atienden.

No puedo evitar sentir admiración al apreciarme delante del espejo. Mi reflejo tiene una sonrisa que puede iluminar toda la habitación con cada giro que da, haciendo diferentes piruetas en cada uno de ellos. Todas dejan de hacer el trabajo para observarla, incluso la maestra Robinson deja hablar, sus ojos verdes se concentran en la feliz muchacha del espejo.

Su cabello está ajustado en un moño desordenado, ciertos mechones caen por los lados de sus sonrosadas mejillas afiladas. Deja de girar cuando al mover el rostro se percata de la atención que tiene sobre su cuerpo. Cae delicadamente como si de una flor en proceso de nacimiento se tratase. Tiene el mismo leotardo negro que yo, sus mayas color natural ajustándose alrededor de sus trabajadas piernas.

Por un momento es como si ella hubiese regresado por completo, como si nunca se hubiese ido de mi interior, encontrándose lista para salir en cuanto menos lo esperaba. Sin dudarlo soy la primera en aplaudirle emocionada en mi interior, siendo seguida por los demás compañeros de nuestra clase en la realidad, incluyendo a nuestra maestra, cuyas arrugas se notan cuando sonríe complacida con mi trabajo. Sus sonrosadas mejillas adquieren un color fucsia chillón agradeciéndoles a todos por el halago con una pequeña reverencia en el momento exacto que la armoniosa canción termina, indicando la finalización de la clase de hoy.

No puedo evitar emocionarme, agradeciéndole a mi padre por hacerme venir a clase después de estas semanas en las cuales pensé nunca más regresar. Incluso la maestra se encuentra verdaderamente contenta de verme después de varios días, habiéndome abrazado cuando entré por la puerta diciéndome lo mucho que había extrañado a su mejor estudiante.

Debo admitir que el alivio me recorrió el cuerpo cuando aprecié que mi antigua mejor amiga no estaba en clase. Después me gané el comentario de la profesora diciéndome que ella ya no formaba parte de la academia a su propia voluntad. Me tranquiliza el saber que ha tenido la más mínima consideración conmigo, dejándome hacer lo que más amo sin tener que preocuparme por verla todos los días.

Todos nos colocamos delante de la maestra Robinson, quien inicia la reverencia para los muchachos. Después de agradecerle a la profesora, nos dejan el salón para nosotras las mujeres. Dando tres saltos en el aire haciendo un giro, nos agachamos amablemente ante la profesora, mostrándole nuestra gratitud por la enseñanza de esta clase.

Pasando Límites ©Where stories live. Discover now