XXXVI

126 40 10
                                    

Antonia

—Espera, espera... ¿Por eso están extrañas conmigo? ¿Porque creen que me estoy revolcando con Max? —frunzo el ceño con indignación.

Todas asienten tímidamente, pero su mirada acusadora se mantiene intacta. No puedo creerlo... Realmente no puedo creerlo.

—¡ESTO ES RIDÍCULO! —exclamo, lo que las paraliza— ¡¿Qué demonios les hace pensar tal ridiculez?!

—¿Es que acaso no te das cuenta? Vas demasiadas veces al despacho de Max, se quedan "entrenando" toda la noche y, a veces gran parte del día, y pues... —comenta Isi, avergonzada— ¿Qué querías que pensáramos? Teníamos razones para sospechar, Antonia.

—¿Pero acaso no hemos tenido avances? ¡Maldición! ¡Hemos intentado acelerar esto lo más posible! ¡Me he quedado tantas horas con Max para poder aprender todo y así enseñarles a ustedes! ¿Ninguna recuerda que el plan tuvo que ser adelantado? Tuvimos que reajustar todo, maldita sea, ¿Cómo mierda se les ocurre pensar algo así? —les grito al borde de la ira.

—Ya, pero, ¿Era necesario que se reúnan tanto? —se queja Clarita.

—A ver, esperen... Déjenme ver si entendí, ¿Están celosas? —las interrogo— ¿Están celosas de que soy yo la que entrena con Max toda la noche y no ustedes?

Las chicas se quedan calladas.

—Porque si tanto les interesa Max —continúo sin esperar a que me respondan—, adelante, peleen entre ustedes y decidan quién de ustedes se lo queda. Yo paso de estas niñerías, quiero salir de aquí.

—¿No podían ponerse de acuerdo por ese aparato que utilizas para hablarle? —dice Sasha, evadiendo totalmente mi pregunta.

—¿Hablan del celular? ¡Esto es inaudito! —respondo— ¡Max me lo dio para que me diera instrucciones de ir al despacho y arreglar todo para la operación en directo! ¡No para acordar todo por mensajes de texto! ¡Hay cosas de la operación que tienen que arreglarse en persona!

—No sé, Antonia, pero dudo de tu credibilidad, sobre todo cuando había días en los que te quedabas toda la noche sola con él, ¿Cómo sé yo que eso no compromete la operación? No me sorprendería que en vez de ir a entrenar a medianoche, se acostaran —vocifera Sasha.

La miro con odio, ¿Quién se cree que es para dudar de mí?

—¿No creen que todo lo que hemos logrado hasta ahora sea suficiente? Estamos a punto de salir de aquí. Solo nos quedan dos noches de ensayo y luego se concretará todo, ¿Eso no es suficiente? ¡Díganme de una puta vez!

Las miro, y ninguna es capaz de devolverme la mirada. Mi rabia aumenta y tomo mi celular de inmediato, le escribo un mensaje a Max y lo vuelvo a guardar.

—¿Qué hiciste, Antonia? —me pregunta Júpiter.

—Lo que ninguna de ustedes pensó siquiera en hacer en lugar de confrontarme —murmuro enojada.

No pasa ni siquiera un minuto cuando Max baja rápidamente por el túnel y llega a nuestra celda con el ceño fruncido. Todas se paralizan y lo miran con una expresión diametralmente distinta a la que me mostraron a mí. Max me mira directo a los ojos y no me siento capaz de controlar la rabia que siento ahora mismo. Miro de reojo nuevamente a las chicas y veo claramente sus caras de terror. 

—¿Me pueden explicar qué está ocurriendo aquí? —pregunta claramente molesto.

—¿Por qué no nos lo dices tú? —rebate Bely, armándose de valor.

—¿Yo? ¿Qué carajos tengo que ver? ¿Alguien me puede explicar qué mierda está pasando? —me mira y luego las mira a ellas.

—¡ESTAS IDIOTAS CREEN QUE TÚ Y YO NOS ESTAMOS REVOLCANDO, MAX! ¡ESO ES LO QUE OCURRE! —exploto histérica.

