Capítulo 2

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Anthon.

Dos horas antes...

Di una lamida.

Okaaaay.

Sonó muy raro... Di una lamida; A mi helado.

Ustedes pensando en cochinadas, y yo de idiota por no completar la oración, lol.

—Entonces... Te gusta ese tal Mauricio...—Dije, interrumpiendo el silencio.

—Mauro, imbécil—Me corrigió mi mejor amiga; Crystal, o, como yo la llamo; vidrios.

Crystal es mi mejor amiga desde que estábamos en segundo grado de la escuela, desde ese entonces eramos y somos inseparables, nos tratamos como hermanos, ella es de piel blanca casi pálida, con muchos lunares en el cuerpo (Eso sonó muy mal, lo sé; porque a ella la e visto en traje de baño), rubia natural, con el cabello corto casi por las quijadas entre liso y ondulado, es un poco baja, casi un metro setenta y es bastante linda. Es graciosa, inteligente y humilde, lo único que le faltaba es tener un poco más de trasero (Porque pechos sí tiene; no son grandes, tiene un tamaño perfecto; ni tan grandes ni tan pequeños, sí, tal vez soy un pervertido por observar mucho a mi mejor amiga pero es algo que no se puede evitar, y a ella, no le importa, más bien bromeamos sobre eso), y ya seria la chica perfecta ante los chicos, lo bueno de que me tiene como mejor amigo es que puedo espantarlos, lo cual ella odia que lo haga, pero me lo va agradecer, algún día, yo lo sé.

—Mauro, Mauricio, Martino, Pretonilo, Juanito, suena exactamente lo mismo para mí.

Volví a lamer el helado, con indiferencia.

Ella rodó lo ojos hacia arriba, fastidiada.

—¿Te gusta realmente?—Volví a preguntar, ella asintió, decidida—, pensé que no te gustaban los morenos—Fruncí el ceño.

—Me gustan los morenos—Afirmó—, pero, no tuve la oportunidad de tener un novio moreno.

Ella solo tuvo como unos seis novios en su vida, cuatro de sus noviazgos resultaron horribles dejando a una Crystal llorando como una pendeja y yo secándole las lágrimas junto con los mocos mientras le sobaba la espalda y le decía que no valía la pena llorar por imbéciles, y los otros dos, terminaron bien, Crystal sigue hablando con dos de sus ex's, pero son solamente amigos, les advertí que; "Si intentan más allá de abrazos y besos en las mejillas, les juro que amaneceran sin huevos, y no me refiero huevos de gallina."

—Cambiaste la azúcar blanca por la morena—Me reí escandalosamente y todos me vieron, digamos que no tengo una risa delicada.

—No fue gracioso, Anthon—Me regañó.

—Bien, bien—Alcé los brazos como señal de paz—, te dejaré tranquila con tu azúcar morena, ¿Entonces qué harás?

—Dentro de dos horas nos encontraremos en el parque y le confesaré que me gusta, yo digo, bueno, creo que también le gusto, espero que sí, en serio me gusta.

—Espero que diga que sí le gustas, necesito azúcar morena para el pastel que hará mi mamá.

Me reí otra vez.

—Anthon—Me miró de manera amenazante.

—Okay, ya.

Nos quedamos en silencio hasta que ella hablo, nuevamente;

—Anthon...—Dice ésta vez en un suspiro y pone ojos de cordero a medio morir.

La miré cómo; ¡¿Mija qué te pasa?! ¡¿Acaso te llegó o qué?!

Procesando...

Abrí los ojos más no poder.

Oh no, no me digan que...

—No—Dije finalmente, sabía lo que quería, y no lo haré—, no, no.

—¡Por favor!—Chilló mientras pone sus manos juntas, rogando.

—No. Definitivamente, no.

—Por favor—Insistió—, necesito apoyo, ya sabes; apoyo moral del mejor amigo, sabes que no soy buena con los chicos.

—No estaré ahí para que te des besuqueos con él.

—Por favor—Insistió otra vez.

Pone nuevamente ojos de cordero, ella sabe que no puedo decirle que no cuando ella hace eso.

Esta vidrios es una tramposa.

—Bien, pero si veo lengua, me voy.

—¡SIII!—Chilló emocionada aplaudiendo como una niña que obtenía todo lo que quería, y yo bufé, me las va a pagar—, y sobre eso, no, no habrá lengua, ¡Iugh!

Puse cara pervertida y dije:

—Eso no lo dirás cuando te meta la lengua hasta la garganta, golosa—Moví las cejas y movía la lengua mientras me acercaba a su cara.

—¡Anthon!—Chilló sonrojándose, empujandome nuevamente al asiento, me reí por su reacción, hacerla sonrojar es uno de los placeres de la vida, porque se ve graciosa con la cara roja.

Nos quedamos en silencio.

—Bien—Dije decidido, haciendo que Crystal me viera confundida y me levanté de mi lugar—, iré a buscar otro helado, con permiso.

—¡Es el quinto que te comes!—Chilló recordandome al que acababa de comer mientras que yo me dirigía al mostrador.

La miré tras de mi hombro.

—Tú te comiste seis y no te dije nada, golosa.

Entre cerró los ojos hacia a mí mientras dijo;

Touché, pendejo, touché.

No Apto Para Parejas Normales 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora