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Debo admitir que cuando me subí al auto de Hoseok me sentí nervioso, como si fuera mi primera cita en toda la vida y tuviera miedo de que se echara a perder de la forma más miserable posible, aunque lo que menos tiene esta salida es de una cita. Tardó menos de lo que creí en llegar a casa, por lo que cuando me llegó su mensaje diciendo que ya estaba en la puerta del edificio donde vivo, fue como si la culpa y la ansiedad me golpearan justo en el rostro a puño cerrado.

—Lamento haberte molestado con esto—fue lo primero que dije luego de saludarnos, una vez arrancó el coche.

—No te disculpes por eso, en serio—respondió.

Y eso fue todo lo que hablamos durante el trayecto. Aún ni siquiera termina, los dos no nos atrevemos a mirar al otro, se siente una ligera tensión entre nosotros. La incomodidad, las ganas de abrir la puerta y tirarme del vehículo sin saber por qué, pero la idea se cruza por mi mente. Vamos a mitad de camino hasta el aeropuerto, donde recogeremos a mi madre, pero se siente como si recién comenzáramos un viaje en auto por todo el continente asiático.

Es frustrante, de hecho. No hay motivo alguno por el cual el silencio que se formó ni bien doblamos la esquina de casa fuera tan denso, tan incómodo para los dos. Se nota a leguas que ambos queremos decir algo, pero no sabemos el qué. Al parecer, no tenemos tema de conversación sobre nada. Ni siquiera hablar del clima asqueroso de hoy, del cielo parcialmente nublado con trece grados centígrados y fuertes vientos porque para eso ya lo está diciendo el tipo de la radio.

Miro a Hoseok de reojo por milésima vez, analizándolo sin que pueda llegar a ser acosador. Sus labios fruncidos, concentrado en la carretera y quizás en sus pensamientos, la leve mueca de desagrado que hace sin que haya pasado algo realmente asqueroso, definitivamente está pensando en algo. Sus párpados que se bajan lentamente hasta volver a subir, esos pequeños y rojos granos poco notorios que tiene justo al lado de su nariz... bien, ya lo observé mucho. De nuevo a mirar por la ventanilla que está a mi lado.

—Kihyun—oigo que por fin hay algo de sonido en el lugar. ¡Por fin uno de nosotros dos rompió el hielo! Santo cielo, parecía que íbamos a morir en este ambiente.

—¿Sí? —respondo, sonando totalmente indiferente y sin mirarlo a los ojos, manteniéndome centrado en el precioso perro que viaja en el asiento trasero del auto que va a nuestro lado. ¿Podría haber visto una criatura más bella a parte de ese enorme bebé que seguro me debe doblar en tamaño y peso? ¡Es que es una ternura! Hasta se nota que es una cosa gorda llena de pelos y grasa, demasiado abrazable. Lo quiero.

De seguro ahora mi rostro debe lucir como en los animes: un chibi con ojos grandes y brillosos mientras dos gruesas líneas en zigzag caen de ellos vomo si fueran lágrimas llenas de amor y orgullo, con varios corazones volando alrededor de mi cabeza.

—No sé, algo había que decir—dice Hoseok.

—¿Qué tal hoy la universidad? —pregunto. Una conversación tan fácil y que tanto me costó sacar como tema para poder sobrellevar el tortuoso ambiente que se creó. Había pensado en soltar algo así antes, pero creí que sería algo anticuado. Algo de lo que dejaríamos de hablar después de decir dos palabras.

—Todo es demasiado extraño—frunce su nariz—. Estuve hablando con el profesor Chae ayer sobre el tema. Dijo que está casado con Minhyuk, ¿no es así?

—Más bien admitió que es gay, no dijo nada de estar casado con el profesor Lee—corrijo mirándolo directamente por primera vez luego de largos minutos donde no me atrevía a observarlo puesto a que presentía que la incomodidad sería más tensa en cuanto él se percatara de esta acción—. Fue extraño... bueno, no realmente. Más bien dejó al salón entero sin palabras, como si les hubieran cortado las cuerdas vocales. Se quedaron sorprendidos, no se lo esperaban.

Roses [KiHo/WonKi] [Monsta X]Where stories live. Discover now