Capítulo 32: Dulce propuesta.

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—A veces me sorprende tu ingenio.—Me dijo mi hermosa jefa cruzada de brazos y viéndome con el entrecejo muy fruncido.—Pero, ¡me niego a aceptarlo!

Rodee los ojos frustrada por la necedad de la mujer frente a mí, me cubrí el rostro con las manos y solté un gruñido de enojo.

¡Ha rechazado todas y cada una de mis ideas! Ni siquiera lo ha pensado o intentado, solo dice que no y ya, ¿por qué? ¡Porque no son su aburrido y típico café de siempre!

—¡Jessa te vendría bien salir un poco de la monotonía!—Argumenté un poco molesta, Draco se mantenía al borde de la conversación, solo nos veía y después su mirada se perdía en algún punto de la habitación como si recordase o pensara en algo.—¿Cuántos años llevas teniendo el mismo menú?

—¡Me mudé a este pueblo hace veinte años y desde entonces mi menú es el mismo y no pienso cambiar nada!—Respondió en otro grito.

—¡Bien, ese es mi punto!—Respondí levantando los brazos y suspiré.—No te pido que cambies todo tu menú, solo... agrega nuevas cosas, mínimo hazlo para el festival, por favor.

Me acerqué al escritorio y los miré a ambos con la cara de perro regañado que mejor pude hacer, ambos me miraron y después se vieron entre ellos y suspiraron con una coordinación que me hizo sonreír ligeramente.

—No perdemos nada intentándolo.—Draco puso una mano en el hombro de su esposa y ella levantó la mirada para verlo y después volver a suspirar.—Si no te gusta no lo haremos, solo pruébalo.

—Bien.—Dijo firme y levantó los brazos en señal de rendición, yo sonreí grande.—Intentaremos tus estúpidas ideas, pero, no prometo que me gusten.

—¡Les encantará, estoy segura!—Respondí feliz y Draco sonrió mientras Jessa solo rodaba los ojos, me levanté de mi asiento y corrí hasta la puerta.—Los veo mañana en la tarde, vendré para que preparemos mis ideas.

No esperé a que ninguno de los dos respondiera y salí de la pequeña oficina, quedarme más tiempo ahí era arriesgado, en cualquier momento Jessa terminaría cambiando de opinión y negándose y no quería arriesgarme a eso así que mejor me largué rápido.

Caminé a la zona de descanso, saqué mi mochila con mis cosas de mi casillero y entré al vestidor. Cuando entré las miradas de mis tres compañeras de trabajo se fijaron en mí al mismo tiempo que detenían su conversación, inmediatamente un sentimiento de incomodidad me invadió.

—Lo siento, no sabían que seguían aquí.—Sonreí tratando de parecer agradable, pese a que el vestidor estaba diseñado para que una sola persona lo usara, de vez en cuando solíamos compartirlo, de todas formas, somos mujeres.—Si les molesta esperaré afuera.

Estaba por voltearme cuando la voz de una de ellas me detuvo.

—No. Justo hablábamos de ti. Quédate.—La castaña encargada de la cocina me sonrió de una forma tan falsa que creo que ni siquiera un robot sonreíria así.

—¿De mí?—Pregunté confundida y puse mi mochila sobre la banca a la vez que me sentaba y me quitaba mis zapatos y medias.

—Sí.—Respondió la segunda.—Hablábamos de lo extraño que fue que Jessa te dejara a ti y no a Rob.

En ese momento, una fuerte tensión se apoderó del ambiente. Rob era el chico encargado también de la cocina, a él sí lo habían despedido. El tono de voz con el que me hablaban era extraño, como si estuvieran molestas conmigo. Disimulé un suspiro.

—Pues no lo sé.—Respondí volteando a verlas mientras me quitaba la falda.—También me sorprende que Jessa haya decidido quedarse conmigo, quizá es porque conoce mis necesidades.

La Suerte De Tenerte | CastielWhere stories live. Discover now