*Capítulo 9*

101 6 0
                                    


Me sentía en casa de verdad, aunque la compañía de Jéròme me encandilaba no podía dejar de pensar, a ratos, en mi familia.

-¿Cómo lo has pasado, pequeña?- Preguntó mi hermano mientras me daba una vuelta en el aire. Por fin volvía a ser el mismo chico de siempre.

-Pues genial, Roma es un lugar precioso. Pero no he podido visitar todos los lugares que teníamos pensados por mi vuelta repentina .-Mi madre me miró con cara triste- Bueno, de todas formas, ya tendré tiempo para ir. Tenía ganas de veros y compartir tiempo en familia .- Intenté arreglarlo con aquel... no sé si era un alago, o una afirmación. La sonrisa de mi madre volvió a su rostro, con eso me conformaba.

El salón estaba lleno de la comida que más me gustaba, había pizza, hamburguesas, sándwiches, coca-cola, dulces...

Me habían montado una fiesta.

Nos sentamos en el sofá todos juntos, menos papá y Josué que se sentaron en sillas, para que todos pudiésemos charlar mirándonos a la cara.

-Amira, empiezas el instituto la semana que viene. Si quieres, esta tarde podemos ir por el material escolar que tú elijas.

Seguía sin entender el sistema educativo francés, pero tenía ganas de ir ya al instituto. Así no tendría tanto tiempo libre como para darle mil vueltas a las cosas. Una ventaja más.

-Josué, la universidad francesa te concederá una beca por ser extranjero. Solo durante este año, no te dejes llevar. Sabes que como suspendas no te voy a dar el dinero para la matrícula de la universidad. Ya conoces las normas. Deberás estudiar todos los días y demostrármelo.

-Papá- Dijo mi hermano con un tono burlesco.- No tengo lápices de colores cómprame unos nuevos.

Todos comenzamos a reír, era cierto que mi padre, sí, el gran Ricardo Rodríguez estaba tratando a su hijo de 20 años como si tuviera 8. Era demasiado gracioso.

Lo bueno es que mi hermano mayor se lo tomaba todo a broma. Me encantaba el sentido del humor que había tenido. Yo , con mi impulsividad, le hubiera dicho cualquier cosa menos eso, estoy segura.

Pasamos la tarde riendo, contando anécdotas, charlando más y más... y aun así terminamos cantando con el karaoke más antiguo que encontramos en las cajas de la mudanza. El singstar de la play 2 de mi hermano Josué.

-Amira,- llamó mi madre.- ¿recuerdas que cuando eras pequeña decías que era tuyo?- Me recordó.

-Y lo es.- Dije con una sonrisa pícara y le guiñé el ojo a mi hermano.

Después de cantar bulería de David Bisbal todos a la vez, todos recogimos la mesa. Esa era la oportunidad para irme a duchar y después a dormir. Estaba demasiado cansada, demasiado aturdida.

Entré en el baño con el pijama doblado en la mano. Abrí el grifo y me senté unos minutos en el suelo para contemplar como caía el agua caliente sobre la superficie de la bañera. Era tan relajante. Después de 30 minutos de baño relajante, en silencio, me salí de la bañera lentamente. Me vestí y salí del baño a toda prisa, porque mi padre estaba gritándome desde abajo que saliera ya, porque Josué estaba en el otro baño y él quería lavarse los dientes.

-Hay dos baños, y aun así tenemos que pelearnos por entrar .- Susurré.

Mi habitación estaba igual que la dejé.

Las paredes igual de lisa, la cama perfectamente hecha, la ventana con la persiana subida. Roma me tendría de menos, pero por fin estaba en mi hogar.

Ya acostada en la cama decidí ojear mi móvil antes de dormirme. Tenía mensajes de Jéròme sin leer en los que decía:

¿Hola?

Donde sea, pero contigoWhere stories live. Discover now