Ken

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Cuando la perilla de la puerta giró, Jimin supo que la hora había llegado.

Mantuvo su mirada al hombre que atravesó la puerta, Jimin esperó a que se detuviera frente a él. No estaba sorprendido que uno de ellos estuviera ahí y sus guardias tirados en el suelo. Miró un poco más allá tratando de ver el estado de sus hombres, parecía que simplemente estaban desmayados.

Park Jimin era el adalid del clan y sabía que a veces sucedían así las cosas, pero algo en él lo hacía dudar de las recientes decisiones que debió tomar, lo aseguraba un poco más el hecho de que estuviera ese hombre delante de él.

Sin embargo, sin tener prueba más que únicamente lo que su Segundo al mando afirmaba, él debía seguir por su gente que clamaba justicia y Jimin debía dárselas.

Miró sin emoción el rostro del hombre, asintió por un escaso segundo y levantó su mano en su suave ondeo aceptando escuchar sus palabras.

—No esperaba tu visita, pero debo decir que no es para menos. — buscó con su mirada otra vez a sus guardias asegurándose de que se encontraban bien. Señaló con su mano a la silla hecha del tronco de un árbol, se negó. —Si me permites, me encantaría que estuviéramos más cómodos— insistió.

—No, en absoluto, Adalid, solamente vengo a informarle.

Jimin asintió —Habla.

—Van a ejecutar a uno de los nuestros por un crimen que no cometió. Lo han inculpado, no somos asesinos. Nosotros peleamos cuando nuestro clan se encuentra atacado, más no antes.— Jimin sonrió con insolencia e inspiró tranquilamente.

—Vienes a decirme lo que cualquiera de ustedes diría para salvar a los suyos. Él cometió homicidio con nuestros cachorros más jóvenes, se llevó y destripó a las criaturas ¿Piensas que seré benevolente? Eres valiente. — Caminó hacía la ventana que se encuentra a unos pasos cerca de la cama. — No hay ninguna razón por la que no deba acabar con él, ustedes lo saben. Necesitamos hacer justicia por los pequeños que se fueron y deben encontrar la luz, mientras que sus padres la paz en sus corazones.

Jimin observaba a los ahora más pequeños jugar entre las flores que florecieron en medio del caos, adoraba verlos jugar al rededor, significaba que su gente amaba por lo que él tanto había luchado.

Lucia espectacular y su gente estaba feliz, tranquila porque sabían que iba a vengar la muerte de los inocentes, las leyes eran esas y Jimin debía hacerlas valer aunque creyera que no estaba haciendo del todo lo correcto, después de todo era lo único que sabían del culpable y todo apuntaba al que ya tenían listo para su muerte.

Regresó a verlo, el manto que usualmente ocupaban los Moon no dejaba verle el rostro al Segundo, pero sentía a través de él la ira contenida del hombre. Jimin siempre admiraba a los guerreros fuertes y decididos, con posturas inquebrantables que nunca accedían a destapar sus emociones por muy fuertes que fueran, ese era el trabajo de un verdadero guerrero, anteponer la misión hasta que sea ejecutada.

—Adalid, el mío pide piedad y tiempo para poder demostrar la inocencia de nuestro hombre. Es por eso que he venido hasta aquí, sin armas, sin amenazas, mi Adalid quiere vivo a su gente y eso incluye al hombre que tienen crucificado en los árboles.— agachó la cabeza como su voto de clemencia.

— Bueno, es un poco difícil que se conceda lo que pide cuando ha violado mi seguridad de tal manera.

— Por favor, piedad. Moon siempre a coexistido con Fénix durante décadas, nuestros ancestros hicieron la alianza y ha habido paz hasta entonces.

—Alianza que ustedes quebrantaron masacrando a nuestros hijos. ¿Piedad? ¿Tiempo? ¿Por qué debo acceder a un trato como ese? Es el dolor de mi clan lo que esta de por medio. No podemos postergar lo inevitable.

Te encontré» ym/jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora