Nivel 4

3. Preludio...

—Quiero los recursos necesarios para abrir una librería de ficción en el Nivel 4.

[...]

Tuve que dejar a la Señora Catalina justo después de cerrar nuestro trato. Se había hecho demasiado tarde. ¡Mierda! Ya había perdido la carrera. Con todas las novedades me había olvidado de por qué había ido al Nivel 1. Cuando llegué a nuestra meta las chicas hacía una hora que lo habían hecho. 

—¡¿Por qué has tardado tanto?! —me exigió saber Sara.

—¡Nos tenías preocupadísimas! —la secundó Luna.

—Lo siento, me entretuve en el Nivel 1 hablando con alguien.

—¿Con quién, si puede saberse? Tú no conoces a nadie en el Nivel 1...

—Ahora sí.

[...]

Aquella noche casi no cené. Mis padres me preguntaron qué pasaba, pues yo nunca le digo que no a una buena comida, pero esa noche tenía muchas cosas en las que pensar, como la manera en la que conseguir que la Seño Catalina bajase de Nivel...

Pero no se lo conté. Creo que me hubieran regañado y me habrían prohibido poner un pie en un Nivel que no fuera el mío en los próximos cinco años. Motivos no les habrían faltado, desde luego. Sería una empresa peligrosa, pero por mi librería soñada desde peque, merecía la pena intentarlo.

Así que les di un beso de buenas noches y me fui a la cama, no sin antes agradecer, como cada noche, mi suerte por poder contar con ambos progenitores en mi vida. Ese es un lujo que no todos en el Nivel 4 se pueden permitir. Los niños que nacen pero sus padres ya han subido de Nivel, jamás los conocen. Crecen en un gran edificio conocido como Homeland, aunque de hogar debe de tener más bien poco, porque el ochenta por ciento de la gente que crece allí se marcha en seguida al Nivel 3.

Los adolescentes que deciden quedarse pasan a vivir a un Colegio Mayor y lo abandonan cuando firman su primer contrato laboral y se buscan la vida aquí. Los que nacemos de padres procedentes del Nivel 4, quedamos a su cargo hasta que decidan echarnos de casa. De momento tengo 22 años y todavía no ha salido el tema. Pero sé que ya va siendo hora de que me gane la vida por mis propios medios. Sé que la librería podrá ayudarme a conseguirlo.

Al día siguiente había quedado con la Seño Catalina en un libro-café del Nivel 2 para concretar cuál va a ser nuestra estrategia y cómo se van a ir efectuando los pagos. Pero en lo único que puedo pensar es en estar en un sitio enorme con cientos de libros a mi alrdedor y una buena taza de chocolate caliente en mis manos. Chocolate y libros. ¿Qué más se puede pedir?