Capítulo 13: Beso de muerte

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Capítulo 13:
Beso de muerte

El cielo está iluminado por estrellas y luceros

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El cielo está iluminado por estrellas y luceros. Una vista preciosa en negro y plata. La frescura de la noche me cobija junto al vestido negro que abraza mis curvas como una segunda piel. He dejado mi cabello suelto y llevo poco maquillaje, ese es mi reflejo en la vitrina del restaurante. No quise que Jhosep fuera por mí, por lo que tomé un taxi. Llevo más de quince minutos decidiendo si entrar o dejarlo plantado. Nunca pensé que una cena me hiciera sentir tan incómoda, tan molesta, él está teniendo bonitos detalles. Primero, flores, ahora una cena, todo muy lindo; otra chica en mi lugar lo perdonaría, pero yo no puedo dejar ir el pasado y todos los tropiezos que he tenido.

Dejo escapar el aire y con ellos permito que se desprendan de mi mente esos pensamientos. He venido por un propósito de fuerza mayor, encontrar respuestas. El restaurante La Mar es un lugar mágico dentro de la playa. Es la primera vez que vengo, y las aguas suaves alrededor del local le dan una vista hermosa. Ya más decidida cruzo las puertas de vidrio. Un pequeño salón iluminado se extiende ante mis ojos, todas las mesas están completas a excepción a una. Jhosep está sentado con una copa en la mano en una mesa al fondo de la estancia. De espaldas a la puerta, por lo que no se ha dado cuenta de que he entrado. Se ha puesto un traje que destaca su masculinidad, fueron tantas las veces que lo imaginé vestido así. Como una tonta, siempre me visualicé frente a un altar a su lado. Fantaseé tanto con ese momento que creí que podría ser real, luego me estrellé con la realidad y todo ese bonito sentimiento terminó convirtiéndose en lágrimas, en un dolor que me impedía respirar. Tantas cosas que pudieron llegar a ser y que ahora no serán.

Doy pasos firmes hasta su mesa, se gira en el momento en que se percata del sonido de mis tacones sobre las baldosas. Se levanta como todo un caballero, saca la silla para que me siente.

—Te ves hermosa —dice tomando asiento. Su mirada está cargada de deseo. Una mirada que me dedicó en ocasiones muy íntimas.

—Gracias —expreso en el momento en que se acerca el mesero.

Jhosep pide la especialidad de la casa, un plato de frutos marinos, una paella. Acompañado con vino blanco. Ni siquiera me toma en cuenta y bien sabe que no soy muy degustadora en cuando a las especies marinas. Vivo en la isla La Perla desde que tengo cinco años y nunca me he acostumbrado a esos platos afrodisiacos.

—¿Trabajas para la familia Amaíz? —pregunta en el momento en que el mesonero se retira.

Debí suponer que la presencia de Asier y sus detalles no serían eludidos durante la cena.

—No es de tu incumbencia el tipo de relación que mantenga con el linaje de los herreros. —Espero que, con mi respuesta, que no le ha agradado en lo absoluto, el tema quede zanjado. El deseo que reflejaban sus ojos ha sido reemplazado por un sentimiento frívolo, celos.

—No deberías confiar en ellos —sugiere con desagrado. Es evidente que no se llevan nada bien. El señor Amaíz también me dio su advertencia.

—¿En ti sí debo confiar? —Mi pregunta lo ha dejado perplejo. Agacha la mirada, los segundos se hacen eternos mientras espero una respuesta. Lo he dejado desarmado ante su encanto e intelecto. Mientras tuvimos una relación siempre fui más callada, pocas veces discutíamos y hubo muchas cosas que dejé pasar. Pero se aprende de los errores, ya son dos meses y medio sin él. Un tiempo que ha sido corto y eterno al mismo tiempo, nuestra ruptura me ha hecho cambiar en muchos aspectos. Este ha sido uno de ellos, una pregunta como esa no es algo que se esperaba. Una aceptación a que tiene razón sí, pero ya no confío en él.

Médium. Espada de hueso (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora