18. Loco

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Llegaron a la plaza del centro en unos veinticinco minutos. Jehiel tenía un auto y Sofía casi se paralizó al verlo estacionado a las afueras del edificio del vecino, ella creía que quizás se irían en taxi, pero ni cerca estuvo de eso.

El chico tenía un Ferrari y ella jamás vio venir aquello.

—¿Quieres algo de comer antes de que empiece el evento?

—¿Habrá algún puesto de comida rápida? Tengo tantas ganas de comer frituras o más bien, comida chatarra, como le dice mi madre —dice Sofía poniéndose de puntillas para mirar entre la marea de personas ya que el lugar estaba bastante lleno, incluso desde que bajaron en los estacionamientos se podía ver lo repleto que estaría.

Jehiel lo había notado hace mucho, la chica era más baja que él, pero verla intentar mirar por encima de la gente le causaba demasiada gracia.

—¿Segura que quieres eso? Mira que luego te da un dolor de estómago y los baños públicos no son apropiados para situaciones extremas. —le pregunta él luego de visualizar a lo lejos un carrito de hamburguesas que seguramente Sofía no ha visto.

—Jehiel, llevo encerrada en mi casa casi tres semanas —dice mirándolo y luego pone una mano en su frente como si estuviera a punto de desmayarse —Vecino, mi cuerpo pide comida chatarra o moriré.

Seguidamente se dio media vuelta y se arrojó dramáticamente a los brazos de Jehiel dando a entender su punto.

Él la sostuvo al instante y la miró desde su altura sonriendo. Ella soltó una carcajada que logró asustar a unas personas a su alrededor y luego se acomodó nuevamente en su lugar.

—Vamos, dramática, iremos por hamburguesas —Jehiel señaló con su cabeza el lugar donde las conseguirían y Sofía aplaudió emocionada mientras caminaban uno junto al otro hasta el carrito.

—¿Se puede saber que banda local se va a presentar? —pregunta Sofía —Hay demasiadas personas.

—Si te soy sincero no tengo idea —Jehiel sube los hombros.

—Pero trabajas en la tienda que organizó el evento, debes saber.

—Exacto, debería saber, pero como no es algo que me importe mucho, no presté atención.

—¿Y se puede saber qué cosas te importan mucho?

Jehiel miró a Sofía a la vez que detenían el paso ya que habían llegado a la fila que tenía el carro de hamburguesas, solo había unas tres personas delante de ellos.

—Si son cosas materiales —empieza él y cuenta con sus dedos —Mi auto, mis chaquetas y este anillo de hermandad que mi mejor amigo y yo nos regalamos hace muchos años —levantó el dedo índice de su mano izquierda y Sofía asiente viéndolo. —Si son personas... —continúa Jehiel mientras avanza otro puesto en la fila —Mi mejor amigo, su hermana, Gylmerk y quizás, solo quizás, la molesta novia de mi mejor amigo.

—Hablas mucho de él —comenta Sofía con una sonrisa. Ella jamás había conocido a un chico que tuviera como personas principales a sus amigos en vez de sus padres. —¿Cómo se llama tu mejor amigo?

—Zaek —responde.

—¿Y cómo se llama su hermana? La mencionaste justo después de él.

—Ariadne.

Sofía notó como el semblante del chico cambió en cuestión de segundos ante la mención de aquella desconocida y le dolió la idea de que probablemente hay una historia detrás de aquellas personas tan importantes en la vida de Jehiel.

—¿Y cómo se llama la molesta novia de tu mejor amigo? Ella es un quizá en tus personas importantes, ¿por qué? —dice rápidamente y luego avanzan otro puesto más en la fila.

—Se llama Giselle y es un quizás porque es todo para Zaek y si ella es importante para él entonces lo es para mí.

—Eso es tierno, supongo —concluye ella subiendo los hombros.

—Pero lo que es más importante para mí justo ahora es comprarte esa hamburguesa que tanto deseas, querida vecina —Jehiel alza las cejas y luego se gira para hacer la orden. Sofía gira para ver el panorama.

Extrañaba salir de su casa, incluso moría un poco por volver a clases luego de estas vacaciones ya que eran los últimos meses de su último año.

En unas semanas ya debía iniciar trámites universitarios y la sola idea la aterra en miles de formas.

—Buenas noticias, hablé con Tenzin, el vendedor, y podemos comer en las mesas que tiene atrás del carro de comida.

—¿En serio? ¿Qué hiciste para convencerlo? Todos están comiendo de pie —Sofia señala a las personas.

—Un mago jamás revela sus misterios.

—No quisiste decir ¿secretos?

—Misterios dije —Jehiel rueda los ojos y Sofía alza ambas manos a la altura de su rostro.

—Está bien, no he dicho nada, señor misterioso —se defiende.

Jehiel ríe y dice: —Vamos.

Lejos de ser un lugar feo, detrás del carro había mesas decoradas con manteles de plástico y pequeños floreros con flores artificiales.

También como parte de la decoración unas cuantas luces navideñas cuelgan desde el carro de comida hasta unos postes de madera clavados en la tierra formando un cuadrado donde se encuentran las mesas.

Jehiel movió la silla para que Sofía se sentara y luego se acomodó en el puesto frente a ella.

—Muero de hambre —dice ella suspirando.

—La comida ya viene, tranquila.

—Gracias por hacer esto.

—¿Hacer qué? —pregunta Jehiel curioso y se inclina ligeramente en la mesa para poder observarla.

—Sacarme de mi encierro —explica —Si me hubieran dicho hace unos meses que el chico del edificio de al lado se convertiría en alguien cercano a mí no me lo hubiera creído.

—Si me hubieran dicho hace unos meses que te conocería y estaríamos juntos esperando por hamburguesas... seguro me hubiera reído.

—¿No te sorprende como muchas cosas pasan cuando menos las esperas?

Jehiel asiente y ambos miran como Tenzin pone dos platos con hamburguesas y papas fritas frente a cada uno. Luego trae las bebidas y se retira.

—Pues que bien que el destino funcione así. —dice él y luego se lleva una papa frita a la boca. —Porque no me gustaría estar en otro lado que no sea este justo ahora.

La chica sintió su corazón latir con frenesí, pero no mencionó nada, en cambio preguntó otra cosa.

—Jehiel, ¿algún día conoceré a tus amigos?

Sofía lo miró esperanzada y él suspiró, era como si de repente no pudiera decirle que no a cualquier cosa que ella le pidiera y eso le provocaba algo parecido náuseas.

—Claro —se encogió de hombros y ladeó la cabeza —Te presentaré a Zaek cuando venga a visitarme.

—Genial —ella tomó su hamburguesa y lo miro seriamente —Ahora si me disculpas, tengo que probar algo llamado gloria.

—O detección futura de diabetes —dice él riendo.

Se vale decir que no fueron al evento el cual habían acordado asistir en primer lugar.

Ambos se quedaron hablando por horas en aquella mesa.

Ella le contaba todo sobre sí misma y él la escuchaba con atención, casi como si apuntara notas mentales del más mínimo detalle.

A Jehiel, Sofía le gustaba y no de una manera forzada, la chica le había demostrado lo genuina y divertida que podía llegar a ser alguien que comienzas a conocer. Saber que no tiene facetas desconocidas porque desde que la conoció siempre es igual de alegre y media loca le gustaba aún más.

Jamás pensó que la chica que le gritaba con un megáfono por la ventana se iba a convertir poco a poco en una amiga, una que lo vuelve loco... en el buen sentido de la palabra.

¡Oye vecino, apaga la luz! [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora