11.

12.5K 1K 72
                                    

Me situé a su lado, intentando decidir qué hacer ahora. Saqué mi móvil para ganar tiempo y comprobé que no tenía nada; gracias a Dios, no tenía ninguna llamada de mi hermano o de mi madre, lo que significaba que el trabajo que había estado haciendo mi madre distrayendo a mi hermano estaba funcionando. Me apoyé sobre la moto, cogiendo los dos cascos y esperando a ver qué quería hacer Mina.

«Joder, Chase, haz algo. No dejes que esto quede así: la noche aún no ha terminado y tú aún tienes una oportunidad de salvar lo que queda», me animé a mí mismo. Tenía razón: aún quedaba mucha noche por delante y que aún no estaba todo perdido.

Debía imponerme y hacer que todo este problemilla que habíamos tenido en el restaurante quedara en el olvido.

-Vamos, Mina. Aún nos queda algo por hacer.

Ella me miró con sorpresa, pero se acercó y cogió el casco que tenía entre mano. En esta ocasión se lo puso sin mi ayuda y se subió a la moto con mucha más rapidez. Arrancamos de nuevo y, esta vez, Mina decidió sujetarse únicamente de mi chaqueta. Bien, no me importaba… bueno, que me importaba. Paré frente a la heladería de la señora Patterson y le pedí que me esperara mientras pasaba a toda prisa.

Decidí comprar dos batidos y salí con ellos, intentando mantener una expresión neutra. La siguiente parada iba a ser mucho más difícil para mí puesto que había demasiados recuerdos allí. Recuerdos que había mantenido alejados durante mucho tiempo… hasta ahora.

Le pasé los batidos a Mina para que los sujetara y volvimos a ponernos en marcha. No veía la cara de Mina, pero estaba seguro de que estaba quedándose sorprendida al ver que salíamos del pueblo. Dirigí la moto hacia las colinas y la aparqué en la base de una de ellas. Cogí los batidos y dejé que Mina bajara.

Hubo un momento en el que ambos nos quedamos mirándonos, como si quisiéramos decir algo. Al ver que ninguno de los dos decía nada, le devolví su batido y le señalé con un gesto de cabeza que me siguiera.

Cuando alcanzamos la cima de la colina, nos sentamos sobre la hierba y nos quedamos observando el paisaje. Recordaba la primera vez que mi padre nos había llevado allí: había sido como recompensa por haber conseguido sacar buenas notas; ahora sabía que, de un modo u otro, nos habría llevado allí de todas formas. Era su sitio preferido en el pueblo, según nos contó mamá, y siempre había querido compartirlo con nosotros.

Y yo se lo había enseñado a Mina.

Me había prometido que no vendría allí nunca más, pero había pensado que a Mina le gustaría ver las vistas que había allí. Desde esa colina se podía ver todo Blackstone, con sus lucecitas titilando.

La miré fijamente, sonriendo.

-A veces, antes de que odiara a mi padre –empecé-, nos traía aquí a mi hermano y a mí. Era uno de sus rincones preferidos porque, desde aquí, podíamos ver todo el pueblo. Recuerdo que me hacía sentir poderoso. Todo parecía tan pequeño desde aquí que creía que podía aplastarlo.

No le había hablado a nadie de esto. Mi hermano tenía una versión reducida de por qué sentía tanto resentimiento hacia mi padre, pero no lo conocía todo; en cuanto a Mina… bueno, con ella tenía la sensación de que podía contarle todo. Que ella no me juzgaría… que podía lograr entenderme.

-Cuando él murió… -cogí aire de golpe- cuando él murió dejamos de venir aquí porque todo ello me recordaba a mi padre –quizá me estaba poniendo un poquito sentimental… o bastante sentimental-. Ésta es la primera vez que vuelvo desde… desde su muerte.

Mis palabras parecieron afectar a Mina porque, mientras parpadeaba, sus ojos se pusieron brillantes. Me recriminé en silencio ser un completo imbécil por ponerme en ese plan tan sentimentalmente cursi y ella sorbió por la nariz. Estupendo, estaba seguro que era el primer chico que iba a hacer llorar a su cita la primera vez que salían.

Growl. (Saga Wolf #2.)Where stories live. Discover now