Cuando llegamos a Reims, una multitud de campesinos y nobles se arrodillaron ante Juana. Algunos se arrodillaban incluso para besar las huellas que iba dejando su caballo. Los cañones tronaban y miles de banderas ondeaban al viento.
En el enorme palacio, El Delfín se postró ante el arzobispo, y se levantó coronado en Rey de Francia. El inmenso castillo resonaba de oraciones, himnos y sermones. Los andrajosos soldados de nuestro ejército, muchos de ellos todavía heridos, se mezclaban entre los perfumados duques y sus damas.
Juana estaba junto al Rey. Lo mismo que su ajado estandarte de batalla.
A pesar de tanta celebración, en mi interior todavía sé que falta mucho para que termine esta guerra. Nuestros padres y abuelos murieron luchando contra los ingleses.
Juana nos da esperanzas. Pero no sé si la esperanza bastará para asegurar la victoria.
STAI LEGGENDO
Juana de Arco - La Doncella de Orleans
Narrativa StoricaUna joven. Una joven de 17 años que cambió por completo la historia de Francia. Claro, no es tarea fácil. Pero ella lo consiguió. Del diario de Guy Josselyne, soldado francés.