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•𝐌𝐚𝐝𝐫𝐢𝐝, 𝐄𝐬𝐩𝐚ñ𝐚. 𝟐𝟑 𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐩𝐭𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞, 𝟐𝟎𝟐𝟐•

—Hey, ¿has logrado apaciguar el ambiente?

Rodrigo vaciló, y antes de proporcionarle una respuesta a Beatriz, resopló.

—Creo que he conseguido todo lo contrario —admitió, alcanzando el último escalón—. ¿Charlotte sigue ahí dentro?

—Deberías entrar —expuso, sosegada—. Eres su mejor amigo, tal vez tú la convenzas de que quedarse el resto de la noche encerrada en el baño no es sinónimo de buena idea.

—Y tú deberías bajar y tratar de poner calma. Eres la madre del grupo, si alguien puede conseguir la paz eres tú —trató de bromear.

—Lo intentaré —con decisión, se encaminó hacia las escaleras; aunque antes de descender a la planta inferior, volvió a dirigirse al argentino—. ¿Estás bien?

—Me gustaría darle una paliza a Marcos, pero le prometí a Charlie que no alzaría la mano contra él.

—¿Tú lo sabías? —trató de averiguar Bea, curiosa.

—¿Qué le gustaba Charlotte? —preguntó con dudas, a lo que la madrileña respondió con un sencillo asentimiento de cabeza—. Lo intuía.

—Suerte en el baño de los horrores —declaró finalmente la mayor.

—Suerte a ti en el jardín del drama —se carcajeó—. Si consigues que João deje de respirar de manera irregular y que sus pulsaciones no sobrepasen las ochenta por minuto, hazle subir.

Beatriz dibujó una sonrisa fugaz en su rostro, dando a entender que, de conseguir lo pedido por Rodrigo, enviaría al portugués al encuentro de su chica. Acto seguido, desapareció del campo de visión del futbolista; momento en el cual De Paul se introdujo en el cuarto de baño.

—Me ahorro preguntar qué tal, ¿no?

—¿Y João? —trató de indagar Sandra en un murmullo.

—¿Tú qué crees? —Rodrigo, torpemente, se dejó caer en el suelo, al lado de su mejor amiga—. ¿Quieres contarnos qué pasó en casa de Marcos?

—Creo que no tengo opción.

—No te vamos a obligar a hablar si no quieres —decretó Andrea, en nombre de los allí presentes.

—¿Cómo qué no? —intervino el futbolista, recibiendo inmediatamente un puñetazo en el abdomen por parte de la andaluza.

Justo en aquel instante, la puerta volvió a abrirse. En aquella ocasión, la intrusa era Mikky; quien cargaba una botella de tequila y cuatro vasos de chupito.

—¿Vas a emborracharme para sonsacarme información? —se carcajeó Charlie, recuperando momentáneamente su habitual humor.

—No. Pretendo levantarte el ánimo mientras me narráis lo que no sé del festival —expuso la neerlandesa—. Me debéis una historia.

Una fugaz sonrisa cruzó la faz de Griezmann. Tal vez aquello era lo que necesitaba para olvidarse del incidente de hacía media hora: a sus amigas, a Rodrigo, una botella de alcohol y anécdotas.

—¿Por dónde queréis qué empecemos? ¿Pedri ligando, la charla "profunda" de Andrea y el cuarteto de borrachos, o yo modo "fangirl acosadora"?

—Esto promete —farfulló Rodrigo, frotándose las manos con placer.

"¿Qué se supone que vas a hacer, Charlie?

𝑷𝒆𝒕𝒊𝒕𝒆 // Mᴀʀᴄᴏs LʟᴏʀᴇɴᴛᴇWhere stories live. Discover now