Capitulo 25

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 -Mira... -respondio mientras regresaba de la cocina y se sentaba en la mesa de centro recargando sus codos en sus rodillas- el apoyo que le brinde no estuvo nunca condicionado a los sentimientos que yo esperaba de él o que yo le pudiese tener; lo apoyé porque su vida fue muy desafortunada y estaba en mis manos ayudarlo, si ahora necesita un lugar para quedarse, pues mi casa está disponible, solo falta que Malfoy quiera venir.

-¿Malfoy?... ¿ya es Malfoy de nuevo?

Harry rodó los ojos y se levantó.

-Pregúntale si quiere venir, mis puertas están abiertas.

-Mejor pregúntale tú, eres su amigo ¿recuerdas?

Harry solo torció la boca en respuesta.


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Cuando llegó a San Mungo, Ron lo recibió dándole un golpe en su brazo.

-¡Auch!

-¿Por qué no contestaste mis cartas?

-¡Estaba muy ocupado!

-Pues al menos una llamadita ¿no?

-Ya estoy aquí, basta de tanta alharaca –refunfuñó mientras caminaban por el pasillo- ¿y el señor Parks?

-Esta con Draco, así que no tendremos que esperarlo.

-Bien.

Iba un poco nervioso, sería la segunda vez que viera a Draco, pero al menos ya sabía a qué atenerse, no sería como cuando entró a su habitación furtivamente.

-¿No vamos a su cuarto? –preguntó cuando se fueron por otro pasillo.

-No, vamos a la sala de terapias.

Llegaron a un área donde tenía grandes puertas de cristal, entraron y Harry vio a un par de metros a Draco sentado en una camilla, a un lado de unas barras metálicas, con el señor Parks a un lado y a una enfermera platicando.

-Buenas tardes –saludó Harry sonriendo.

-¿Qué tal Harry? –Saludó el medimago dejando su tabla en una mesita- - llegas justo a tiempo, estábamos por dar por terminada esta sesión.

-Sí estás cansado, por mi no hay problema, no es como que deben mostrarme algo –dijo Harry a Draco, quien sonrió negando con la cabeza.

-Esta bien, esto es algo que quiero que veas.

Sonriendo entre sí, los medimagos se acomodaron junto a Draco y lo tomaron de los brazos para ante la enorme sorpresa de Harry, levantarlo.

Draco permaneció de pie, con rostro ya serio y tenso; los medimagos lo acercaron a las barras y lentamente movió un pie.

-¡Por Dios! –Exclamó Harry abriendo tremendos ojos- ¡Draco, estás caminando!

-Bueno, aun no... pero ya casi –respondio sonriendo.

Los hombres lo acercaron a las barras metálicas en donde se sujetó con fuerza, y ahí fue más patente todo el esfuerzo invertido por aquellos dos medimagos.

-No puede ser... -balbuceó el auror con un nudo en la garganta.

Verlo así, esforzándose en dar un paso cuando paso años postrado en cama y abandonado en una silla, escondido en un cuarto horrendo, esperando morir... no pudo más y se quitó las gafas para limpiar las lágrimas que estaban por salir.

Sanando un corazónWhere stories live. Discover now