¡Ya no lo soporto más!

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Otro día más que ponía a Izaya con los nervios de punta, y no solo por la "tranquilidad" del distrito, no. En ese momento no le molestaría que su padre estuviera frente a su puerta con cientos de hombres para acabar con él, no eso sería más aceptable que la extraña situación que tenia esa tarde en su departamento.

Ah, algo le decía que no se levantara esa mañana, nada salía bien. Después de casi tres meses de ocultarle a Shizuo de sus vómitos matutinos, justo esa mañana el sistema digestivo del rubio se le ocurrió hacer de las suyas, adueñándose del baño a primera hora de la mañana, tuvo que bajar a tropezones hasta la cocina para vomitar la cena de sushi. Y sí, Shizuo lo descubrió limpiando su desastre.

-No debí comerme ese último sushi de atún picante frito- Fue su pobre escusa de su "débil estomago"

Shizuo solo frunció el seño antes de dejarlo solo con los brazos cruzados.

Para el desayuno, comió todo lo que Shizuo le preparó, al despertar temprano le dio suficiente tiempo para hacer un tradicional desayuno japonés. Sopa miso, arroz, un poco de tamagoyaki, pepinos encurtidos, y por alguna razón gyosas rellenas de verduras. Un delicioso desayuno.

El cual terminó en el suelo, por su culpa. Iba muy feliz con su bandeja llena de comida, pues decidió comer en la barra y no en el comedor donde Shizuo había montado el desayuno. El rubio no tuvo corazón para regañarlo, pues al verlo en el suelo casi llorando por su comida, solo le pidió que limpiara el desastre, en lo que él le serviría más. Aun así, tenía ganas de llorar por su desayuno.

Su té de medio día casi le quema, la leche achocolatada lo mandó al baño tres veces en una hora, no había más pudin y Namie se resignaba a comprar más por él. Y la merienda que mandó a pedir por servicio a domicilio sufrió un accidente por evitar chocar con la "manada de locos" oficiales en moto que perseguían a la pobre jinete sin cabeza, su comida tardo hora y media de más en llegar.

-Sí algo más sucede, me encierro en mi habitación y mandaré a todos al diablo hasta que el mismo demonio venga por mi cabeza- Le grito casi al borde llanto a Psyche que estaba sentando frente al escritorio de Izaya, mientras en informante tecleaba molesto.

-Calama, estresarte no es bueno para los gemelos- Intentó calmar al informante -¿ Por qué no te das un descanso? ¿Quieres ir de compras?

-No quiero salir- Dijo aun molesto.

-Wow, tienes la misma cara de amargado que Levi.

-¿ Quién? -Izaya lo vio confundido.

-Levi, Sexy sugar daddy, Levi Akerman. De Shingeki no Kyoji- Vio la cara de Izaya de aun ni entenderlo. Soltó un suspiro -Es un anime.

-Ah, ¿ te llevó al mal camino de otaku, Usagi? 


-Oye, no es malo ser otaku. Digo, aun no lo soy, solo he visto un par de series que me recomienda...

-¿ Cuándo las ves? -Izaya tenía esa duda, pocas veces estaba fuera para hacerle compañía, pero en gran parte del día estaba en su interior para que no gastara muchas energías, ¿ no?

-Bueno... - Rio nerviosos, mientras jugaba con el cable de sus audífonos- Cuando salgo descargo todo en mi base de datos... y en mi habitación los veo- Sonrió lo mas dulce e inocente que pudo.

Al final, si terminó por salir. Solo iba a la pequeña tienda que estaba a la vuelta del edificio, no era nada peligroso ni podía llamar a los problemas, solo iba a comprar el pudin y tal vez algo más.

No soy tu conejillo de indiasWhere stories live. Discover now