64 Control

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Hacia poco mas de nueve años que se conocían. Nueve años en los que prácticamente había obtenido oficialmente una cama con su nombre y apellido en el hospital de Honolulu, al cual visitaba mínimo dos veces al mes. Nueve años entrando a la casa de su jefe como si fuese suya. Nueve años en los que sus hijos habían aprendido que cuando por equis motivo el no podía estar a su lado, ahí estaría quien los ayudaría tanto como él mismo. Nueve años escuchando las mismas cantaletas. Nueve años en los que otro tenía el control absoluto su vida y su auto, y aunque él viviera quejándose de ello, le gustaba, y mucho.

Ese día en particular, el detective Danny Williams andaba de mas mal humor de costumbre, ya que él quería llevar a sus hijos a un partido de futbol americano, pero el ex marine había conseguido convencer a los chicos de ir a la playa y no había habido poder humano que los hiciera cambiar de opinión. "¡Maldito neandertal controlador! ¡Se le había adelantado y ya le había lavado el cerebro a sus hijos para ese fin de semana!

Era viernes, y en unas horas recogería a sus niños de la escuela para pasar juntos el fin de semana. Bueno, en realidad solo Charlie era un niño, Grace ya era toda una adolescente con todo lo que ello implicaba. Sin embargo antes de llevar a los niños a casa, debía hacer las compras. Hasta allí todo hubiese sido perfecto ¿el problema? O mejor dicho el nombre del problema, Steve McGarrett.

El controlador número uno de la isla se había empeñado en acompañarlo, según él, para asegurarse personalmente que no le compre a los niños cosas dañinas. ¡Claro cómo no!

- Pero no entiendo - dijo Steve - ¿Qué tiene eso de malo? Los adolescentes son así. Yo mismo fui a incontables fiestas mientras estaba en la escuela

- Si, y ya sabemos como terminaste - dijo Danny tocándose la sien mientras bajaban del Camaro

- Hoy estas muy graciosito hoy ¿no? - dijo Danny tomando un carrito

- ¿Qué haces? - dijo Steve

- ¿Qué hago de que? - dijo Danny encaminándose a la sección de carnes

- El carrito - dijo Steve algo molesto - ¿Qué haces?

- Vamos a comprar la carne - dijo Danny - le prometiste una barbacoa ¿lo recuerdas?

- Si, claro que lo recuerdo­ - dijo Steve - pero ¿por que tomaste tú el carrito?

- Porque este no es el mundo Harry Potter, animal - dijo Danny -, alguien debe llevarlo. El carro no se mueve solo

- Lo se - dijo Steve -, pero soy yo el que siempre maneja

- ¡Es un maldito carrito de supermercado! - grito Danny sin importarle que todos los mirasen sorprendidos - ¡al menos eso quiero manejar!

- Pero para manejar hay que tener estilo - dijo Steve -, y tú no lo tienes

- ¿Qué? - dijo Danny sorprendido - ¿estilo? ¿de qué estupidez hablas?

- Ya sabes, estilo - dijo Steve mientras Danny tomaba una bolsa de dulces y la colocaba en el carrito -. La velocidad, como tomas las curvas. Ese tipo de cosas. Tú no lo tienes

- ¡Eso es absurdo! - dijo Danny sorprendido -. ¡Solo acepta que quieres controlar mi vida hasta el punto de no dejarme manejar ni el carro del supermercado!

- ¡No sé de donde sacas esa idea! - dijo Steve sonriendo

- ¡Quiero conducir! - dijo Danny intentando arrebatarle el carrito al comandante

- ¡No sabes cómo hacerlo! - decía Steve forcejeando

- ¡Tú manejas el Camaro - dijo Danny ­-, déjame este a mí!

- ¡No... - protestaba Steve -, yo manejo siempre!

- ¡Suéltalo! - exigía Danny

- ¡Suéltalo tú! - repetía Steve

- ¡No quiero! - dijo Danny -. Tú tienes el Sivarado y el Camaro. ¡Déjame este!

- ¡También quiero este! - dijo Steve ­­- ¡me gusta!

- ¡No, este es mío! - dijo Danny - ¡consíguete otro!

- ¡Dije que no! - replico Steve y en medio del forcejeo el carro sale disparado en dirección hacia una pirámide de frascos de vidrios. Al chocar todo se viene abajo

- ¡Animal! - grito Danny - ¡mira lo que hicisteis!

- ¿yo? - dijo Steve - te dije que me dejaras manejar y no lo hiciste. Esto es tú culpa

- ¿Por qué siempre tienes que controlarlo todo? - dijo Danny furioso

- ¿Por qué tienes que dar pelea en todo? - grito Steve

- ¿Por qué...? - replicó Danny

- ¡Señores, por favor! - dijo la voz del gerente, callándolo a ambos - acompáñenme

- ¡Es su culpa! - dijeron Steve y Danny al mismo tiempo señalándose mutuamente

Rato después Luleka cerraba la puerta de la celda de Steve y Danny mientras estos seguían discutiendo. Como ambos habían olvidado sus carteras, no habían podido pagar la fianza y los habían encerrado mientras contactaban a sus compañeros para que vengan a sacarlos ya que con solo diez minutos en el departamento de la policía los tenían más que hartos a todos. Desgraciadamente cuando llamaron a todos los conocido de las cabezas de Cinco Cero, curiosamente siempre hubo interferencia. ¿Por qué los dioses los castigaban de esa manera en el cumplimiento de su deber, obligándolos a tener ocho horas al lado de esos maniáticos? ¡Como envidiaban a los del supermercado!

McDannos' One ShotDove le storie prendono vita. Scoprilo ora