Capítulo 34: Odio.

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"No  qué es el significado de amor

mucho menos la importancia que mantiene...y aun así 
a ti puedo decirte: te amo."

Narra Albert.

Hace años que deje de tener miedo, era una simple emoción humana que en el pasar de los siglos fuer desapareciendo de la humedad que albergaba en mí. Y después de tanto tiempo ahora tengo miedo, tengo miedo de que pueda pasarle a Esteban ahora que está conmigo, de los peligros que puedan hacerle otras criaturas como el peligro que pueda hacerle yo. Tengo miedo de que se vaya entre mis brazos; otra vez.

- ¿Albert? ¿estás bien?

- Sí...¿Por qué?

- Necesitó que me lleves a un lugar.- Sus ojos me miraron fiero como si no estuviera hablándole a un demonio.

- ¿A dónde?

- Con...Annie.- Susurró casi inaudible, pero aún así la sola pronunciación de ese nombre tan asqueroso y ruin en los labios de mi amado me hacía hervir de ira por dentro. No quise preguntar más, me daba asco de sólo pensar en esa perra.

- ¿Temes a las alturas?- Pregunté tomando su cintura entre mis brazos, el negó simplemente y antes de que pudiera hacer otra pregunta alteé tan duro y fuerte que uno solo nos encontrábamos ya a una altura considerable. Volamos en línea recta saliendo de Londres hacía las zonas más alejadas a una gran velocidad, tal vez demasiada puesto que Esteban se abrazaba a mí para cubrirse del viento tan helado que nos golpeaba.

Llegamos a un claro, donde no más que una laguna inmóvil nos acompañaba, fuera de eso ni una casa había, sólo alguno que otro árbol seco y un silencio total.

-¿Cómo sabes que ella esta aquí?.- Preguntó mientras se acomodaba su cabello desordenado por el viento.- Está algo retirado como para que éste aquí.

- Siento su asquerosa presencia aquí. 

Un cuerpo salió entre los árboles secos del lugar jalando a Esteban. Era Annie quien había cubierto a mi novio con su propio cuerpo, se veía terriblemente demacrada: Grandes ojeras cubrían su rostro, su piel se veía seca y opaca además que su pelo era una maraña del asco.

- ¡ALÉJATE DEMONIO!- gritó mientras firme sostenía entre sus manos una cruz de plata pura.

¿Le seguía el juego? Si, se lo voy a seguir.

Un grito que ningún ser vivo podía imitar salió de mi garganta haciendo temblar la tierra y que Esteban diera un grito de susto. Caí de rodillas tocando con desesperación mi cara mientras encogía mis alas al cuerpo como si realmente estuviera sufriendo.

-¡Aleja eso de mí!-Annie pareció feliz de aquello y se acerco a un con la cruz en manos decidida y egocéntrica. 

- Albert, ¿por qué corrompiste a Esteban?- preguntó mientras se me ponía la cruz en la nuca esperando a que me muriese o algo.- Que el Señor te lo perdone.

Comencé a carcajearme mientras me levantaba de golpe, Annie cayó espantada de espalda contra el piso aterrorizada de que la cruz no me hiciera ningún efecto.

-Albert...- Esteban se quería acercar visiblemente preocupado, era ciertamente tan ingenuo.

-¡NO TE ACERQUES A ÉL!- chilló Annie estirando su brazo en señal de que no se acercara.

-Annie...- Ahora su voz sonaba con cierta pena.

- ¡ÉL TE CORROMPE, ÉL TE ALEJA DE MI!- Me señalo con su dedo mientras comenzaba a ponerse histérica, su pecho subía y baja espantada y llena de rabia. - ¡El IMPIDE QUE PODAMOS AMARNOS!

- Annie,Annie, Annie.- la llamé negando con la cabeza, ella me volteo a verme mientras comenzaba a caminar a ella. - Dime, ¿Qué no entiendes de que Esteban no te ama? ¿O eres estúpida?

Su cara se transformo en una mueca  de dolor y de euforia, miró a Esteban que de inmediato dio pasos atrás de lo horrible y desquiciada que debió ser su cara. 

- Lo matare por ti, Esteban.- Dijo indicando que había ignorado todo lo que le había dicho.  Se paró tan veloz como pudo con daga en mano tratando de herirme, pero a la velocidad que iba (lenta para mí) solamente bastaba con moverme par de milímetros para que no me tocará.-¡MUERE!

La pálida mano de Esteban tomó la muñeca de Annie deteniéndola en el proceso, ella volteó a verlo completamente en shock.

- No, Annie.

-¡Suéltame!- Comenzó a gritar zarandeándose  de un lado a otro.

- ¡NO!- Gritó fuerte dejando en shock a la castaña, sus ojos pronto se cristalizaron por aquel grito.

- ¿Por qué me gritas...?- Esteban suspiro mientras yo la miraba con una sonrisa divertida.- ¿Él demonio hace que me grites, he impide que me ames?

- Annie...quítate esa idea de la cabeza, yo no te amo.

- ¡ESO NO ES CIERTO!- Gritó negando con la cabeza repetidas veces.

- ¡¿CÓMO PODRÍA HACERLO DESPUÉS DE TODO LO QUE HAS HECHO!?

- No, estas cegado...

- Te odio.- Soltó por fin.- Te odio con todo mi ser...

Annie se desplomo en suelo y chilló histérica.


Me enamoré de un demonio. (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora