2. Todo por un sueño

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—Quiero volver a vivir en el Nivel 4.

—¿Se ha vuelto loca? ¡Eso es ilegal! Está prohibido y penado con la muerte.

—¿Crees que a una anciana terminal le preocupa la muerte?

—Quizá a usted no, pero a mí sí. Yo sería cómplice y me meterían a la cárcel del Nivel 1. ¿Sabe lo que significa eso?

—Renunciar a tu libertad... —reconoció cabizbaja la mujer.

—Renunciar a todo. Y no voy a arriesgarlo todo por una desconocida que la va a palmar dentro de poco —reconozco que quizá estas palabras fueron demasiado duras, pero no lo pude evitar, me salieron solas. 

—Está bien. ¿Qué quieres a cambio?

—Mi libertad no está en venta. Gracias —dicho esto me crucé de brazos con la esperanza de que a la Señora Catalina le quedara claro que quería dar nuestra conversación por zanjada. Pero no fue así:

—Todos tenemos un precio. Siempre hay un sueño que anhelamos por encima de nuestras posibilidades y por el que lo daríamos todo.

—¿Ah, sí? —contesté por la intriga— ¿Cuál fue el suyo?

—El amor...

—¿Puede ser un poco más concreta, por favor?

—Todos pasamos nuestra fase 4 de la vida en el Nivel 4.

—Dígame algo que no sepa...

—Allí conoces a gente de tu misma edad que, o bien se quedan en el Nivel 4 para siempre, o bien deciden seguir avanzando de Nivel.

—Aham... —A la Seño le gustaba andarse por las ramas, creo que pensaba que así le daba un halo de misterio y creaba un aura de cuento.

—Cuando llegué al Nivel 2 me encontré muy agusto. Vivía con la mujer con la que me casé, tenía un trabajo que me gustaba como docente de Biología y una casa preciosa con jardín.

—¿Y por qué dejó esa vida idílica?

—Por amor. Jenny aún no había alcanzado su sueño. Ella deseaba formar parte de las altas esferas políticas. Eso implicaba...

—Llegar al Nivel 1 —terminé su frase.

—Sí. Yo la seguí hasta el Nivel 1, con los consiguientes cambios que ello conlleva. No me importó dejar atrás la energía de la niñez ni los sueños de la adolescencia. Pero me gustaba la esencia de adulta: esa independencia y estabilidad eran fantásticas, me brindaban lo que necesitaba cuando lo necesitaba. El Nivel 2 era perfecto para mí. En cambio en el Nivel 1... me convertí en una señora mayor sin aspiraciones, sueños o esperanzas.

—Pero estaba con Jenny.

—No... Ella estaba siempre en el Congreso. Departamento de Educación. Hasta que murió hace 3 años. Llevo desde entonces sola en el Nivel 1, llena de gente prepotente, que siempre te mira por encima del hombro y que lo controlan todo sin tener idea de nada. Pero ya me había acostumbrado a este estilo de vida y jamás se me habría pasado por la cabeza cambiarlo... Hasta ahora. Ya me he cansado del Nivel 1. Seré rica, aquí todos lo somos... pero también somos todos viejos, no solo de cuerpo, también de espíritu.

—Y quiere despedirse de este mundo recuperando un espíritu joven —deduje yo.

—Sí. Justo eso. ¿Me ayudarás?

—¿Y por qué yo? ¿No hay nadie más por aquí que pueda ayudarla?

—¿Ves a alguien más del Nivel 4 por aquí? Solo vosotros seríais capaces de realizar esta hazaña dentro del plazo.

La Seño Catalina tenía razón. La gente del Nivel 4 jamás visitaba el Nivel 1 a no ser que fuera por una ocasión especial, en la cual se tiraba la casa por la ventana y nos permitíamos un día de lujos y despilfarro, o por extrema necesidad, como un tratamiento o recursos que solo se encuentran en el Nivel 1, para lo cual también es necesario apretarse el cinturón.

No es muy común encontrar a gente del Nivel 4 pasando el rato en el Nivel 1, pues para divertirse nada va a ser mejor jamás que mi hogar, donde nos encontramos las personas más creativas y dispuestas a pasarlo bien del mundo. Ahí radica el encanto del Nivel 4, pues aunque crezcamos, nunca perdemos esas ganas por crear, inventar, retorcer, reelaborar y volver a crear. Y jugar. No nos olvidemos de jugar. El Nivel 4 es el único lugar de este planeta donde hay columpios y toboganes para niños y para adultos, donde te puedes disfrazar y salir a la calle con esas pintas porque sabes que nadie te va a mirar mal.

Solo hay algo que nos encantaría tener a los habitantes del Nivel 4 que nos está prohibido: libros. Hace décadas se decidió en el Congreso que los libros en el Nivel 4 estaban infravalorados, que era demasiada la inversión que tenían que hacer para que hubiera librerías rentables y decidieron restringir el número de libros que nos llegan. Desde entonces están terminantemente prohibidos los libros de ficción. Ensayos, libros de historia, economía y ciencia... de esos sí tenemos. A ver si de alguna manera se nos mete algo de conocimiento en la cabeza. Pero jamás encontraréis un solo libro de fantasía, de aventuras, romántico o de terror, chistes o adivinanzas, no vaya a ser que nos eclosionen más pájaros en la cabeza. Alimentar la imaginación de los habitantes del Nivel 4 está penado por ley.

Y como todo buen habitante del Nivel 4, siento una cierta atracción por ir en contra de lo que nos imponen, no sé, es como si creciera en mí un cierto desdén hacia cosas impuestas a la fuerza y sin sentido.

Esto me hace pensar. Sí hay algo que siempre he deseado con toda mi alma. La razón por la que vengo tanto al Nivel 1. Ellos tienen algo aquí que nosotros no tenemos allí. Es ilegal. Pero no sería la primera vez que en el Nivel 4 surgen trabajos clandestinos. Sí. Merecería la pena correr el riesgo por ello.

—Está bien. Lo haré yo. Yo la ayudaré. Pero a cambio quiero una cosa.

—¡Lo que quieras!

—Quiero los recursos necesarios para abrir una librería de ficción en el Nivel 4.

Nivel 4Where stories live. Discover now