Llegué a la cabaña, siempre me arrepentí de haber abierto aquella puerta, siempre me arrepentiré de tener estos morros que nunca supieron descoserse para soltar palabras tan sinceras como que "Nunca quise a nadie tanto como a mi rubia". Nunca supe superar un corazón roto, acaso alguien pudo advertirme de ello?
Abrí esas puertas, todo era blanco, todo era negro. Todo tenía sombras... Me mató que todo fuera silencio. Las maderas no crujían tanto como solían hacer, respiraciones en el aire eran mudas, los pájaros habían guardado horas de silencio, el agua que caía mantenía el respeto.
Subí a su cuarto.
Me preparaba para abrazarle... Juré que le diría todo.
Sabía que iba a estar bien.
Sabía que iba a estar sentado mirando a la puerta, esperándome.
Sabía que nos íbamos a mirar.
Sabía que nos íbamos a amar.
Abrí la puerta de su cuarto.
Le ví.
Sabéis? El amor nunca me ha sido fiel.
El amor me lo ha quitado todo.
Y aún así, siguo aquí jadeando ante sus pies.
Él descansaba en el suelo.
El suelo se teñía el pelo de rojo oscuro. Poco a poco. Cada vez más.
Sus nervios se relajaban.
Kurt se fue al Nirvana.
Mi corazón se partió en micropiezas que acabaron siendo polvo.
Llamé a emergencias no sin antes, ser un puto cerdo y abrazar su cadáver y decirle de todo.
Informaron a su familia, amigos y amigas... A todos y todas las cuales una vez llegaron a apreciar a Kurt.
Las noches se me hacían infumables, cerraba los ojos y veía sus claros y brillantes ojos azules, los focos de luz más grandes que jamas me hayan enfocado. Los más bonitos que jamas vi.
Fue duro, fue un golpe bajo.
Pero fui fuerte y lo "superé".
Cada día me despertaba, salía a la calle y mientras fumaba y me embobaba con el más allá, me pregunto cómo hubiese sido una vida a su lado siendo algo más para él.
Pero nunca nadie sabrá que llegó a sentir o dejar de sentir aquel hombre que robo almas aquel año tan remarcable, ese año fue 1994.
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Hold on, maybe a segunda parte is coming.
