y nadie supiera si valió la pena

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Descendió con suavidad por la oscuridad, esperó a que sus ojos se acostumbraran y le permitieran ver algo pero no conseguís discernir nada de ella.

Bajó y bajó durante minutos que se hicieron eternos, hasta que aparecieron a su alrededor troncos de árboles altísimos.

Estos tenían un color seco, mustio, como si no conocieran la lluvía.

Yoongi continuó el descenso hasta el suelo, donde aterrizó bruscamente con el trasero.
Se quejó en voz alta antes de levantarse y sobar la zona donde se había golpeado.

Una vez en pie en aquel extraño lugar, observó su alrededor con atención. El bosque parecía extremadamente extenso y ningún árbol parecía tener hojas o ramas al alcance.

Todo parecía tranquilo hasta que reparó en la presencia de alguien más junto a él.

Tirado en el suelo, a unos metros de distancia, había un joven. Se acercó a él a toda prisa y lo escrutó con detenimiento, no respiraba.
Con poca delicadeza, le dio un puntapié y, para su sorpresa, el joven castaño se levantó del suelo.

Yoongi se alejó de él varios pasos, asustado y confuso.

—Hola —lo saludó el extraño.

Yoongi se quedó pasmado, observándole con los ojos como platos.

—¿Quién eres? —le preguntó.

Al no obtener respuesta, el moreno se acercó a él con pasos lentos.

—No estabas respirando —dijo Yoongi.

Hacía tiempo que no hablaba con nadie pero no recordaba que las palabras salieran normalmente con tanta frialdad de la garganta.

—¿Por qué iba a hacerlo?

Yoongi tragó saliva pero no se dejó amedrentar y se quedó en el sitio.

—Mi nombre es Jeongguk —le informó—. ¿Cuál es el tuyo?

—Min Yoongi.

—¡Un placer, Min Yoongi!

—No. Solo Yoongi.

—¿Solo Yoongi?

—Olvídalo —pidió cuando se dio cuenta de que no parecía entenderle.

Jeongguk se encogió de hombros inocentemente.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó.

—No lo sé.

Yoongi procedió a dar media vuelta y comenzar a caminar. Si bien desconocía dónde podía estar, si se quedaba quieto en aquel lugar jamás lo descubriría.

—¡Eh! ¿A dónde vas?

No obtuvo respuesta alguna y Yoongi cada vez se alejaba más y más de la escena. La niebla arreciaba el bosque y la silueta del mayor empezaba a desaparecer.

Jeongguk corrió tras él y no se detuvo hasta alcanzarlo.

—¿A dónde vas? ¿Tienes prisa?

—Ninguna.

El tono de Yoongi era frío, pero no por voluntad propia. Estar en aquella situación lo había dejado tenso y lo último en lo que podía concentrarse era en ser amable.

—Yo conozco el bosque, yo te puedo ayudar —dijo finalmente Jeongguk.

Yoongi paró en seco y lo miró.

—¿Sabes que estoy perdido?

—Lo supongo.

A su alrededor, la tenue luz cálida que se filtraba entre los árboles parecía oscurecerse por momentos.

—No es seguro ser ignorante —musitó Jeongguk—. Ese es un consejo valioso.

—Gracias —Yoongi asintió—. Es cierto, estoy perdido, acabo de llegar aquí.

—Eso está bien. Siempre hay una primera vez para todo.

Jeongguk inspiró hondo y miró a su alrededor dubitativo.

—Aún no me has dicho a dónde quieres ir.

—A casa.

—¡Eso está hecho! —exclamó con entusiasmo, eludiendo que la oscuridad parecía cernirse sobre ellos. Se dispuso a caminar pero se detuvo en el lugar—. ¿Dónde queda eso?

—No lo sé —confesó Yoongi.

—Está bien, hogar es donde tú decidas estar.

n/a: estamos oficialmente en la mitad de la historia 🥰

mala suerte  ©yoongguk。Where stories live. Discover now