7. El asesino del bosque.

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Las gotas de agua cayendo desde las ramas más altas y la oscuridad de la mañana lograban hacer del ambiente algo frío y tenebroso.

Dentro del bosque, los estragos de la tormenta se hacían más visibles y me hacían difícil el avanzar hacia mi desconocido objetivo. No obstante, mis pasos no se detenían, como si supiesen por su cuenta el lugar al que debía llegar.

Aspiré profundamente, inhalando el aroma a hiervas y tierra mojada y finalmente encontrándome en medio de montones de naturaleza sin un panorama claro a mi alrededor. Me apoyé en mis rodillas sintiendo mis pulmones arder tras mi helada respiración y de repente, notando una pequeña ardilla que me detallaba con lentitud.

  — No puede ser —  Murmuré para mi misma,  entrecerrando los ojos mientras me fijaba en el empapado animal que sujetaba maniaticamente una rama entre sus garritas —  ¿Athan?—  Cuestioné suavemente, esperando por su respuesta pero recibiendo a cambio un chillido que culminó con su huida tronco arriba.

Chisté con algo de fastidio hacia mi misma, estampando mi mano contra mi rostro en reproche.

La noche anterior, luego de volver a casa, había dedicado un par de horas para buscar acerca de los Mutables y los cambiaformas. Pero la información de la red no era nada clara y además de basarse en leyendas, llegaba a tergiversar sus habilidades.

No obstante, todos convergían en el mismo punto. Destrucción. Algo que no me había sido un gran aliciente luego de escuchar de la misma boca de D'eath la manera en que mi irreverencia a sus advertencias resultaba en peligro inminente.

De cualquier manera, además de sus terribles asociaciones, todos los que afirmaban algo sobre ellos mostraban el temible potencial de transformarse en cualquier animal que deseasen; algo que evidentemente había calado en mi sistema luego de que quisiese hablar con un roedor unos segundos atrás.

Suspiré resignada, irguiéndome de nuevo y esa vez encontrándome con la imagen de un cuervo que recién partía vuelo desde la copa del árbol y el cual, a mi parecer, había aguardado hasta captar mi mirada para retirarse.

Sin siquiera saberlo, mis pies nuevamente comenzaron a  moverse.Casi corriendo en un intento de no perder su imagen, hasta finalmente, detenerse cuando el camino se vio totalmente impedido por la tierra removida.

Frente a mi, una increíblemente presentable cabaña se alzaba entre los arboles. Ventanales grandes e iluminados por una cálida luz amarilla, así como una larga entrada le hacían fachada a un lugar que en todos mis años allí jamás había visto. Sin embargo y a su favor, estaba el aspecto de que después de avanzar con la mirada al cielo, no tenía la menor idea de en qué parte del bosque me encontraba.

Tragué en seco, continuando mi camino en la única dirección en la que sabía encontraría algo más que un laberinto. Una vez frente a la entrada principal, mi mano se acercó algo dudosa a la puerta.

Relamí mis labios, esperando que mágicamente esta se abriera y completara la escena de película de terror que se había armado a mi alrededor. Sin embargo y para mi sorpresa, todo permaneció apacible e inamovible por los segundos en que estuve allí. Razón por la cual, luego de revisar nadie me estuviese siguiendo, me decidí por abrir, encontrándome con que afortunadamente esta se encontraba sin ningún seguro.

Di un paso dentro, cerrando tras de mi y encontrándome directamente con un medianamente amplio pero impersonal salón, que a pesar de que no se encontraba en mal estado, parecía haberse estancado unos cuantos años en el tiempo.

Un ruido logró alertarme, siendo acompañado por las luces al apagarse y provocando que girara sobre mis talones rápidamente un par de veces. Primero hacia atrás, luego hacia un lado y finalmente hacia el otro, divisando no más que una sombra con cada movimiento que hacía parte de la penumbra.

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