16. Apuesta

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—Permíteme el vaso —dice Phillips Williams en dirección a Jehiel. —Traeré la azúcar.

—Muchas gracias, señor —responde el chico.

El padre de Sofía le da una mirada a su hija y luego dirige sus pasos a la cocina.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta cuando se dio cuenta de que su padre estaba lo suficientemente lejos. —¿Azúcar? ¿En serio? ¿Tú para que necesitas eso?

—¡Oye! Estoy intentando una nueva dieta panameña de frutos rojos y necesita azúcar, no me juzgues.

—Claro, ¿pretendes que te crea eso? —Sofía arquea una ceja y Jehiel sonríe.

—Bien, en realidad dejé que Gylmerk me convenciera de venir aquí. —Jehiel mete ambas manos en los bolsillos de su chaqueta y mira a Sofía —Perdí una apuesta y ahora debo conocer a tus padres.

—¿Qué clase de apuesta es esa? ¿Conocer a mis padres? —inquiere ella con el ceño fruncido.

—En mi defensa me agarró desprevenido. Me dijo que apostaba cien dólares a que un boxeador idiota le ganaría a otro más idiota. Y yo le dije que ese boxeador idiota se veía en mejor condición física que el otro boxeador idiota al que él apoyaba —ladea la cabeza y Sofía se cruza de brazos —Y mi amigo que es aún más idiota me dijo "¿Estás seguro?" y yo de estúpido le dije "Sí, estoy seguro" solo para llevarle la contraria y entonces...

—Espera —Sofía lo señala —¿Todos son idiotas, pero tú eres estúpido?

—Así es —bufa —Soy muy estúpido porque anoche cuando me fui de aquí Gylmerk estaba en mi departamento viendo el idiota campeonato de boxeo y yo solo quería que dejara de hablar entonces acepté su apuesta, pero en vez de los cien dólares si yo perdía vendría aquí a conocer a tus padres.

—Bueno, en primera ya deja de decir la palabra: idiota —Sofía niega —Y en segunda, no querrás conocer a mis padres —susurra —Si yo estoy medio loca es por causa de ellos.

—Aquí tienes, hijo. —Phillips Williams sale de la cocina con el vaso lleno de azúcar y se lo extiende a Jehiel. —Espero te alcance para lo que sea que la necesites.

—Esto será suficiente, señor. Luego iré al supermercado. Muchas gracias.

—Un placer ayudar —responde el hombre y luego rodea a Sofía por los hombros —¿De qué hablaban ustedes dos?

Sofía abrió sus ojos y Jehiel evitó reír ante aquello.

Le gustaba cuando la chica se complicaba la vida por situaciones tan tontas como aquella. Las caras que ponía eran muy expresivas y a la vez extrañas.

—Le estaba mencionando a su hija que trabajo en una tienda de música y esta noche una banda local hará una presentación gratis por los 3 años de apertura de la tienda.

—Sí y yo le dije que estoy castigada. —dice Sofía con aire aburrido y a la vez sorprendida por la facilidad tan grande de mentir que tiene el chico.

Ritmos Musicales —comenta el hombre y Jehiel asiente —Cierto, esa tienda está en la plaza del centro —Sofía mira a su padre y él le explica: —Está cerca de nuestro cinema y vi algunos volantes del evento, pensé en comentarle algo a tu madre sobre eso para que te dejara salir un rato esta noche, pero lo había olvidado.

—¿Hablas en serio, papá? —cuestiona ella sorprendida.

—Sí, ya estoy cansado de verte aquí encerrada.

—Ojalá mi mamá pensara igual que tú.

—Yo podría convencer a la señora si me lo permiten —dice Jehiel levantando su mano lentamente.

¡Oye vecino, apaga la luz! [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora