Cap 3. A través de la máscara

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A la mañana siguiente, Blood comenzó a abrir sus ojos rojizos, parpadeando un poco, algo desorientado. Incluso le costó unos minutos despejarse y darse cuenta de que no se encontraba en su cómoda cama. Entonces, recordó lo sucedido la noche anterior y a Randolph. De inmediato se giró ilusionado con la intención de despertarlo... Sin embargo, el lobo ya no se encontraba a su lado. En ese momento, probó a buscarlo por el resto de la cueva, paseando su mirada por el interior de esta, pensando que tal vez se hubiera levantado ya.

Pero nada, el hombre lobo había desaparecido por completo.

—¿Randolph? —lo llamó, más no obtuvo respuesta alguna. El lobo seguía sin aparecer, y tampoco parecía estar cerca.

La desaparición repentina del peliazul sin duda lo ponía bastante triste pero ¡no podía deprimirse! Tenía que mantener una actitud positiva, no era el fin de mundo. Seguramente todavía podrían volver a verse. Blood creía fielmente en ello, puesto que aquella noche había sentido que tenía una conexión especial con Randolph.

De momento, tendría que volver a casa. No había podido llegar a casa de Alvin, así que seguramente su hermano habría puesto el grito en el cielo de lo preocupado que estaba por él. Siempre se preocupaba demasiado.

Recogió la cesta que, desde la noche anterior, aún descansaba a un lateral de la cama, para acto seguido levantarse, dispuesto a emprender alegremente su camino.

Recogió la cesta que, desde la noche anterior, aún descansaba a un lateral de la cama, para acto seguido levantarse, dispuesto a emprender alegremente su camino

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En esos momentos, Randolph se encontraba marchando de regreso a la guarida de Tod.

Le gustase o no, su deber era reportarle la misión fallida. Además así evitaba tener que ver la expresión de Blood al marcharse y la incómoda situación que derivaría de ello. Lo mejor era que todo quedase como estaba. No podía involucrarlo en asuntos tan turbios. Seguro que si Blood descubriera a lo que se dedicaba, dejaría de verlo igual. Probablemente incluso llegaría a tenerle miedo. Además tendría que encargarse de destruir la cueva cuando regresase y buscar otro lugar en el que quedarse.

Aunque Blood fuera la única persona que conocía su paradero, toda precaución era poca, y más si la idea era que jamás pudieran volver a verse. No podía arriesgarse.

Mientras el lobo andaba distraído en sus pensamientos, sin prestar un mínimo de atención a su alrededor, una vil sombra se deslizó a su espalda. Cuando estaba justamente detrás de él, pasó un brazo por sus hombros ejerciendo un enorme peso sobre estos, recalcando así el enorme poder que tenía sobre "sus chicos".

—Randolph~ ¿dónde está el chico que te pedí? —Tod lo tenía bien sujeto para evitar que hiciese cualquier clase de movimiento. En su rostro había una sonrisa que indicaba que más le valía al peliazul decirle que tenía al mocoso escondido en otra parte. Lo que más detestaba el zorro en el mundo era perder dinero.

El lobo se sorprendió debido al repentino susto. Era muy propio de Tod aparecer cuando uno menos se lo esperaba y ya estaba más que acostumbrado a tener que soportar su peso cuando hablaba con él.

Lycoris ElegyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora