EN LA COMIDA

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CON LOS WEASLEY

Mientras los Weasley devoraban su comida Molly iba haciendo preguntas sobre el futuro.

—¿Como es Charlie? –preguntó a Bill.

—El también fue a Griffindor y fue prefecto y capitán del equipo de Quiddich –le contestó a su madre–. Lleva muchos años trabajando en Romanía cuidando dragones, pero es lo que a él Le gusta hacer –le comentó a su madre al ver la cara de preocupación que ponía.

—Si el es feliz... –dijo Molly no muy convencida mientras se giraba para ver a su hijo Charlie y le acariciaba la mejilla con cariño–. ¿Has oído, cariño? Tu también estás en Griffindor –el niño sonrió encantado–. ¿Y como son vuestros hijos?

–Bellisimos –contestó Bill.

–Una rebelde y una estudiosa –dijo Percy refiriéndose a sus
mellizas.

—Igual de inteligentes que Mione –dijo Ron haciendo sonrojar a Hermione.

—Unos cabrones –dijo George con la boca llena de pollo recordando las veces que se había despertado con el pelo rosa fuxia–. ¡Auch! –Se quejó George frotándose la nuca donde le había dado un collejón Angelina.

— No hables con la boca llena –le reprocho esta.

—¿Tenéis alguna hermana? –preguntó Molly otra vez.

— Ya lo verás... –dijeron todos dejándola con la intriga.

—¿Somos buenos padres? –preguntó Arthur por primera vez.

—Los mejores –contestaron a la vez regalándole una sonrisa a sus padres.

EN LA MESA DE LOS ENCAPUCHADOS

Todos comían entre risas y bromas menos una encapuchados que tenía cara te preocupación.

—¿Estas bien , pequeña? –preguntó Matthew a su hermana.

—Si –dijo Karla– sólo quiero ir a dar una vuelta –dijo levantandose– si necesitas algo, estoy en el lago.

—¿Adonde vas, princesa? –preguntó Theodore Nott a su hija pequeña con preocupación. Toda la mesa había parado de bromear para ver que estaba pasando.

— Al lago, volveré antes de que termine la comida –informó mientras se alejaba de la mesa.

—¿Qué le pasa? –preguntó Pansy con la vista fija en su hija pequeña.

—No tengo ni idea –le contestó Matth a su madre mientras se encogía de hombros con cara de preocupación.

—Iré a ver que le pasa –dijo James Sirius Potter mientras se levantaba de la mesa dispuesto a seguirla.

—A ver lo que haces, Potter –sisearon Theodore, Patrick y Matthew haciendo rodar los ojos al pelinegro mientras corría al lago negro.

EN EL LAGO

Karla tenía la espalda apoyada en un árbol, con la vista fija en el lago y de espaldas al castillo mientras se abrazaba las rodillas.

James se quedó unos minutos observándola, se veía triste y preocupada. A James no le gustaba verla así, ella es una chica con carácter cuando se enfada pero muy graciosa y tierna, con su forma de ser, y sin ser consciente enamoró al pobre James.

Al principio sólo la veía como la hermana pequeña de Matthew, uno de sus mejores amigos, pero con el paso del tiempo, y sobretodo cuando la conoció más a fondo, se enamoró perdidamente.

Pero James sabía que no tenía oportunidad con ella, pues tenía unos hermanos sobreprotectores y su padre no mencionarlo. Para él su princesita lo era todo y si te metías con ella no le importaba ir a Azkaban si con ello conseguía vengarse.

Pero verla así, deprimida, con la mirada sin ese brillo que tenía siempre  le rompió el corazón, como el había hecho con el giratiempo.

Se acerco poco a poco y se sentó a su lado. Karla pegó un respingo al  percatarse de su presencia.

—¡James, que susto! –se quejo ella poniendo las manos sobre su pecho.

—Venga mujer, que tampoco soy tan feo –bromeó él intentando sacarle una sonrisa a la chica, cosa que consiguió–. ¿Qué te pasa?

—Estoy preocupada por lo que dirá mi abuelo cuando se entere de que solo tiene una nieta en Slytherin  –le contestó ella mirando otra vez al lago–. Y también que dirá cuando se entere de que ninguno de ellos sigue creyendo en esa estupidez de la pureza de la sangre.

—¡Hey, Karla! Mirarme – la cogió por la barbilla para que esta pudiera verlo a los ojos–. Escúchame bien, te tiene que traer sin cuidado lo que piensen de ti, lo importante es lo que pienses tu misma de ti –dijo mirando fijamente a los ojos azules de la chica.

— Si a mí me trae sin cuidado lo que piensen de mi – James la miro con una cara que decía claramente "¿entonces?"–, el que me preocupa de verdad es Matt. Cuando a él le pusieron el Griffindor, mi abuelo se negó a hablarnos, Matt estuvo muy mal y no paraba de culparse –explicó Karla con lágrimas en los ojos—. A mí abuela la seguimos viendo durante dos años, asta que se cansó de la situación –hizo una pausa para dejar caer un par de lágrimas– y consiguió que mi abuelo volviera a hablarnos, pero nunca fue el mismo que era cuando yo era pequeña. Pero cuando a mi me pusieron en Hufflepuff se negó rotundamente a seguir en contacto con nosotros –Karla, en este punto ya estaba llorando a mares–. Desde entonces ya no hemos sabido nada de él ni de mi abuela, que seguro él le prohibió vernos.

James al verla tan desconsolada la abrazo dejando que ella llorará en su pecho.

Cuando pasó un buen rato la respiración de Karla se normalizó, seguía recostada en el pecho de James mientras lágrimas seguían saliendo de sus ojos pero no tantas que habían salido anteriormente.

Al cabo de unos minutos James levantó la cabeza de Karla y le sacó el rastro de lágrimas mientras ella la miraba fijamente.

—Gracias –dijo ella regalándole un a sonrisa que a él tanto le enamoran.

—No hay de que –le respondió James devolviéndole la sonrisa.

Ambos se miraban fijamente a los ojos, y se dieron cuenta de que la distancia que los separaba era prácticamente escasa. James miro los labios de la chica que hizo lo mismo, poco a poco se fueron acercando asta que sus labios se rozaron.

Se besaba tiernamente con los ojos cerrados. James pasó sus brazos por la cintura de la chica y ella pasó sus brazos por la nuca y empezó a juguetear su pelo negro siempre desordenado.

Cuando se separaron por falta de aire, ella estaba sonrojada y él tenía una sonrisa de tonto enamorado.

—Creo que deberíamos volver –dijo Karla.

—Ajam, tienes razón –le contestó James. Antes de levantarse y tenerle la mano, Le robo un pequeño beso.

—Oye, –protestó Karla mientras cogía su mana para levantarse.

— Es que dentro del Gran Comedor no podre besarte sin acabar en la tumba –se defendió el moreno mientras se en cogía de hombros haciendo reír a la chica.

Juntos, de la mano, fueron hacia las puertas del Gran Comedor donde tuvieron que soltarse las manos para que el pobre James llegara vivo a los 18 años.

Viajando al pasado [Harry Potter]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora