Capítulo 2

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   Luego de haber pasado todo el día absorto en escribir cartas a sus contactos para comenzar su plan y conseguir información, al volver a ser consciente de la realidad, se dio cuenta de que ya era de noche. No se sorprendió, sin embargo, en la guerra había aprendido a encerrarse en su mente y desde entonces le sucedía sin darse cuenta.

   Sin nada más que pudiera hacer, decidió ir a dormir pero ni siquiera en sueños se sentía a salvo.

   Draco vio sobre el puente a sus padres y se acercó corriendo a ellos mientras de fondo se oían los gritos de guerra y sentía los maleficios que cargaban el ambiente en Hogwarts.

   Se encontraban en medio de la guerra, huyendo como habían planeado porque ya no querían seguir formando parte de la disputa que no había hecho más que destrozar a su familia.

- ¡Imperio! -oyó el rubio a sus espaldas y observó desvanecerse la alegre mirada que mantenían sus padres sobre él. En cuestión de segundos perdió el control de su cuerpo, sensación que le resultaba familiar.

- Crucio -se escuchó decir a sí mismo, apuntando a Narcissa. Lo que se sucedió le resultó tan repentino que apenas pudo entenderlo- Experlliarmus -trató de quitarle la varita a Lucius pero falló y el rostro de su padre se contrajo en una mueca de dolor.

- Protego -llegó a cubrirse perfectamente del ataque de su hijo, pero no del que le siguió.

- Avada kedavra -tampoco Draco estaba listo para oírse decir aquello.

   La maldición le dio de lleno a Lucius, quien todavía se encontraba en un estado de shock, y la vida pronto fue abandonando a su cuerpo al mismo tiempo que caía.

- ¡No! -sollozó Narcissa arrastrándose hacia su esposo pero rápidamente fue atacada por una interminable tanda de Cruciatus- ¿Por qué haces esto? -gritó con dolor al aire e hizo que Draco finalmente pudiera dejar su estado de shock para luchar y liberarse de aquella maldición.

   Fue una larga lucha la que tuvo dentro de su mente para lograr romper el hechizo que lo controlaba pero lamentablemente ya era muy tarde para su madre, cuya mirada inundada en lágrimas se clavó sobre su hijo antes de morir. 

   Destrozado, el mago cayó sobre sus rodillas con lágrimas agolpándose sobre la cuenca de sus ojos y un dolor que superaba cualquier tortura que pudiera recordar. Solo podía observar los cadáveres de sus padres, sin atreverse a acercárseles. En cambio, tomó su varita para enfrentar con todo su odio a la persona que en todo ese tiempo no había dejado de reír a carcajadas.

   Abrió los ojos. Su alarma muggle estaba sonando pero hasta que logró tranquilizarse y consolarse con palabras vacías, este ya se había detenido. Se levantó y se obligó a sí mismo a dirigirse al baño para observarse en el espejo. Hermione le había explicado que tendría que asistir a una escuela muggle para no levantar sospechas, y para ello también debía arreglar su aspecto. Se afeitó completamente la barba de aquellos años y cortó su pelo como lo tenía a los 17, también pensó en cubrir sus cicatrices y moratones que aún eran muy visibles pero sintió que era como tratar de borrar su pasado, por lo que decidió no hacer nada al respecto.

   Por última vez se miró en el espejo, luego de vestirse con ropa muggle que Dobby había comprado, se dispuso a ir al colegio. A su juicio, se veía completamente igual a cuando era más joven, sin contar las visibles marcas de torturas que incluían los moratones sobre sus pómulos y la cicatriz que cruzaba sus ojos en una línea horizontal. Por suerte, pudo rescatar, la ropa que usaba era lo suficientemente larga para cubrir las demás marcas y, principalmente, la Marca Tenebrosa.

   En la casa de los Cullen, Alice se encontraba sumida en sus pensamientos. Había tenido una visión que le resultaba confusa, mucho más que de costumbre, y temía que fuera urgente.

- Será mejor que lo discutamos, Alice -Edward la sacó de sus pensamientos y asintió.

- Tenemos que hablar todos -anunció ella. Afortunadamente todos se encontraban en casa y en un parpadeo se reunieron en la sala de estar- He tenido una visión confusa: un chico va a entrar en nuestra escuela hoy pero no es humano -ante esto todos se sorprendieron levemente- No es un vampiro o un licántropo y su llegada va a implicar una gran amenaza. Al mismo tiempo, va a desarrollar un lazo muy fuerte contigo, Jasper -el aludido abrió mucho los ojos de la sorpresa.

- ¿Cómo es él, Alice? -cuestionó Carlisle.

- Es un poco más alto que Jasper, extremadamente pálido, tiene el cabello de un rubio platinado y unos ojos que parecen plata líquida. Además tiene un montón de marcas, la que más resalta es una sobre sus ojos que es como una línea.

- Por tu descripción parece que resultará fácil encontrarlo -concluyó Carlisle.

- ¿Pero qué haremos con él? -quiso saber Rosalie, lanzando un gruñido. Emmett pasó un brazo sobre sus hombros pero ella lo apartó rápidamente.

- Si va a desarrollar un fuerte lazo con Jasper, no entiendo como puede ser una amenaza -aportó Esme pero no les quedaba mucho tiempo para seguir charlando.

- Lo mejor será que estén alertas pero no tomen decisiones apresuradas -finalizó Carlisle sin dar lugar a más discusión- Se les hace tarde, será mejor que vayan.

   De esta manera, los Cullen se subieron a sus respectivos autos y se dirigieron a la escuela pero tan solo llegar, todos estaban murmurando sobre el nuevo alumno.

   Draco caminaba sin rumbo fijo por los pasillos, había llegado más temprano de lo previsto y no tenía nada que hacer. A su paso todos lo señalaban y comentaban entre ellos sobre su aspecto. Claramente destacaban sus heridas pero aún así seguía siendo muy atractivo, dato que ninguna chica pasó por alto. Por su parte, al rubio no le interesaban los muggles. A pesar de todo ese tiempo, aunque llegaba a respetarlos casi completamente, la verdad era que le costaba ir en contra de lo que su padre le había enseñado desde que era niño.

   Una oleada de dolor intensa inundó su mente, obligándolo a cerrar sus ojos por un momento a recomponerse. Sin embargo, pronto dejó eso de lado al sentir forzadas las barreras de su mente. Todo su cuerpo se tensó en respuesta mientras miraba a todos lados tratando de encontrar al responsable y para su mala suerte sonó un timbre. Pronto se vio arrastrado por una multitud y no tuvo otra opción más que dirigirse a su primera clase, sintiendo un alivio casi inmediato, al mismo tiempo que el ataque se detuvo.

Redención // CrossoverOù les histoires vivent. Découvrez maintenant