Max abre los ojos y me mira, para posteriormente mirar a las chicas.

—¡¿Qué?! ¡¡Quién carajos les dijo esa estupidez!! —dice Max con tanta firmeza que todas quedan mudas y paralizadas.

—Sasha —murmura alguien desde atrás.

La aludida se sonroja y baja la mirada de inmediato. Observo a Sasha con incredulidad y enojo a partes iguales, ¿Qué mierda saca con hacer correr rumores de esa índole?

Max la mira como si quisiera ahorcarla en ese preciso momento y seguro se está preguntando en qué mierda pasaba por su cabeza cuando la rescató. Cierra los ojos, respira hondo un par de veces y luego abre los ojos de súbito.

—¿No se dan cuenta de que con estos rumores de mierda están comprometiendo la operación entera? ¿En qué mierda creen que están pensando? —grita Max—. Lo que más necesitamos es confianza y unión y, con estos rumores de niñas pequeñas, estamos perdiendo esa unión, lo que sí o sí comprometerá la operación. Maldita sea, no puedo creer que estén preparadas para salir de un establecimiento penitenciario de máxima seguridad, pero no sean capaces de preguntarnos a Antonia o a mí si un puto rumor es cierto o no.

Todas agachan la mirada. Todas excepto Sasha. La observo con repulsión. Ahora me hace sentido cada comentario malintencionado que hizo.

—Creímos que... —comienza a disculparse Júpiter.

—Lo sentimos —murmura Dani.

—No quisimos comprometer la operación —dice Niji—, sólo atinamos a pensar que ustedes la estaban comprometiendo al tener... Algo.

—Deberían tener claro que voy a ver a Max para ajustar los detalles para salir de aquí, y si voy más veces de las previstas, sigue siendo para ello —murmuro con mucha rabia—. No puedo creer que hayan pensado que iba a tener algo con Max, maldición.

—Espero que les quede claro que las únicas que están comprometiendo la operación con estos jueguitos de niñas pequeñas son ustedes —Max sigue molesto—. Echeverría está planeando un holocausto y ustedes piensan en mandar todo al traste porque se les metió en su cabecita la idea de que me acosté con Antonia, ¡¿Qué mierda les pasa?!

—Creo que estoy tratando con mujeres adultas, que tienen claro que sus actos tienen consecuencias —digo esto último mirando a Sasha.

—Ya dijeron que lo sentían —murmura Júpiter intentando calmar los ánimos—, no es necesario que sigas gritando.

Júpiter me mira atentamente, y asiento. No sacamos nada con estos rumores de mierda.

—Basta ya —dice Max de repente—, estamos discutiendo por estupideces. Sasha, quedas fuera de la operación.

—¡¿Qué?! —la aludida mira a Júpiter con los ojos llorosos.

—No quiero que tus errores lleven al fracaso nuestra salida. Tengo razones suficientes para sospechar que vas a comprometer la operación completa si te dejamos salir ese día.

Todas miramos a Sasha, quien se limita a mirar a Júpiter y luego irse a su litera, sin decir nada.

—De acuerdo —dice Max—, espero que las cosas hayan quedado del todo claras. A medianoche, las quiero a todas en mi despacho, para repasar las maniobras de escape. ¿Entendido?

Todo el grupo asiente con la cabeza y Max se va por el túnel sin decir una palabra más. Todas nos miramos muy incómodas. Cierro los ojos un par de segundos. Sigo sin poder creer que Sasha pudiera hacer algo así, ¿Cuál era su afán? Suspiro hondo una y otra vez, siento las miradas curiosas de las chicas sobre mí.

—Amárrenla —digo firmemente.

—¿QUÉ? —grita Sasha— ¿No crees que es un poquitín exagerado dejarme amarrada? Ya entendí que estoy fuera.

—Para nada —reacciona Bely—, ¿Qué nos asegura que no intentes boicotearnos?

Obedeciéndome esta vez de forma automática e incondicional, como debería haber sido desde el principio, Sasha es amarrada a su litera y nos vamos todas a dormir.

Ha sido un día muy largo.

[Libro 1]: RadicalWhere stories live. Discover now