41. Conflictos internos

202 12 0
                                    


Una vida como la nuestra nos genera continuos conflictos; cuando llegas todo te supera, la oscuridad que llevas dentro parece cubrir tu moralidad; crees caer por un precipicio pero al final te aceptas a ti mismo y lo que viene.
***

Loke pasó días alejado de la finca. Sabía que su hermana, su tierna e inocente Levy, veía a Sting a menudo. Tampoco quiso pasar por casa de sus padres; la historia que Igneel le había contado le dejaba mentalmente exhausto y no se sentía con fuerzas de sentarse delante de su padre y disimular toda aquella información. Muchas veces se arrepintió de haber llevado a Levy a la casa; muchas veces se vio tentado a coger el coche y regresar al pueblo a por ella. Sin embargo, ahora ellos eran su familia, poco le diferenciaba de cualquier de los que estaban allí y para ser honesto consigo mismo tampoco tenía claro si el llevar a su hermana a la casa habría sido algo que deseaba en el fondo.

Levy le llamaba entusiasmada con todo aquello; le contaba por teléfono dónde la llevaba Sting, las cosas que le compraba y lo mucho que deseaba ser como las mujeres de Quimera, pero era su hermana, su pequeña y alocada Levy, la misma que había dejado en manos de un hombre que empezaba a cambiar sus prioridades.

Levy no era sumisa de ningún hombre de Quimera y eso le confería una frescura y osadía que nadie tenía. Aquello atrapaba a los hombres, a medida que pasaban los días y la muchacha adquiría más confianza se hacía más claro su afán por todo lo que ocurría a su alrededor. No es que viera mucho, pero Levy era una muchacha achispada y espabilada y era claro lo que rodeaba a los miembros de Quimera. Recordó sus años en la universidad, la incapacidad de mantener una relación normal con una mujer. Nunca supo lo que era hasta que llegó a Quimera, hasta que probó la suave piel de y la osadía de Mavis, que ahogaba su soledad a su lado. Quizá debía agradecer el resto de su vida poder ser por fin como realmente era, al menos en parte.

Quimera... aquella finca era ahora un hogar para él. Pensó en Igneel y se encogió de hombros. Recordó sus palabras y la forma melancólica de contarle lo que sintió tiempo atrás por su padre, y deseó llorar desconsoladamente. ¿Quién era él para juzgarlos? ¿Acaso no había deseado toda su vida que nadie lo hiciera con él?

—Leo. —Su hermana, al otro lado del teléfono, sonaba fría y distante.

—Levy, sabes que no me gusta que me llames por mi segundo nombre.

—Loke, me da igual ¿Dónde estás metido? Todos están preocupados por ti. Hoy he ido con Sting a Quimera, este fin de semana se quedarán todos allí.

Natsu no le había llamado por su falta al trabajo. Estaba claro que respetaba su necesidad de espacio y sabía que era necesario para él.

—Levy. ¿Va todo bien, cariño mío? ¿Te sientes cómoda con ellos?

La voz de su hermana cambió totalmente.

—¡Oh, Loke! ¡No tienes ni idea de las cosas que he visto!

—Me hago una idea —dijo algo incómodo—. ¿Tus clases?

—Leo Loke —gruñó ella—. Estamos a punto de finalizar el curso, soy la mejor de mi promoción. ¿Dudas de mis notas?

—No, tesoro mío —contestó—. Solo quería saber, llevamos días sin hablar.

—Loke —le interrumpió—. Gracias por traerme a la casa.

Se le encogió el corazón y por unos segundos la imaginó envuelta en los brazos de Sting.

—No puedes contarlo en casa. ¿Lo sabes, verdad?

—Lo sé. No soy una niña.

Claro que lo era. Era su niña.

—¿Qué tal con Sting?

—Es maravilloso. ¿Sabes? Va despacio conmigo ¡Le gustó Leo!

—Por favor, Levy —le rogó—. Sé prudente en tus decisiones. No te lances, eres muy joven y tienes tiempo para muchas cosas.

—Quiero ser como las demás, Lome.

Eso le provocó un espasmo en el estómago y se movió nervioso.

—No, Levy, tú eres especial. Sting no necesita que seas como las demás. Sé tú misma.

La oyó bufar al otro lado del teléfono y luego suspirar.

—Vuelve, hermanito; mañana tenemos una cena en la casa y Igneel está muy apenado con tu desaparición.

—Me cuesta asimilar las cosas, Levy...

—Sting me contó lo que pasó. Yo también quedé perpleja pero Loke no es asunto nuestro; la vida de papá no nos pertenece, no existíamos y míranos... ¡Maldita sea! ¡Vuelve!

—Eres muy madura, Levy, a veces parece que la hermana mayor eres tú.

—Lo sé —se rió—. Vuelve de inmediato, Leo Loke —le ordenó con humor—. O si no me entregaré como esclava sin límites a tus amigos. —Soltó una carcajada.

—Levy, no digas eso ni en broma.

Notó un escalofrío por el cuerpo. La mera idea de imaginarlo le aterraba.

—Pues vuelve. Todos te echan de menos.

—Lo pensaré.

—Te quiero.

Sintió un nudo en el estómago y tragó saliva.

—Y yo a ti, mi amor.

V IWhere stories live. Discover now