La mente de Bloom es un caos: hace poco ha dejado de ser un hada oscura y pareciera que su vida ha vuelto a la normalidad. Pero se ha enamorado de su mejor amiga y ha roto con su enamorado.
¿Hay algo más que podría empeorar?
Créditos de esta portad...
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–Stella, tenemos que hablar –dijo Bloom.
– ¿De qué, Bloom? ¿De moda? ¿De fiestas? ¿O hablaremos de chicos? – espetó con ironía la princesa de Solaria.
Bloom sintió la sangre subírsele a la cabeza. Apretó los puños y se le hubiera lanzado encima de no ser porque la mano de Flora la retuvo. Bloom le devolvió la mirada y respiró hondo para calmarse.
–Justo por esta clase de cosas es que tenemos que hablar. No es normal que dos amigas se echen veneno de esta manera.
–Pero si es que tú eres la que se enoja por cualquier cosa –exclamó Stella, aparentemente, muy ofendida.
–Tú más que nadie debiste entender mi ruptura con Sky. En cambio, sólo me juzgaste y recriminaste, como si fuese tu asunto –respondió Bloom a su vez, llena de amargura.
Flora sostenía por detrás, la mano izquierda de Bloom, a la cual acariciaba con los pulgares, en un intento de relajarla.
Stella dejó caer el colgador que estaba sujetando y giró hacia donde estaba el hada de la naturaleza:
–Flora, necesito que nos dejes a solas.
– ¡No la trates así!
– ¿Y ahora qué hice?
– ¡Al menos podrías pedirle por favor y no hablarle como si fueses la dueña de todo!
– ¡Ay, perdón por no ser perfecta para ti, señorita amabilidad! – gritó, con el sarcasmo impregnando sus palabras.
Sus frentes casi se chocaban y ambas se lanzaban miradas asesinas. Azul contra dorado, tratando de hacer caer a la otra. Ambas se medían, casi danzando en círculos una alrededor de la otra como dos fieras. El hada del sol hizo crujir su cuello y dijo en una peligrosa voz calma:
–Muy bien, Bloom, hablemos.
La aludida se cruzó de brazos mientras Stella colocaba las manos sobre su cadera, desafiante, reclamando su lugar. Flora se hallaba cerca de la puerta, dudando sobre si irse o no.
–Necesito que dejes de echarme en cara que rompí con Sky.
– ¿Por qué? Si tú tuviste la culpa.
– ¿¡Y te atreves a preguntar por qué!? – gritó Bloom, temblando de ira. Pero tomó aire para recuperar la compostura – Se supone que eras mi mejor amiga, tenías que apoyarme, no dejarme de lado.
–Bueno, consideré que no había nadie mejor con quien pudieses estar aparte de Sky – le contestó Stella, con la voz un par de octavas más alta de lo normal.
Ese comentario le dolió a Flora, quien agarró el pomo de la puerta, dispuesta a salir de la habitación de la princesa de Solaria.
–Y, ¿quién eres tú para decidir sobre eso, eh? – cuestionó Bloom, haciendo que el cuerpo de la rubia se tensara – Eras mi mejor amiga, debías comprenderme y aconsejarme.
