Niall.
Lupus... ¿Cómo no me di cuenta antes? Por eso Diana estaba extraña y distanciada, que terrible persona era, ella hacía todo por mí y yo nunca me fijé de que ella se estaba muriendo por dentro. Muriendo... ella y ...
Dios, ¿qué clase de persona era?
Antes solía pensar que era una buena, a veces hasta ejemplar, pero supongo que no todos somos lo que creemos ni lo que esperamos, sin embargo, yo estaba bastante lejos de la persona idónea. Era simplemente la peor clase.
-Señor... la señorita Horan sigue dormida, pero puede pasar a verla- claro, creían que estábamos casados, se sentía extraño pensar que hace pocos días ambos no descansábamos por los planes de la boda.
De pronto me sentí más claustrofóbico que nunca en aquellos pasillos estrechos, el olor a desinfectante llenaba mis fosas nasales y el blanco me nublaba la vista. Estaba cayendo en la cuenta de que podía perder a Diana para siempre, no sólo a ella sino también a mi hijo, el hijo que ella llevaba dentro, el mismo de quien yo me había despreocupado en los últimos días porque estaba muy interesado en mi amante, sí, porque aquella era la palabra: amante. Estaba harto de camuflar la verdad y victimizarme, todo este tiempo culpé a Didi, diciendo que su lejanía provocó que yo cayera en los brazos de Hailee, cuando era todo lo contrario.
Diana sufría, sufría en silencio sin nadie que la apoyara, lo que es peor, sufrían los dos. Se suponía que para eso estaban las parejas, para contarse todo, ¿no? Se supone que se conocen, pero yo nunca me molesté en averiguar la salud de Didi, aún sabiendo su pasado, yo nunca... estuve ahí para ella.
Seguía aquella bata blanca por inercia, me detuve en cuanto entró a una habitación con una sola camilla en el centro. Ahí estaba, Diana Khalid, postrada y llena de tubos. Tal cual... tal cual Sky... y podía imaginarme a su madre en la misma situación. Sus ojos cerrados estaban sumergidos en unas cuencas profundas y oscuras, denotando el cansancio y la anorexia que había mencionado el médico. Sus mejillas antes rosadas se encontraban pálidas y hundidas, realzando sus gruesos labios. Sus clavículas acentuadas llamaban la atención en cuanto la mirabas.
Cuando la veía así todo estaba claro, ¿por qué no lo había visto antes?
Observando a Diana me di cuenta de una cosa, y había sido un estúpido por no verlo antes; Didi era lo mejor que tenía en la vida y lo arruiné. El tiempo que pasé en la sala de espera, y cuando recibí la noticia del doctor, fueron los peores de mi vida, mientras creía que iba a perderla para siempre. Perderla de verdad, más de lo que ya lo había hecho. Pensar que nunca más iba a escuchar su risa o ver su cabello volverse más claro a la luz del sol, que nunca más la vería tararear mientras cocina ni ver sus ojos brillar cuando le canto, me hizo pensar que no había razón para vivir, el sentido en mi vida se había ido, junto con mi cordura.
Aunque mi cordura se había ido tiempo atrás, a decir verdad, justo en el momento en que la engañé a ella y a mí mismo, engañé al hombre que quería ser convirtiéndome en todo lo que en algún momento odié, haciéndome creer que Diana no era la mujer para mí.
La verdad era que no podía vivir sin Diana Khalid. No ahora ni nunca.
Tomé una decisión, probablemente la mejor en mucho tiempo, iba a recuperar a Didi, dejar a Hailee y tratar de enmendar todo lo que había causado.
Diana.
Mi cabeza dolía, traté de abrir los ojos y cuando logré mi tarea una fría luz blanca me dejó encandilada. ¿Dónde estaba? ¿Por qué me dolía ahora casi todo el cuerpo?
Me senté como pude y toqué mi vientre, ¿Como estaría mi pequeño corazón?
Miré mejor y noté que estaba en un hospital, lo último que recordaba era estar en casa almorzando. ¿Cómo había llegado aquí? Miré mis manos y ambas estaban conectadas a distintos sueros. Odiaba las agujas y más en mí. Escalofríos instantáneos recorrieron mi cuerpo colocándome la piel de gallina.
Inspeccionaba mi cuarto con la mirada y me detuve al ver a Niall durmiendo en el sofá de visitas junto a mi camilla. ¿Qué hacía este hombre aquí?
Tosí antes de tratar de despertarlo, pero sus ojos azules se abrieron alarmados para en cuanto mi cuerpo produjo un sonido.
-¿Diana?-lo miré, no dije nada- Despertaste, ¿cómo te sientes?
-¿Qué haces aquí?-dije a la defensiva-Sal, no te quiero aquí
Él se quedó en silencio, bajó la cabeza y salió de la consulta, pocos minutos después entro una enfermera con el doctor Perry, quien me miró serio.
-Diana... qué bueno que despiertas, tendremos que hablar serieamente los dos-me habló en un tono de desaprobación-Lola hará unas pruebas de reflejo y signos vitales. Luego hablaremos
La chica sujetó mis manos, quitó las intravenosas, limpió y coloco otra bolsita, luego tomó mi temperatura, una luz en los ojos y salió rapidamente.
Perry entró y se quitó sus gafas para luego sentarse junto a mi camilla y suspirar.
-Te descompensaste Diana, no te estás alimentando bien, no has seguido el tratamiento ¿Qué es lo que buscas?
-Y...yo perdón-hablé bajo-¿Cómo llegue aquí?-dije un poco más alto mirando a Perry.
-Tu esposo te trajo-contestó firme.
-¿Esposo?
-Niall, Diana, Niall te trajo aquí, estaba desesperado-tomó mi mano y la apretó firme -El bebé está bien, pero comenzarás una dieta estricta, es sumamente importante que la sigas si quieres mejorar
-¿Niall lo sabe?-pregunté temerosa.
-Le tuvimos que decir-respondió.
Cerré los ojos y me tapé la cara con las manos, Niall lo sabía. Lo que sólo significaba una cosa: ahora no podría alejarlo de mí. Pensé en su traición, la cara de Hailee volvía a mi memoria y mi estómago se revolvió.
-Ya le dimos las indicaciones a Niall, no puedes estar sola en esto, ya demotraste que no- miré sus ojos.
-Yo pue...-me cortó la palabra.
-No, no puedes tu sola, sálvate Didi, por ti, por tu mamá, por tu pequeña hermana y por el bebé que viene en camino...
Acaricié mi vientre, asentí y limpié unas cuantas lágrimas que se me habían escapado. Perry salió de la consulta para dejar entrar a un tímido Niall Horan.
Era hora de hablar.
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Capítulo editado y co-creado por SmileWithHoran❤
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