#O1

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—¡Bakugou, espera!

—¡Y una mierda que te voy a esperar! Más te vale mañana haber terminado de hacer tu maldita tarea por tu cuenta antes de pedirme ayuda, bastardo.

Bakugou cerró la puerta de su habitación de un fuerte golpe, pero Kirishima consiguió apartarse lo suficiente para que el impacto no le afectara. Suspiró después, no sabía la razón por la cual Bakugou estaba especialmente de mal humor ese día, pero prefería no continuar insistiéndole cuando, a la larga, el rubio tenía razón: Él estaba demasiado distraído y no había avanzado los ejercicios antes de pedirle ayuda. En otras oportunidades él los realizaba y luego Bakugou lo corregía o asesoraba, y en este caso su cuaderno de apuntes estaba vacío.

Aunque no era su culpa, llevaba poco más de tres semanas en un largo proceso de aceptación, lo que impedía que más información entrara en su cabeza. Y es que, aceptar de la noche a la mañana que tu mejor amigo es también la persona que te gusta no era algo fácil, incluso para él quien respetaba mucho lo varonil que era el amor juvenil.

Después de procesar que esas mariposas en su estómago no eran provocadas por la admiración, y que los celos que surgían cuando Bakugou era muy cercano a los demás no se trataban de temor por ser reemplazado, inició un largo proceso de aceptación que concluyó llamando a su madre, quien, tan hermosa y encantadora como siempre, soltó una larga y adorable risa para después preguntar cuando tendría el placer de conocer al primer flechazo de su hijo.

Eso hace tres semanas, y tres semanas después, aunque consideraba que era muy bueno ocultando sus sentimientos, ahora que comprendía mejor la razón detrás de sus reacciones y que las controlaba bastante bien, eso continuaba en su cabeza.

Y cada día que deseaba más conocer la textura de los labios de Bakugou o tomar su mano mientras se dirigían a clase, empezaba a pensar que los sentimientos se desbordaban un poco.

Su siguiente misión era descubrir cómo detenerlos y eliminarlos. O al menos meterlos en una caja de las que no fueran capaces de ser liberados hasta que se desvanecieran. Quizás cuando terminen la academia, tal vez una vez Bakugou sea un héroe profesional, él igual y no tengan tiempo para nada. O quizás en la boda del rubio.

Bueno, bueno, sin ser muy pesimista, sólo tenía que hacerlos desaparecer.

¡Pero no se le ocurría nada!

Esa era la razón por la que sus calificaciones habían bajado un poco más, y si continuaba así, tendría que recogerlas del centro de la tierra.

Suspirando con resignación y frustración, Kirishima rascó su nuca mientras caminaba hacia la sala común en el primer piso. Aún era bastante temprano como para irse a dormir y sabía que sus amigos se quedaban hasta casi las diez sólo conversando y en sus celulares, así que iría para poder distraerse un poco.

Para su sorpresa, Midoriya y Todoroki se encontraban presentes, incluso cuando el segundo mencionado solía irse a dormir tan temprano como Bakugou la mayoría de las veces. Kirishima se acercó a paso tranquilo, oyendo vagamente la conversación que mantenían sus dos amigos con Kaminari, Sero y Tokoyami, aunque ese último casi ni hablaba.

—Entonces no tuviste la intención de retarlo —Kaminari repitió, soltando un suspiro aburrido y dejando caer su espalda contra el respaldar del sofá—. Vaya... Esperaba que esta vez si le hubieras dado una respuesta, Midoriya.

—Sí... —Midoriya sonrió nervioso y bajó la mirada.

—Hey —Kirishima al fin se atrevió a intervenir—. ¿De qué hablan, chicos?

—¡Hey, amigo! —Kaminari y Sero saludaron alegremente.

Mientras tomaba asiento, Kirishima analizó la situación. Todoroki y Tokoyami estaban tranquilos escuchando, no hacían nada que insinuara que querían retirarse; mientras Kaminari y Sero observaban totalmente expectantes a Midoriya, como esperando que dijera algo que realmente valiera la pena.

Más de lo que creí. | Bakugou Katsuki x Kirishima EijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora