Memoir

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Siempre decías que querías ser libre. Como siempre deseabas elevarte en el infinito azul del cielo, más allá de las nubes.

Cómo deseabas ser libre sin responsabilidades atándote a la tierra.

Aun cuando esa raya a través de tu cinta cortaba todas las responsabilidades y obligaciones que debías a tu aldea, aun así, no estabas satisfecho. No querías que te controlaran, querías ser libre de los asfixiantes secretos de tu pasado. Libre de expectativas, libre para hacer todo a tu modo.

Una vez me dijiste que este mundo te asfixiaba.

¿Puedes respirar ahora?

Siempre decías que querías que tu vida terminara con una explosión.

Una enorme explosión que sacudiera la tierra y las almas de todos a tu alrededor.

Una que nunca olvidarían.

Un enorme espectáculo, un estallido que haría que nunca nadie cuestionara tu potencial.

Entonces, serías perfecto. Sería verdadero arte. Sería hermoso.

Deidara, no lo entiendo. Eras hermoso. Eras un verdadero artista cuando vivías.

¿Por qué ir tan lejos?

¿Por qué hacer tal cosa sólo para probar tus creencias? ¿Por qué acabar con tu vida

así cuando sabías que nos herirías a todos? Que me herirías a mi...

¿Quizás, en la desesperación, pensaste que nadie te extrañaría? ¿Que nadie

recordaría lo que eras?

Déjame decirte que estabas muy equivocado...

Toda la vida fuiste tan confiado. Esa arrogante sonrisa de complicidad que siempre

acompañó tus labios, tu ojo visible burlándose de tus oponentes al verlos fijamente

sin una pizca de temor.

Nunca te diste por vencido, ni cuando terminaste con ambos brazos arrancados por

dos personas diferentes. Sólo les diste una sonrisa e hiciste estallar tu arte en sus

caras, sonriendo satisfecho al ver cómo te escapaste de las garras de los mejores

ninjas de Konoha.

Amabas el peligro, la emoción de volar en la noche esquivando flechas y bombas

lanzadas hacia a ti. El viento moviendo tu capa hecha trizas y esos largos y rubios

cabellos tuyos que tanto me gustaban.

Nunca te avergonzaste de quién eras, nunca intentaste ocultar nada.

Llevabas tu cinta de Iwa rasgada con orgullo, ni una sola vez hiciste algo para

cambiar tu apariencia, nunca ocultaste las peculiares bocas en las palmas de tus

manos.

Nunca ocultaste tu opinión única sobre el arte, o tus maravillosas creaciones.

Confiado le gritabas al mundo "¡El arte es una explosión!"

No te importaba si eras criticado o mal visto por el resto, moldeabas tus esculturas

con orgullo, sintiendo la fiebre de euforia que sus explosiones causaban cada vez

que las lanzabas al objetivo.

Sólo tu podías ver los verdaderos momentos de perfección en aquellos fugaces

deidara › uchiha reiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora