Revancha

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Dedicado a SashaSV3 por animarse a entrar al fandom.

Fic situado después del festival cultural. Posible OoC.

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Día tres: Revancha

El invierno tocó Japón en el momento correcto.

Bakugo aún vivía en una negación constante, después de encontrar la rosa y darse cuenta que estuvo a punto de dársela a cara de ángel, optó por esconderla, su habitación en U.A. no era una opción y menos teniendo a los idiotas merodeando muy de cerca.

Durante una de sus visitas a casa, decidió dejarla oculta, para evitar los curiosos ojos de su madre. Esa jodida rosa era diferente, porque no se maltrataba y se veía tan fresca, como el primer día.

No importó las veces que la hizo explotar o la desechó, la muy maldita aparecía otra vez en su habitación, burlándose de él. Por eso, se sorprendió cuando la dejó en su casa y ahí se quedó.

Buscó al florista durante un tiempo, encontrando el local constantemente cerrado. Se negó a buscar en Internet cualquier información al respecto, esa jodida planta no le ganaría.

—¿Qué sucede, bro? —Kirishima se veía bastante preocupado por la conducta de Bakugo. Comenzaba a preocuparse si sus sentimientos reprimidos lo dañaban.

—¿Qué? —Cuestionó con tono brusco, aunque era el habitual, Kirishima ladeo la cabeza un poco, intrigado—. ¿Qué demonios ves, pelos de mierda?

—Todavía eres el mismo —se tranquilizó el pelirrojo, dejando entre ver su sonrisa de tiburón. Atendieron a las indicaciones del profesor Aizawa, yendo de forma automática por el uniforme deportivo.

La primera vez que Mineta descubrió que había un agujero en la pared que conectaba con los vestidores de las chicas y que Jiro lo había escarmentado, nadie se atrevía a quitar el póster. Y ese día, la valentía de Mineta volvió. Se veía muy sospechoso al estar tanto tiempo en la pared y murmurando bajo.

—Benditos los diseñadores del traje de Uravity. —Para el infortunio de Mineta, había sido escucho por la peor persona—. Esas curvas y los ajustes en los lugares adecuados... —guardó silencio abruptamente, al sentir un aura asesina detrás de él. Más de uno sintió una corriente de aire fría recorrer el lugar y por instinto, se giraron para observar el lugar de donde provenía—. Ba-bakugo —murmuró el chico de cabello morado, quería retroceder, escapar y desear nunca ser encontrado, pero la pared se lo impedía, así que tendría que afrontar una muerte lenta y dolorosa.

—¿Qué coño crees que hacías, pelutudo? —El silencio se propagó como pólvora. Nadie se atrevía a hablar. Ni siquiera Iida podía articular palabra alguna para regañar la conducta impropia de su compañero—. ¡Responde, depravado de mierda! —Una pequeña explosión emergió de sus manos.

Las palabras seguían atoradas en la garganta de Mineta, que se cuestionaba si tuvo una buena vida para morir de esa forma tan patética.

—Ka-kacchan —Midoriya fue el primero en salir de su estupor—. ¿Qué sucede?

La mirada de Bakugo ardía en odio y enojo. Los presentes tragaron saliva audiblemente. Midoriya se mantuvo firme, planteándose frente a él. Al final de cuentas, lo conocía mejor que nadie.

—Este imbécil —señaló a Mineta, que parecía a punto de orinarse— sigue espiando a las chicas —Luego se giró para darle una mirada asesina—. No son un jodido objeto.

Cara de ángelWhere stories live. Discover now